Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 6
Christopher se despertó lentamente, abriendo los ojos con dificultad, la luz del sol entraba por la ventana, iluminando su habitación, por lo tanto ya comenzaba a molestarlo. Se estiró y se sentó en la cama, frotándose los ojos, no había podido dormir bien, había algo que lo ponía nervioso, pero no sabía muy bien que era. Pensó en todo lo que debía hacer, le esperaba un día largo y agotador.
Luna, la imagen de ella se le vino a la cabeza, su sonrisa, su risa, su forma de mirarlo, se sintió confundido por unos instantes. ¿Por qué estaba pensando en ella de esa manera? No era su estilo, no se dejaba llevar por las emociones, siempre había sido un tipo práctico, lógico, y además no la conocía en absoluto.
Pero, sentía que ella era diferente a todo lo que una vez habia conocido, no sabía qué era, pero había algo que lo hacía querer más, se sentía atrapado. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, mientras se lavaba la cara, se miró en el espejo. ¿Qué estaba pasando? No podía sacar a la chica de su cabeza.
Trato de pensar en Mar, habían estado saliendo las últimas semanas. Mar era su tipo, glamorosa, segura de sí misma y siempre dispuesta a divertirse, pero ahora, mientras pensaba en Mar, no podía evitar compararla con Luna, eran tan diferentes, está última era más reservada, más misteriosa, incluso más interesante.
Se sintió intrigado, necesitaba más, quería saber más sobre ella, quería entender qué lo atraía de Luna. Se preguntó si sería su forma de ser tan diferente a la de Mar, o si sería algo más ¿Hasta donde quería llegar?
Después del desayuno, se dirigió a su habitación, tenía que hacer algo para distraerse, encendió su computadora y comenzó a jugar un juego, pero no logró concentrarse, la chica seguía apareciendo en su mente.
Se levantó y se dijo que mejor debía salir a hacer un poco de ejercicio, tal vez así, lograría aclarar sus ideas. Necesitaba hacer algo físico para despejarse, salió de la casa y comenzó a correr en dirección al parque.
Luna
Luna
Luna
Su nombre se repetía en su cabeza, una y otra vez, su mirada, y sus ojos, esos que eran de un hermoso color verde aceituna, llenos de luz y vida. Los ojos de Luna brillaban con una intensidad que parecían iluminar todo su rostro. Su mirada era cálida y profunda, como si estuvieran compartiendo un secreto solo con quién los estuviera mirando.
Christopher finalmente se detuvo y se sentó en un banco. Estaba exhausto, no solo físicamente, sino también emocionalmente.
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Luna se despertó con una sonrisa en el rostro, no podía evitarlo, no después de todo lo que había pasado la noche anterior, aunque solo hubiese obtenido un poco de él, a ella le alcanzaba, habia esperado tanto tiempo para algo asi, y al final había pasado. Se levantó de la cama y se dirigió al baño para comenzar su rutina matutina, su día como siempre, iba a ser largo.
Mientras se lavaba la cara, no podía evitar pensar en Christopher, en el beso que le había dado en la mejilla la noche anterior, en la forma en que la había mirado, con una intensidad que la había hecho sentirse vulnerable y expuesta. Había imaginado miles de escenarios así, pero vivirlo, era completamente diferente.
Se vistió rápidamente y se dirigió a la universidad. Una vez que llegó al lugar se sentó en su asiento habitual, tenía clase de álgebra, pero no podía concentrarse, su mente estaba en Christopher.
Se preguntó si él estaría pensando en ella también. Si había sentido aunque sea algo cuando la beso en la mejilla. Si....
—Luna. —La profesora que dictaba la clase interrumpió sus pensamientos.—¿Puedes pasar al frente y resolver el problema para tus compañeros?— Preguntó. Luna se sonrojó, la había tomado por sorpresa, pero sin embargo pasó a la pizarra y resolvió el problema sin ningún inconveniente.
Después de la clase, se dirigió a la biblioteca para estudiar un poco, pero no podía concentrarse en absoluto, no podía sacudir la sensación de que Christopher había ocupado cada rincón de su mente, sus pensamientos giraban en torno a él sin cesar. No importaba qué hiciera o dónde estuviera, su imagen persistía en su cabeza, como una constante presencia que no podía ignorar, era como si su cerebro estuviera programado para pensar solo y únicamente en él, y no podía evitar la sensación de que su corazón latía para Christopher.
—Esto no está bien. —Se dijo a sí misma. —Esto no es sano. Se levantó y salió de la biblioteca, decidida a tomar un poco de aire fresco, caminar por el campus, disfrutar del sol y la brisa.
Y entonces, lo vio, Christopher estaba sentado en un banco, mirando su teléfono ellase detuvo, sin saber qué hacer.
Se sintió como si le faltara el aire, su corazón latía con fuerza y su piel se sentía caliente.
—Lo materialice. —Susurró divertida. Luna sintió que lo había pensado tanto, que lo había sentido tanto, que al final él simplemente había aparecido delante de ella.
Christopher levantó la vista y la vio, sonrió y se levantó del banco
—Hola luni.— Saludo él, acercándose a ella.
Luna sonrió, sintiendo que se derretía.
—Hola. —Respondió el saludo en un tono apenas audible. —Qué casualidad encontramos.
Christopher se detuvo frente a ella, mirándola con una intensidad que la hizo sentirse pequeñita.
—Oh no, no lo es. —Respondió él siendo completamente sincero. —Vine hasta aquí a buscarte.
—¿Tú viniste hasta aquí a buscarme?—Preguntó Luna, no podía creer lo que escuchaba.
—Si, tengo un rato antes de tener que ir a entrenar, y quise saber cómo estabas. —Soltó él sin más. —Eso y quería recordarte que en la noche voy a llevarte a tu casa.
—Tranquilo no lo olvidé. —respondió ella. Era imposible que lo hiciera.
—¿Qué tal si vamos a tomar algo por ahí?— Preguntó Christopher.
Luna asintió, sintiendo que su corazón volaba.