Después de 7 años de matrimonio, Valeria descubre mensajes comprometedores entre su esposo Lucas y su amante, lo que lleva al divorcio. Decidido a recuperarla, Lucas rompe con Julia y se esfuerza por reconquistar a Valeria. Mientras tanto, Julia resentida, hará todo lo posible para sabotear su felicidad.
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Capitulo 9: Promesas Rotas
El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo con tonos de naranja y rosa, mientras Valeria caminaba por el parque cercano a su nuevo apartamento. La brisa fresca le ofrecía un breve respiro del ajetreo y la tristeza que sentía en su vida. A medida que avanzaba por el sendero, sus pensamientos regresaban a los días pasados, a las promesas y esperanzas que alguna vez compartió con Lucas.
Una tarde, mientras Valeria paseaba, se encontró con una pareja de ancianos sentados en un banco, tomados de la mano. La imagen la hizo recordar las promesas que Lucas y ella se hicieron en su boda, esos votos llenos de amor y devoción que ahora parecían tan distantes.
Las promesas que una vez habían sido el cimiento de su relación ahora se sentían como espejismos rotos, fragmentos de un pasado que no podía recuperarse. Valeria se sentó en un banco cercano, sacando del bolso una copia de los votos matrimoniales que había guardado como recuerdo. Al leer cada línea, el dolor y la decepción se hicieron más evidentes.
—Te prometo amarte y respetarte todos los días de nuestras vidas —decía una de las promesas. La lectura de esas palabras hizo que Valeria sintiera un dolor agudo, ya que Lucas había fallado en mantener esas promesas.
En su mente, revivió los momentos en los que Lucas la había decepcionado, las promesas rotas que habían llevado a la ruptura de su matrimonio. Recordó las promesas que Lucas hizo de cambiar y mejorar, y cómo esas promesas, aunque sinceras en el momento, no lograron resistir la prueba del tiempo.
En el fondo de su corazón, Valeria deseaba que las cosas pudieran haber sido diferentes, que las promesas rotas pudieran haberse reparado. Pero también sabía que el tiempo no podía deshacer lo que había pasado, y que el proceso de sanar requería aceptar la realidad de su situación.
Al regresar a casa, Valeria decidió guardar los votos en un lugar especial, no para aferrarse al pasado, sino para recordar lo que había aprendido de la experiencia. Las promesas rotas eran un recordatorio de la fragilidad de los compromisos humanos y de la importancia de la autenticidad y la responsabilidad en una relación.
El camino hacia adelante no sería fácil, pero Valeria estaba decidida a aprender de sus experiencias y a buscar un futuro en el que pudiera construir algo nuevo, basado en la verdad y la honestidad. Aunque las promesas estaban rotas, su determinación de avanzar y crecer permanecía intacta.
Esa noche, Valeria se sentó en su salón con una taza de té caliente, tratando de encontrar consuelo en la rutina de su nuevo hogar. Sin embargo, la sensación de pérdida era persistente. Los recuerdos de las promesas hechas y el peso de su incumplimiento seguían rondando en su mente.
Mientras revisaba algunos viejos mensajes de texto en su teléfono, se encontró con una conversación que había tenido con Lucas durante un momento más feliz. En esos mensajes, Lucas había expresado su amor y compromiso, prometiendo ser el mejor compañero posible. Valeria sintió una oleada de tristeza al ver cuán sinceras parecían esas palabras en el contexto de su pasado reciente.
Decidió escribir en su diario, intentando procesar sus sentimientos sobre las promesas rotas. Escribió sobre la decepción de haber confiado en esas promesas y cómo, a pesar de sus esfuerzos, la realidad había demostrado ser muy diferente.
—Prometimos construir un futuro juntos, y ahora me encuentro reconstruyendo mi vida sin esas promesas —escribió Valeria—. Me duele aceptar que las palabras y las promesas no siempre se alinean con las acciones. A pesar de todo, tengo que aprender a confiar en mí misma y en mi capacidad para seguir adelante.
Con el tiempo, Valeria empezó a entender que el dolor de las promesas rotas también le ofrecía una oportunidad para crecer. Al enfrentar la realidad y aceptar lo que había sucedido, comenzó a dejar atrás el peso del pasado. Sabía que aunque las promesas se habían roto, la lección aprendida le daría fuerza para el futuro.
Decidió dejar de buscar respuestas en el pasado y centrarse en el presente. Cada día era un paso hacia adelante, y aunque el camino estaba lleno de desafíos, Valeria estaba decidida a construir una vida basada en la verdad y la autenticidad, en lugar de las promesas que no se cumplieron.
La aceptación de las promesas rotas se convirtió en un catalizador para el cambio personal y el crecimiento, permitiéndole a Valeria encontrar la paz interior y la determinación para avanzar con esperanza hacia un futuro nuevo y más sólido.