La Protegida De La Bratva

La veo entrar por la puerta y mi respiración se queda atorada en mis pulmones, es tan hermosa, una perfecta belleza exótica que no tiene ni idea de lo que me produce cada vez que nos cruzamos.

La conocí hace un tiempo, este lugar es de mi propiedad y aquí venimos con varios de mis hombres a relajarnos y alguna que otra vez cerramos negocios. Hace semanas vine a una cena con el jefe de la Mafia Alemana, un idiota con el que traficado diversas drogas y armas, pero cuyas ganancias me hacen aún más rico. Estábamos cenando cuando él se quedó mirando un punto fijo, al principio pensé que era algún conocido suyo o alguna amenaza, pero cuando seguí su mirada la vi a ella, atendiendo mesas y riendo con los comensales, era hermosa, su largo cabello lizo y con ondas al final atados en una alta coleta, su cuerpo abrazado por el pantalón negro y la camisa blanca cuyos dos primeros botones estaba desabrochados, sé que de no ser porque controlo mis reacciones, me hubiese levantado en ese mismo instante y la hubiese llevado a mi casa, pero lo único que atine a hacer fue a carraspear fuerte para llamar la atención del Alemán y que deje de mirarla. Cuando la reunión termino ya eran más de las 2 de la mañana y ella se había ido.

Por alguna razón, Martin, quien es el supervisor de este lugar, solamente me dijo que se llamaba Alina y que venía de Grecia, luego no quiso decirme nada más, ni siquiera darme su dirección o su número ¿quizás entre ellos ocurría algo?. Fui varias veces más al lugar y los vi muy compañeros, pero también ella era muy cercana a la otra chica, así que en sí pruebas de que estaban juntos no tenía. Artem, mi mano derecha tampoco había conseguido mucha información de ella y eso era demasiado sospechoso, aparte de que parecía que cada vez que me veía me esquivaba la mirada como si me tuviese miedo y si preciosa, está bien tenerme miedo porque voy a ser aquel que jamás puedas sacar de tu mente. Ya me la imagino en mi cama, toda sudada y gimiendo y juro que mi amigo se levanta de solo pensarlo.

me quise acercar varias veces a ella, pero como si leyera mis intenciones, siempre se termina escapando y algo que mis hombres notaron es que cuando su turno finaliza, un auto está siempre afuera esperándola. No quiero parecer acosador u seguirla hasta la casa, aunque siendo honesto ganas no me falta por todo este misterio que la envuelve.

Ahora que sé que a ella le tocara atendernos no voy a desaprovechar la oportunidad de llevarla conmigo, pero antes debo dejarle en claro a estos idiotas que me rodean que ella es mía, porque sé la están comiendo con la mirada a pesar de tener alguno de ellos mujeres sentadas arriba acariciándolos.

Trae Vodka para todos- le digo mientras sigo con la mirada cada uno de sus movimientos.

Asiente con la cabeza y sale más rápido de lo que entro al lugar, sé nota que no le gusta nada todo esto y solamente puedo esbozar una sonrisa cuando Artem me dice que sea más disimulado al comerme con la mirada a una mujer. Trae una camiseta negra, lo cual es significado que solo es camarera, pero me pregunto si al igual que todas cuando conozca lo gruesa que es mi billetera se negara a mi petición.

Por ahora solo la veo volver con las bebidas, dejar todo bien acomodado e irse, no levanta su mirada hacia mí en ningún momento y eso me encanta, saber el poder que tengo con mi conejita. Me dispongo a beber y a disfrutar de una noche con mis chicos, ellos se lo merecen con los grandes trabajos que hacen para mí. Una de las mujeres intenta acercarse a mí, pero su olor me da náuseas, pienso demasiado en mi conejita últimamente y no soporto la presencia de otras hembras cerca, no sé que hizo esa rubia conmigo, pero no falta mucho para que la tenga en mi cama, debajo de mí, jadeando mi nombre.

Mi amigo se despierta en cuanto empiezo a imaginar lo que podría llegar a hacerle a esa preciosura, le aviso a una de las chicas que llame a Martin, le voy a dar la última oportunidad de decirme quien es y si resulta que es su mujer se la voy a robar, porque no me voy a quedar con las ganas de ella.

Martin entra con esa confianza que lo caracteriza, por eso deje que este negocio lo manejara, tiene el don de sacarte con palabras hasta el último peso del bolsillo.

Viejo amigo, gracias por el regalo que me mandaste- le digo y toda la habitación se sumerge en un profundo silencio.

No es un regalo señor, tres chicas faltaron y necesitaba cubrir sus puestos- claro que sé que faltaron, yo las hice ir al otro lugar.

Si me dices que es tu mujer de turno, prometo solo usarla una vez y devolverla- le digo con cinismo, porque sinceramente lo único que quiero es probar esa nívea piel.

Señor, ella no es como las otras y no le pertenece a nadie- dice las palabras mágicas y me relamo los labios.

llámale ahora, te demostraré que todos tienen un precio, váyanse todas- grito y dejo que las mujeres que atendían a mis hombres se vayan.

Martin sacude la cabeza en negación y sale a hacer lo que le pedí, soy el maldito señor de la Bratva y sé por experiencia que nadie sé resiste a unos buenos fajos de billetes, he visto entregar a la propia familia por plata. La veo ingresar sorprendida de ver que todas las miradas sé clavan en ella, algunas de enojo porque corte la diversión, otras de lujuria al notar esas curvas que me vuelven loco y siento celos de aquellos que miran lo que es mío.

¿Ocurre algo?- su voz es como música en mis oídos, pero no distingo una sola pizca de miedo.

Te mande a llamar para hacerte una pregunta y dependiendo de tu respuesta es si conservas tu trabajo o no- me mira sorprendida y asiente -¿quiero saber tu precio?- puedo notar que no comprende a que quiero llegar, así que suspiro -quiero saber cuanto quieres por pasar una noche conmigo, aunque no puedo asegurarte que no desees más después- esbozo una sonrisa cuando veo como sus mejillas se tornan rosas, es preciosa, una digna hija de dioses.

Creo, señor, que me está confundiendo, no trabajo de esa manera, soy solamente una camarera y si no necesita nada de beber o comer me retiro- hace una reverencia y está dispuesta a irse, los colores suben a mi cara, nadie jamás me dio una negativa así y ella no va a ser la primera.

Me levanto de mi lugar bajo la atenta mirada de todos mis hombres y la acorralo contra la puerta, puedo notar como me desafía con la mirada.

Creo que no entendiste, conejita, te pregunte un precio o te echo- sus ojos destilan furia y todo pasa tan rápido que reacciono cuando siento el cosquilleo en mi mejilla y veo a mis hombres con las armas listas para disparar.

Ella tuvo las agallas para darme una cachetada.