Will García, un empresario prestigioso, que en una práctica intenta encontrar la respuesta y la paz que su pasado no le permite encontrar, la desesperación lo llevará a envolverse en un triangulo amoroso, ¿podrá el BDSM sacarlo por completo? o ¿será la culpa quien lo alejé de su verdadera felicidad?.
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Capítulo 8.
Cuando la junta acabó Will marcó al número de Vannesa y no contestó.
Will se acercó a Sebastian.
¿Dónde está?.
Preguntó irritado .
—Deja a esa mujer en paz, sigue tu vida y deja que ella siga la de ella, ya la convencí, !va a dejar el club!.
Dijo Sebastian tranquilamente.
—¿Dónde está?, pregunté.
Grito will golpeando el escritorio, en la sala solo estaban Sebastián, él y la asistente.
—En su apartamento, después preguntas ¿por qué te tiene miedo?.
Dijo Sebastian empujando con su hombro el cuerpo de Will saliendo de la sala de junta.
Will salió tan irritado del lugar por no poder controlar sus impulsos, no entendía por qué no podía soltar ese pasado. esa mujer que en un instante lo hizo el hombre más feliz, que movía todo en él solo con sonreír, ahora lo desestabiliza solo con su voz.
Condujo su auto con tanta irritación que no respeto luces en su vía, llegando al apartamento.
Toco la puerta y Vannesa abrió.
—¿Qué haces aquí?
Preguntó sin abrir por completo la puerta, solo asomó su rostro.
Will empujó suave la puerta y entró.
—Will no hagas las cosas más difíciles, por favor vete, ya entendí que no doy para estar cerca de ti, voy a dejar el club, ya estoy buscando alguien que sea eficaz y te ayude con el club.
Dijo Vannesa sin detenerse.
Will se acercó y la atrajo a sus brazos y la abrazó fuerte, queriendo sentirla dentro de él.
Vannesa temblaba y se puso a llorar en sus brazos, y lo abrazó igual queriendo guardar ese abrazo muy dentro de ella.
—Es lo mejor.
Susurró Vannesa.
Will se alejó un poco y la observó mientras ella tenía sus ojos cerrados.
—Abre los ojos.
Dijo Will.
Vanessa los abrió.
Tenía sus ojos llenos de lágrimas.
—Dime que no me quieres ver más, que mi presencia te lastima.
—No me hagas ésto, sabes que no lo voy a decir.
Will se acercó y se adueñó de sus labios, Vannesa correspondió el beso, que se envolvía con sus lágrimas.
En ese momento los recuerdos de ese pasado llegaron a Will y se alejó como si el cuerpo de Vannesa lo quemara.
—Maldición.
Grito tomó un florero que estaba cerca de la puerta y lo estrelló contra el piso.
Vannesa retrocedió dejándose caer al mueble.
—No otra vez.
Susurró Vannesa.
Will la miró y vio la tristeza en sus ojos, no lo soporto y salió de allí como si solo el aire cerca de ella lo quemara, la culpa lo consumía.
Condujo directo al harén, al llegar a su club fetiche fue directo a la barra.
—Quiero a Alaya en el cuarto.
Dijo emprendiendo camino sin mirar a ninguna de las chicas.
Todos quedaron desconcertados.
Alaya una sumisa, con un grado de experiencia alto, sobre el sadismo y la psicopatía.
Supo que si Will pidió su compañía era porque traía un grado de estrés que ella debía ayudar a sacar.
—¡Alaya!
Exclamó Aida, al ver el rostro que llevaba su amo, muy extrañada por la actitud déspota de su amo. Es la primera vez, desde que tomó la decisión de ser sumisa que lo veía de tal modo.
—¡No sé qué sucede!, pero, yo puedo con ello, ¡no creo que sea para tanto! no sean imprudente.
Aconsejo, Alaya al salir de la barra.
Mario llegó al ser avisado de la situación.
—¿Estás segura Alaya?
Pregunto dudoso.
—Lo estoy.
Respondió ella, sin grado de duda en su voz.
Mario la ayudó a prepararse y la guió al cuarto.
—No es prudente que entres.
Dijo Mario recordando lo sucedido el día anterior.
—Lo sé.
Respondió Alaya.
Mario se retiró, y Alaya abrió la puerta; al entrar encontró un amo preparado para castigar como si ella hubiese hecho algo malo, al ver el semblante irritado de él, su cuerpo se erizó por completo, solo de imaginar que le podría hacer.
Sin embargo, como sumisa y teniendo la experiencia no retrocedió, debía ser obediente, tomó posición de rodillas dejando caer su trasero sobre sus pies y su espalda erguida, sus manos las acomodo en sus muslos, esperando el proceder que tomaría su amo, Will se coloco en píes y camino hacia ella.
Sin mirar el rostro de la mujer , procedió a aplicar un castigo injustificado. Con la fusta que él tenía en la mano alzó el rostro de la mujer encontrándose, que el día de hoy no sentía ningún placer por poseer, eso removió más la rabia en él, ya que está demostrando una debilidad que no se podía permitir sentir.
Alaya tenía su mirada gacha con una pulsera color verde, significado a su sumisión.
Will quitó la fusta de su rostro y se dirigió a un estante que no suele usar y sacó una máscara de sumisión, debido a que no quería ver su rostro, por el hecho de que el castigo que quería aplicar no era precisamente para ella.
Se acercó a ella y le ordenó mirar, ella alzó la vista encontrándose con una máscara de sumisa que nunca se le había pedido ser utilizada, sin embargo sabía el precio de poseerla.
—¿Estás de acuerdo con usarla?
Preguntó él para poder tener autorización a un castigo impuesto, no a ella, pero tomaría el rol de la castigada.
Alaya observó la máscara, pero no pensó en las consecuencias al utilizarla, sino en el premio que adquiere por aceptar.
Dio su aprobación con un movimiento leve en su rostro.
Will camino detrás de ella, acomodando su cabello, y procedió a colocar la máscara, ordenó sutilmente su cabello para que no pudiesen ver una hebra de él, ya que el color de cabello no se asemejaba al de la castigada. Solo podía observar sus ojos, por el hecho de que la máscara era lo único que podía revelar.
Al estar lista, procedió a sostener unas cuerdas, y realizar una mordaza, más ajustada de lo que debiese ser, en cada vuelta que le daba a la cuerda recordaba a ese cabello castaño caer, por la delicada piel de Vannesa haciéndolo enfurecer y apretar más la cuerda.
Al término de realizar la mordaza en sus manos, la guió cerca de la chimenea ubicada en el cálido lugar, en el piso descansaba una alfombra roja, ordenando que Alaya se acostara en el suelo; obedeciendo ella al instante.
Al estar ella acostada, él prosiguió a realizar la misma acción anterior en sus pies, cruzando una cuerda por ambas mordazas, ocasionando que el cuerpo de ella tomase una postura incómoda y dolorosa, parecía un óvalo, la ayudó a acostarse, quedando su cuerpo a medio lado.
Se colocó de pies al terminar la labor, observando a Alaya, miró el cuerpo de la amordazada y vio que no tenía el brillo que él quería al tener contacto con el resplandor del fuego, él esperaba un brillo mágico, que no logró observar.
Acarició la fusta de siete pelos que había elegido y pasó a acariciar la piel de Alaya.
¿Por qué no podía olvidar?
se preguntó acariciando la piel de Alaya alzando la fusta y dejando caer un golpe con ira, ocasionando en ella, no placer, sino dolor, sin embargo, permaneció en la postura, impuesta por él.
Volvió a alzar la fusta dejándola caer en su pecho otro azote ocasionando que ella gimiera de dolor, al caer las cuerdas de la fusta. Fue una sensación de dolor, ardor y opresión que no pudo conservar el silencio debido a que no fue posible con el azote.
—No ordené que emitieran sonido
dijo dejando caer un nuevo azote en el abdomen blanco de la chica, ocasionando que la piel quedara enrojecida
Ella se encontraba preocupada por la actitud de Will, pero él le preguntó si quería llevar la máscara, y ella sabía bien que para usar esa máscara su nivel de dolor debía ser 10, por ese motivo la eligió a ella, así que soportó el dolor sentido.
—¿Por qué tienen que hablar más de la cuenta?, ¿que les conlleva a tanta rebeldía? O ¿porque simplemente no puedo olvidar?.
Preguntó dejando caer otro azote en el muslo de la mujer.