Margaret O'Brien y su familia abandonan la ciudad y se mudan a un pequeño pueblo donde nacieron sus padres, pero nada funciona como debe ser. Desde que llegan Margaret se siente constantemente vigilada. ¿Quien es? y ¿Que quiere?
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La Casa Moloney
Capitulo 3
La casa Moloney
Margaret, junto a su madre y su padre, acompañaron al abogado hasta su auto, se despidieron de el y luego se detuvieron frente a la imponente casa Moloney. La mansión, que había pertenecido a su bisabuela, se alzaba majestuosa en medio de un vasto terreno verde. Aunque la estructura tenía muchos años, las recientes remodelaciones le daban un aire de modernidad sin perder su encanto antiguo.
—Es increíble— murmuró Margaret, sus ojos recorriendo cada detalle de la fachada. Las ventanas de arco, los balcones de hierro forjado y la puerta principal de madera maciza hablaban de una época pasada, mientras que los toques modernos, le daban más carácter al lugar.
Su madre, con una sonrisa nostálgica, comentó.
—Recuerdo cuando veníamos aquí de pequeños. La abuela siempre decía que esta casa tenía alma.—
El padre de Margaret asintió, colocando una mano sobre el hombro de su esposa.
—Y ahora es nuestra responsabilidad cuidarla y mantener viva esa alma.—
Margaret sorprendida por ese comentario de su madre vio a su madre y también le respondió.
—¿Mami tu venías aquí de niña?—
Su madre sonrió de manera entrañable.
—Si, tu padre y yo solíamos jugar juntos cuando éramos niños, mis papás antes vivían al frente—
—Eso es increíble, no sabía eso.—
Hannah suspiro despacio recordando tiempos lejanos y contesto.
—Niagara tiene mucha historia hija—
Entraron juntos, y está vez Margaret se dejó llevar y admiro los techos altos y las vigas de madera originales contrastaban con las paredes tapizadas y los suelos de madera antigua. Cada habitación parecía contar una historia, desde los retratos antiguos colgados en el salón hasta los muebles.
Margaret se detuvo frente a una chimenea de piedra donde una medallas llevaba inscrito el nombre de su bisabuela.
Era la Medalla del Gobernador General para el Voluntariado, un reconocimiento que se otorga a personas que han demostrado un compromiso excepcional con el servicio comunitario, decorado con hermosos detalles el escudo de armas del Gobernador General y el emblema de Canadá, simbolizan la importancia y el honor de este reconocimiento, su bisabuela había dedicado su vida a cuidar de otros y había sido una mujer muy conocida en Niágara.
Los rincones de la casa estaban llenos de recuerdos y secretos familiares. En el ático, encontraron un baúl lleno de cartas y fotografías antiguas, eran varias habitaciones, pero había una en particular que la cautivó, tenia su nombre en letras cursiva grabado en la puerta "Margaret" ella recordó que ella se llamaba como su tatarabuela y seguramente ese había sida había sido su habitación hace más de cien años, Margaret sintió un vínculo especial con esa habitación y decidio que ahora seria de ella, tenía una vista completa al jardín tracero y a un Maple antiguo que se erguía al fondo, sin dudas era la habitación perfecta.
Después de explorar el interior de la casa Moloney, Margaret decidió salir al jardín para tomar un poco de aire fresco y ver de cerca el arbol. El sol de la tarde bañaba el terreno con una luz dorada, resaltando la belleza del árbol centenario y los arbustos con falta de cuidado.
Mientras caminaba por el sendero de piedra que rodeaba la casa, Margaret se detuvo a admirar un rosal en plena floración. Las rosas, de un rojo intenso, parecían brillar bajo la luz del sol. "Este rosal lo debe de haber plantado mi abuela," pensó con una sonrisa.
De repente, escuchó el crujido de la grava bajo unos pasos ligeros. Al voltear, vio a una joven de su edad acercándose con un cachorro de Husky Siberiano y una expresión amable.
—Hola— dijo la chica, levantando una mano en señal de saludo.
—Me llamo Molly. Vivo en la casa de al lado, estaba paseando a mi pero y vine a saludarte, tu debes ser la nieta de la señora Elizabeth—
Margaret sonrió y se acercó para conversar.
—Hola, si soy Margaret—
Molly asintió con una sonrisa cálida.
—Quería venir a darte mis condolencias por la pérdida de tu bisabuela. Ella era muy querida en el vecindario. Siempre tenía una palabra amable y una sonrisa para todos.—
Margaret sintió un nudo en la garganta, pero agradeció el gesto de Molly.
—Gracias, eso significa mucho para mí. No la conocía tanto como hubiera querido, pero siento que estoy aprendiendo más sobre ella cada día que paso aquí.—
—Estoy segura de que te hubiera encantado conocerla más—
Dijo Molly, con un brillo de comprensión en sus ojos.
—Si necesitas algo, no dudes en venir a buscarme. Mi familia y yo estaremos encantados de ayudarlos—
Margaret se sintió reconfortada por la amabilidad de Molly.
—Gracias, lo aprecio mucho. Tal vez nos mudemos a vivir aquí pronto y será lindo tener a alguien con quién poder hablar—
—¿De verdad?— Molly pregunto sorprendida.
—Si, la abuela Elizabeth se la ha dejado en herencia a mi papá y estoy segura de que se va a querer mudar.—
—Eso sería grandioso, por aquí no viven muchas personas de nuestra edad, y la casa Moloney es una de las más antiguas que quedan.—
—¿No hay muchas de esa época?—
—Ya quedan pocas— respondió Molly con una cara triste y siguió. —A mi me encantaría vivir en una casa con tanta historia—
—¿Conoces historias de esta casa?—
—¡Claro! Hay muchas historias interesantes por aquí—
Respondió Molly con entusiasmo.
—Podemos dar un paseo algún día y te las contaré todas.—
Las dos chicas continuaron conversando mientras caminaban por el vecindario descubriendo que tenían mucho en común, mientras disfrutaban de la suave brisa de la tarde. Mientras conversaban, Molly miró a Margaret con una sonrisa traviesa.
—¿Sabes?—
Dijo Molly, inclinándose un poco hacia Margaret.
—Hay una vieja historia en el vecindario sobre tu casa. Dicen que está embrujada.—
Margaret levantó una ceja, intrigada.
—¿En serio? ¿Qué tipo de cosas dicen?—
Molly se rió suavemente.
—Bueno, según las historias, la gente ha escuchado sonidos extraños por la noche, como susurros y pasos. También dicen que a veces las cortinas se mueven solas, incluso cuando no hay viento.—
Margaret miró hacia atrás en dirección de la casa, tratando de imaginar esos eventos.
— ¿Y tú crees en esas historias?—
Molly negó con la cabeza, sonriendo.
—No, realmente creo que la mayoría de esos sonidos extraños pueden explicarse por la edad de la casa. Las casas antiguas tienden a crujir y hacer ruidos cuando se asientan. Y lo de las cortinas, probablemente sea solo la brisa.—
Margaret asintió, sintiéndose un poco aliviada.
—Eso tiene sentido. Aunque debo admitir que la idea de una casa embrujada es un poco emocionante.—
—¡Exactamente!— exclamó Molly.
—Es divertido pensar en ello, pero no hay nada de qué preocuparse. Además, tu bisabuela vivió aquí durante muchos años y nunca mencionó nada sobre fantasmas.—
Margaret sonrió, sintiendo una conexión más profunda con la casa y su historia.
—Gracias por contarme Molly. Me alegra saber que no soy la única que piensa que las historias de fantasmas son más divertidas que aterradoras.—
—De nada— respondió Molly
—Y si alguna vez escuchas algo extraño, solo recuerda que probablemente es la casa acomodándose. Y si necesitas compañía, siempre puedes venir a mi casa.—
—Lo haré. Gracias, Molly.—
Las dos chicas caminaron de regreso a la casa, riendo y compartiendo más historias. Pero la idea de una casa embrujada le daba más emoción a Margaret.