Décimo libro de saga colores.
Después de su tormentoso matrimonio, el Rey Adrian tendrá una nueva prometida, lo que no espera es que la mujer que se le fue impuesta tendrá una apariencia similar a su difunta esposa, un ser que después de la muerte lo sigue torturando.
¿Podrá el rey superar las heridas y lidiar con su prometida? Descúbrelo en la tan espera historia.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
12. Un impulso diferente
...ADRIAN:...
Esperé a que las sirvientas atendieran a Freya, mientras intentaba concentrarme en otra cosa, revisé los obsequios de los nobles para distraerme.
No creía necesario los presentes, pero los nobles siempre aprovechaban cualquier acontecimiento para mostrar que podían darse el lujo de dar sus riquezas, incluso a un rey que poseía más que ellos.
Hasta Dorian podía alardear con su diamante en bruto.
Registré más cajas, encontrando adornos y presentes. Abrí otra pequeña caja, encontrando una pequeña escultura de bronce.
No recordaba el dueño del presente, ni siquiera había visto esa caja. La pequeña escultura era de un lobo.
Era extraña, parecía antigua.
— Majestad — Dijo una sirvienta, entrando al armario — La reina ya está tomando el baño, cambiaremos las sábanas y le traeremos el desayuno.
— Trasladen las pertenencias de la reina a la habitación de al lado.
Asintió con la cabeza.
— Como ordene su majestad.
Volví a la habitación después de que Freya estuviese cubierta con vestido sencillo color negro, la sirvientas lo trajeron para ella y también se encargaron de peinar su cabello, recogiendo mechones en lo alto de su cabeza.
Estaba sentada en uno de los sillones con postura de recato.
Pasé directo al baño, las sirvientas prepararon nuevamente la bañera.
No demoré mucho, me sequé y volví a colocarme el albornoz.
Freya seguía en la habitación, sentada y callada.
Volví a mi armario, me vestí con un traje color gris abotonado hasta el cuello.
Cuando estuve nuevamente en mis aposentos, las sirvientas servían el desayuno.
Freya agradeció y se retiraron cortésmente.
— Pensé que no comería junto a usted — Dijo y tomé asiento en el asiento disponible de la pequeña mesa que usaba para el té y mis desayunos en total soledad.
Ella estaba frente a mí.
— Es normal que dos esposos desayunen juntos después de la noche de consumación — Comenté, tomando dos terrones de azúcar para mi té.
— Creo que quedaron convencidas — Dijo, observando como movía la cuchara dentro de mi taza.
Elevó su mirada y tuve que reprimir un estremecimiento.
¿Por qué me parecía hermosa si tenía el rostro de la mujer que hizo de mi vida un infierno?
Recordar que tuve una erección no me ayudaba, tal vez solo fue un impulso, la cercanía y la soledad, la piel suave y cálida, una respuesta involuntaria.
Ella era mujer y aunque podía apreciar la belleza, hasta sentirme atraído por ciertas señoritas, nunca tuve una reacción ante una dama.
De hecho, siempre que me expresaba ante un hombre y aseguraba que también me gustaban las mujeres para ser menos escandaloso, para no causar tanta impresión.
— Es razonable.
— Aunque... — Sus mejillas se sonrojaron — Me revisaron...
Mis hombros se tensaron.
— ¿Cómo qué la revisaron?
Eso era malo, pensé que no lo harían.
— Solo por encima, vieron que no había sangre — Dijo, con incomodidad, con las mejillas más rojas — Dijeron algo...
— ¿Qué cosa? — Pregunté mientras soltaba la cuchara y sostenía mi taza.
— Que la había pasado bien porque no estaba maltratada... Que usted me hizo tocar el cielo con delicadeza y amabilidad...
Me atraganté con el té, dejé en la taza en la mesa y tomé una servilleta, me limpié la barbilla, parte del té cayó en mi traje.
Ella abrió mucho los ojos.
— Lo siento...
— No es su culpa, esas sirvientas deberían ser menos intrusas e impertinentes... Tendré que reprender sus comportamientos...
— No hace falta, majestad... De todas formas eso nos beneficia, o lo beneficia a usted... Si lo creyeron y no se preocupe... Ambos sabemos que no pasó nada — Dijo, tomando fruta para comer, masticó complacida, me entretenía ver su forma de comer, parecía disfrutar cada bocado.
— No, no pasó... Ni pasará.
Dejó de masticar, haciendo una corta pausa antes de seguir, ni siquiera me observó.
¿Yo quería que pasara?
No no quería.
Solo tuve un impulso masculino, eso era todo.
Un impulso masculino por una mujer.
Por ella, con el rostro que me atormentaba.
Volví a estremecerme.
Esto debía ser algún tipo de consecuencia de mi mente rota.
Comí solo un poco, en silencio.
Freya seguía disfrutando su comida, sus delicadas manos pálidas tomaban la fruta, el tenedor para comer las tortas con miel, sus labios se movían, siempre rojos de un buen color.
Desvié mi mirada cuando se percató de que la observaba.
— Freya, quisiera preguntarle cosas de Polemia...
— ¿Y eso para qué? — Gruñó, con actitud defensiva.
— Necesito conocer más sobre Polemia.
— No tiene la intención de ayudar, así que no lo veo necesario — Gruñó, hace poco me había contado sobre los hombres eunucos, pero ahora le molestaba.
— Enviaré a mi segundo al mando — Dije y me evaluó — Irá a Polemia a hablar con su rey.
— ¿Considerará lo que mi padre desea?
— No puedo hacerlo, no sin las respuestas que necesito.
— Son muchos meses de viaje...
— Eso no importa.
Me levanté.
— ¿Tiene asuntos que atender? — Preguntó.
Asentí con la cabeza.
— Cuando termine informe a las sirvientas y vuelva a sus aposentos.
— ¿No puedo acompañarle a sus asuntos?
— Tenemos un acuerdo, está firmado por su puño y letra — Le recordé.
— Mi reino necesita ayuda.
— Su reino no posee riquezas para hacer tratos ¿O sí?
Desvió la mirada de mí.
— No que yo sepa, majestad.
...****************...
— No confío en ti, no ahora — Gruñí a Levi, en presencia del consejo.
Se quedó inmóvil, con los brazos cruzados, aunque Sir Levi ocultaba muy bien sus emociones.
— ¿Cuándo le hice dudar de mi lealtad?
Sabía que le molestaba el teatro ante el resto de consejo, que prefería una conversación privada, pero si iba a anunciar su viaje, entonces ésta era la forma. No me gustaba armar alborotos, pero él se lo buscó, era un castigo que merecía, ser humillado públicamente.
Yo era un ser paciente, cortés y sereno, era justo, pero no me agradaba ser objeto de engaños y traiciones.
— Con tus decisiones a mis espaldas.
— Solo cumplía con la orden de su padre, Majestad.
Vaya descaro tenía para soltarme eso a la cara, como si no tuviese opción.
— ¡Juraste lealtad a mí, no mi padre y me deshonran, ahora tengo a esa mujer, proveniente de ese reino que no posee nada para hacer tratos, pero que obviamente está interesado en nuestras tierras! — Gruñí, con expresión dura.
— Su padre no hubiese hecho un trato si Polemia no tuviera nada que ofrecer — Se defendió y resoplé— Confíe en las negociaciones de su padre.
— Puede hacer sus propios negocios, pero con Hilaria, este reino es Floris — Señalé el mapa pintado en la mesa, toda esa vasta tierra me pertenecía — Es mi reino, son mis decisiones y si tú lealtad está conmigo, tienes que demostrarlo.
Me enojaba tener que recordarles siempre que yo era el rey, les parecía incompetente a pesar de todos estos años, a pesar de que estaba llevando a Floris a un camino pacífico y justo.
— Todo tiene un propósito y el enlace con la princesa Freya tendrá tintes positivos.
— ¿Positivos? — Siseé, recordando que empezaba a volverme loco y que no podía parar de recordar que me había endurecido — ¿Cómo podría una mujer idéntica a mi fallecida esposa tener algo positivo para el reino? ¿Vas a decirme que esto no era parte del plan de ese rey de Polemia? Su sola presencia a traído inquietud al reino.
A mí.
Inquietud que tenía que pasar por alto y no detallar demasiado. No iba a empeñarme con eso, mantener la distancia era lo adecuado, solo podía tratar con Freya en eventos públicos.
— Esperemos que solo sea una absurda casualidad — Dijo, él no podía creerse eso, Levi era listo incluso más que yo.
— Eres un hombre que se ganó muy rápido mi confianza, pero esto no puedo pasarlo por alto — Lo fulminé con la mirada.
No podía ser blando con él.
— Majestad, si usted me considerara un conspirador y traidor, ya estuviese siendo expulsado de este castillo — Dijo, sin preocuparse, el maldito lucía confiado por tener la razón — Pero, sabe que soy uno de sus mejores hombres a pesar del mal entendido que se está gestando.
Vaya, le subí demasiado el ego con mis atenciones.
— No seas arrogante, acepto que has hecho las cosas bien anteriormente, lo que te brinda una sola oportunidad para demostrarme tu lealtad a Floris en lugar de Hilaria — Estreché mis ojos — Ya no deseo a mi padre involucrado aquí porque su reino no es este.
Levi sopesó mis palabras, analizando cada frase y cada gesto de mi parte. Tal vez estaba deduciendo que mi comentario estaba plagado de resentimiento y enojo, incluso hubo destello de picardía, como si sus pensamientos se hubiesen desviado a algún recuerdo no grato para mí en estos momentos.
— Ciertamente que no lo es, pero somos reinos aliados y si ejecutó un trato con Polemia, fue porque lo creyó correcto, así funcionan las alianzas, algo bueno debe tener ese reino helado para que hayan usado a la princesa Freya como primer acercamiento.
No confiaba en su argumento, tal vez solo buscaba convencerme porque sabía los detalles del trato.
— Tú debes saber la razón.
— El rey no me dió detalles sobre esto, jamás supe porque razón cambió los planes sobre su matrimonio.
— No creo en tus palabras, llevas ocultando esto desde hace tres años, desde tu llegada.
— ¿Entonces qué dispone? — Preguntó, haciendo un gesto de cansancio, me estaba haciendo perder los estribos — Me gusta mi trabajo y mi puesto, no deseo perderlo, tampoco deseo que su confianza en mí siga decayendo, mi función de mano del rey no tiene sentido sin eso.
Comenzaría con mi castigo ahora, Levi estaba obligado a obedecer.
— Tendrás que ir a Polemia a hablar con el rey de ese reino, averiguar todo sobre sus intenciones y tratar de zafar el trato que haya hecho mi padre, de no poder, considera que tendrás reemplazo al volver.
Me sentí poderoso al decirlo, con orgullo y seguridad, lo haría, no era una amenaza vacía, quería que aquello terminara.
— Iré, aunque lo último no se si podré llevarlo a cabo, teniendo en cuanta que ya hubo un matrimonio y hasta coronación — Se levantó de su silla.
Tenía razón, pero mi plan era provocar a ese rey, ver cual era el precio por esa princesa y el casamiento, que tanto negoció mi padre, ver qué reacción tendría al enterarse de que yo no estaba dispuesto a pagar el precio de lo que él ofreció.
— Sir Levi, le aseguro que el pueblo estará más que satisfecho si se despoja del título y se anula el matrimonio — Sugirió el ahora ministro defensa, opinando abiertamente como siempre.
— La reina no a demostrado ser incapaz para gobernar, tampoco ha violado ninguna norma — Gruñó mi hermana — No se puede hacer algo así si ella no ha hecho nada inadecuado que ponga al reino en riesgo.
No estaba haciendo nada en lo absoluto porque firmó un papel que le impedía ejercer su poder.
— Es por eso que ser miembro del consejo no es para cualquiera — Dijo Levi y el general se tensó — Una decisión así no se toma a la ligera.
No le simpatizaba, a mí tampoco, pero su papel era importante.
— Solo fue una sugerencia.
— Tomen en cuenta que la reina tiene que estar presente en las reuniones — Dijo y fruncí el ceño.
Él desconocía el papel con las condiciones, así que esto me hizo sospechar más.
— No voy a arriesgarme a que se robe mi autoridad y empiece a abusar de su poder.
El infeliz quiso reír.
— No es la reina Vanessa — Dijo y apreté su mandíbula — Sugiero que la deje ejercer su función como gobernante, solo así se podrá comprobar sus intenciones.
— No me haga recordar que sabía esto desde el principio o consideraré no darle una segunda oportunidad.
No, tal vez Freya no era la misma mujer con la que estuve casado hace años, pero su aparición era la razón por la que no podía ceder, eso era lo que ese rey quería y lo que mi padre también deseaba.
— Necesitaré uno de sus barcos, partiré mañana mismo, Polemia está a muchos meses de viaje, todo al norte — Dijo Levi, con postura erguida.
— Te daré un barco y hombres por si necesitas apoyo.
— ¿Cuántos? — Arqueó las cejas.
— Unos veinte.
— No son suficientes para un ejército, pero entiendo, es mejor aparentar llegar en son de paz, deme unas horas para prepararme — Se alejó y caminó hacia la salida.
Ese sería el último encuentro entre Levi y yo.
👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏