Cada quien labra su destino sin importar lo que digan los demás, creyendo en sí mismo y en dos capacidades y no se distrae con opiniones negativas.
Ese era el propósito de Leda, seguir adelante apesar de los obstáculos mal intencionados.
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PRECIOSA
Ella se aferró a aquella boca que apresó sus labios, no quería apartarse de esa boca, con ese beso ella le demostraba amor, afecto y deseo. para Leonardo besarla con mucha pasión y ternura era una forma de expresarle su amor sin emitir palabras, y el beso es solo una forma de expresarlo, Leda le dijo.
LEDA: Has venido.
Ella le susurró entre jadeos mientras notaba como sus dedos acariciaban su piel.
LEONARDO: Por supuesto que he venido nadie me dice que soy un cobarde.
LEDA: ¿Entonces no eres un cobarde?
LEONARDO: Puedo ser muchas cosas, pero la cobardía no es una de ellas.
Leda esperaba encontrar un equilibrio, llegar al momento adecuado para frenar ese ritmo de relación que tenian, no se imaginaba estando lejos de él y mucho menos alejarse cuando llegara el momento de hacerlo.
Ellos continuaron besándose entre caricias, ella sintió como él la alzaba, así mismo ella fue pegándose a su cuerpo, sentía que se abría paso en su interior, Leda no sabía como había logrado desnudarla sin ser consciente de ello, pero se sentía tan sumamente bien que incluso le apetecía fundirse con su cuerpo, uniéndose en uno y formando parte de su ser. Leonardo no solo conseguía incitarla, excitarla y volverla loca de pasión, sino que al mismo tiempo lograba adentrarla en un mundo abstraído de la realidad del que siempre la dejaba con ganas de volver a estar.
Él entró en ella de una forma delicada como siempre lo hacía, Leda necesitaba palpar esa sensación de nuevo y con cada instante de arrebatador placer que le otorgaban sus movimientos lo conseguía, lograba estar más cerca de ese paraíso, paraíso al que él consiguió para ella, y ella quería vivir solo en ese con él, no quería llegar con ningún otro hombre que no fuera él.
Ella pedía que fuera más fuerte, solo el sabía como complacerla, solo con él estaba experimentando todo lo que un dia vio, los dos estaban sumergidos en el placer en la oscuridad de aquella habitación. Ella sentía la intensidad con la que Leonardo se adentraba en su cuerpo con cada emb*stida, de un momento a otro sabía que aquella invasión febril y estremecedora le arrasaría con tanta fuerza como la lava de un volcán en plena erupción, en pleno gose ella escuchó cuando el dijo.
LEONARDO: Me vuelves loco, preciosa, definitivamente perdí la cordura contigo.
Ella en ese momento entendió esas palabras como una señal a lo que ella también sentía por el, y respondió entre jadeos.
LEDA: Tal vez los dos la perdimos.
Ella lo dijo acercándose a sus labios, y justo al rozarlos Leonardo le dio un cálido beso que resultaba sobrecogedor para ella, los dos llegaron al org*smo, pero él terminó fuera.
Después que los dos terminaron, el quedó encima de ella, Leda le dijo que no creía que llegaría, pero el dijo.
LEONARDO: ¿De verdad creías que no vendría después de llamarme cobarde?
Lo dijo con cierto aire sonriente mirandola a los ojos con la mínima claridad que podía, ella quería saber más y continuo preguntando.
LEDA: ¿Solo viniste por eso?
Leonardo apresó sus brazos por las muñecas sujetándolas por encima de su cabeza con una sola mano y dijo.
LEONARDO: ¿Y por qué otra razón debería haber venido preciosa?
LEDA: Dímelo tú
LEONARDO: ¿Quieres que te diga que vine porque no podía dormir sin estar contigo? ¿Qué solo ansiaba salir corriendo importándome un cuerno como acabará el día de mañana por pasar la noche contigo?
Con cada una de sus palabras la apretaba más hacia su cuerpo haciéndola vibrar, ella quería escuchar algo más, pero el solo la dejaba a medias, el soltó sus manos y ella recorrió su espalda para abrazarle fuertemente, necesitaba apretarse contra él para saber que estaba ahí, junto a a ella, aunque no le dijera con palabras todo lo que ella quería escuchar, pero se lo demostraba con sus actos. El también esperaba que ella le dijera lo que el quería escuchar, por eso hablaba a medias para que ella hablara.
LEONARDO: Tú eres la única, has sido y serás la única mujer que he me ha hecho cambiar muchas cosas, por ti movería montañas, te traería la luna o iría al mismísimo infierno si hiciera falta.
Leda sintio como su corazón se encogió en ese momento y permanecieron así; abrazados, mientras el tiempo pasaba, pero Leonardo espara ancioso que ella terminara lo que el empezó, que se confesara, pero no lo hizo, igual el no lo iba a presionar y se quedaron dormidos. Leonardo se marchó antes del amanecer, debía estar a primera hora en el trabajo.
Leda terminó de organizar todo, a las 3 de la tarde salió para el aeropuerto muy emocionada porque iba a estar en casa nuevamente con Leonardo. A las 7 de la noche ella estaba en casa, ya tenía la cena preparada, el no sabía que ella estaba en casa, antes le había llamado y ella le dijo que llegaría un poco tarde y no aceptó que el fuera a recogerla al aeropuerto.
Leonardo llegó a su casa y fue directo a su habitación, ella se dio cuenta y lo siguió en silencio, él se quitó la camisa y después el pantalón, Leda ingresó con cuidado y dijo fuerte asustándolo tanto que pegó un salto.
LEDA: ¡¡¡Sorpresa!!!
LEONARDO: Uf Leda, casi me matas del susto.
Ella no aguantaba la risa y se burlaba de él, Leonardo rodeó su cintura con sus brazos y le dio un tierno beso y le dijo cerca de ellos.
LEONARDO: Bienvenida a casa preciosa.
LEDA: Gracias precioso.
Ellos volvieron a besarse y no perdieron la oportunidad de tener s*xo, después de eso se bañaron y bajaron a cenar, Leda tuvo que calentar la comida porque perdieron mucho tiempo y se les enfrió.
En otro lado de la ciudad había una fuerte discusión en la calle, la vecina de la tia de Leda se había enterado de la relación de su marido con la otra mujer.