Yaneli se casa enamorada a sus 16 años.
en el año de 1978 casarse a esa edad no era raro y más cuando las familias estaban de acuerdo.
Yaneli pensó que sería feliz, fue educada para hacer la esposa perfecta, pero nunca pensó que su infierno empezaría con ese matrimonio.
Antonio no era el hombre que esperaba y en el momento que lo encontró con otra mujer, no lo soporto, su orgullo, su dignidad, la hace abandonar a su esposo, su pueblo y renunciar a su familia.
ahora tiene que sobrevivir y darse a respetar ante una sociedad machista, de doble moral y sobre todo que juzga sin piedad.
te invito a conocer la vida de Yaneli, una joven que no está dispuesta a hacer el mueble de su esposo en una casa donde no tiene otra obligación que obedecer a su esposo.
¿ustedes creen que ella podrá ser feliz después de tener el estigma de una mujer separada?
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CAPÍTULO 12
Yaneli se le quedó mirando al hombre esperando una repuesta, pero solo podía ver en su rostro cómo su ceño se iba frunciendo más, parecía que no lo había convencido y sin resignada le sonríe con tristeza, al momento le dice. — Gracias por escucharme, entiendo que no pueda creer en mí, pase un buen día.
Ella se dio media vuelta pensando a dónde iba a ir y viendo su bolsa donde cargaba su ropa, sabía que eso no le ayudaría a dar una buena imagen; si quería quedarse en un lugar respetable, iba a tener que conseguir una maleta y tendría que inventarse una buena historia de por qué viajaba sola.
El ser tan joven y mujer en esos tiempos no era algo bien visto viajar sola, se podían dar malas interpretaciones; se empezó a sentir desanimada, pero mentalmente se decía: “Yo puedo, no me voy a rendir” suspiro profundamente y siguió caminando.
Estaba por salir del hotel cuando escuchó la voz del hombre que le dijo. — Señorita, está bien, voy a creer en usted, pero tiene que pagarme los dos días por adelantado, tienes que darme $400.00 pesos
Yaneli sonríe y se da media vuelta, se acerca al hombre que estaba detrás de un mostrador largo y de madera; discretamente sacó dos billetes de la bolsa que estaba en su cintura, cada uno era de $200.00 pesos y se los entregó.
El hombre tomó el dinero y le dijo que al segundo día a las 3 pm tenía que dejar el cuarto, que esperara no tener problemas con ella, que respetara su acuerdo; ella le dijo que sí y de ahí una mujer de media edad la llevó a la que sería su habitación.
Ese hotel no era tan grande como el de la señora Margarita, era de dos pisos y tenía 4 habitaciones abajo y 6 arriba; los cuartos eran pequeños, apenas cabía una cama y el baño no estaba dentro de las habitaciones, era uno solo y era para todo el hotel que estaba en la primera planta.
Yaneli al estar sola en la habitación, empezó a sacar su ropa a sacudirla para quitarle la tierra, pero no encontró ni un solo vestido limpio, pero el mercado estaba cerca y sabía que aún no lo cerraban. Deja su bolsa con su ropa en el suelo, saca $200. 00 pesos más y se apresura a salir del hotel, se fue al mercado.
Fue a un pequeño negocio donde vendían ropa de segunda y ahí encontró un vestido sencillo, desgastado, pero que era barato. Solo pagó $20.00 pesos; aprovechó que aún todo estaba abierto y compró una fruta, unas piezas de pan y leche, una vez que terminó de comprar algo para comer, regresó al hotel.
Ella se encerró bien y aunque no le gustaba estar sin bañarse, prefirió no hacerlo, no confiaba mucho en ese lugar a pesar de que se miraba decente, algo no le gradaba; esa noche no pudo dormir, vigilando la puerta y sería su suerte o sería que ese lugar realmente era decente, pero nadie la molesto en toda la noche.
Se la pasó bordando en su vestido, agregándole unos detalles para hacerlo ver más elegante y a las 6 a. m. ella ya tenía un vestido hermoso que no parecía de segunda mano.
El vestido, la parte de la falda era plisada, floja, era larga debajo de las rodillas; la parte de arriba era algo pegado a su cuerpo, con cuello de tortuga, tapaba hasta su cuello de manga larga, era de color azul cielo.
Ella le agregó un bordado en el cuello de color blanco, le agrego hermosas flores pequeñas, que hacían ver el vestido elegante; en las mangas también le hizo un bordado del mismo color blanco, en la cintura bordo un hermoso cinto del mismo color y al terminar la falda también, enfrente de la falda bordo dos líneas, que hacían ver al vestido como si tuviera una aventura, al estilo de los que se estaban usando en ese tiempo.
También le había bordado la bolsita en la cintura, la había hecho por dentro, era discreta, donde guardo la tarjeta y parte del dinero que aún le quedaba, era poco lo que le quedaba, sabía que tenía que sacar sus documentos, para poder buscar una casa comprarla y para sacar el dinero tenía que tener su documentación.
Ella pensaba que si la llegaban a detener cuando sacara dinero del cajero, tendría sus documentos a la mano, podría explicar que era la esposa de Antonio y que la tarjeta era de su suegra, inventar una historia, rogando a Dios que le creyeran, la dejaran ir sin problemas.
Ella pensaba ir al cajero que en esos tiempos ya existían, pero iba a ir sacando el dinero poco a poco, y para eso tenía que buscar la manera de tener un lugar seguro; porque tampoco podía ir directo al banco, la cuenta no estaba a su nombre, eso iba a ser un problema, por eso tenía que hacerlo discretamente y lo más lento posible.
Ese día temprano salió del hotel y fue al palacio de gobierno a sacar su acta de nacimiento. Era lo primero que tenía que sacar, duró medio día, pero al final, si logró obtenerla, con ese documento ya podía estar más tranquila.
Parecía que la suerte estaba de su lado y el ser una joven hermosa, con ese vestido que había arreglado de tal manera que parecía una mujer elegante de buena familia; ella se encontró un módulo donde podía sacar su credencial del lector, que es en México la identificación oficial.
Insegura, se acercó a un joven que estaba de encargado, empezó preguntándole sobre lo que ocupaba para obtener su identificación; pero lo que el joven le decía que ocupaba, la iba desanimando, era mucho lo que le estaba pidiendo y ella no lo tenía.
Mientras estaba con él, empezó a inventarle una historia donde le dijo, que ella había perdido toda su documentación cuándo llegó a la ciudad. Hasta un robo de bolsa se inventó y le dijo que era del pueblo de San Juan de los Lagos.
Mientras hablaba, fue poniendo una carita triste y le dijo. — Estoy tan preocupada porque mis padres se van a enojar mucho cuando sepan lo que me pasó y seguro me van a pegar por descuidada; lo más triste es que no me van a dejar estudiar, pensarán que no estoy hecha para estar sola y como todos padres pensarán que las mujeres realmente solo son para estar de ama de casa.
Melinda mordía sus labios de la desesperación, mientras pedía perdón a su Dios por las mentiras que decía; también le suplicaba para que le ayudara a poder engañar al joven, para que le diera su identificación.
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