En la ciudad de Lunaris, donde los misterios y las sombras se entrelazan, vive Aurora Selene, una joven tímida y reservada que nunca ha sentido que pertenece al mundo ordinario. Cuando una noche de luna llena descubre un antiguo colgante en el ático de su casa, su vida cambia para siempre. El colgante la vincula a un antiguo linaje de magical girls, las “Fantomenas”, guerreras encargadas de proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Aurora, ahora conocida como Fantomena Luna Night, debe aprender a dominar sus nuevos poderes mientras enfrenta a los Nocturnos, criaturas sombrías que desean sumir al mundo en una eterna oscuridad. A medida que se adapta a su nueva identidad, descubre que no está sola. Otras chicas con destinos similares comienzan a despertar, formando un grupo unido por un vínculo ancestral. Entre ellas se encuentra Cassandra, una misteriosa joven con una conexión especial con la oscuridad, que podría ser tanto una aliada como una rival. Aurora siente una atracción creciente hacia Cassandra, lo que complica aún más sus decisiones. Mientras el amor y la magia florecen, las líneas entre el bien y el mal se desdibujan, y Aurora debe decidir si seguirá el camino de la luz o se adentrará en las sombras junto a Cassandra.
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Capítulo 8: La dama de la niebla
Aurora Selene despertó al amanecer con un sentimiento de desasosiego que se había convertido en su compañía constante. Los últimos días habían estado marcados por una serie de sueños inquietantes, visiones de una luna colosal que parecía desmoronarse en fragmentos de sombras y luces. Cada día, sentía que se alejaba más de la vida que una vez conoció, como si las cosas que antes eran familiares se desvanecieran en un eco distante. La sensación de aislamiento era cada vez más intensa, y el peso de la responsabilidad que llevaba como protectora de las Fantomenas era opresivo.
Para escapar de este sentimiento abrumador, decidió adentrarse en el bosque cercano, un lugar que siempre había ofrecido paz y claridad. Se vistió con ropa cómoda, una blusa ligera de lino y unos pantalones de montar, y salió de la casa con el colgante lunar colgado alrededor de su cuello. El sol apenas se asomaba en el horizonte, enviando haces de luz dorada a través del dosel de árboles.
El bosque estaba tranquilo, con el suelo cubierto de hojas secas que crujían bajo sus pasos. Aurora respiró profundamente, sintiendo cómo el aire fresco y limpio le llenaba los pulmones. Se adentró en el bosque, siguiendo un sendero serpenteante entre los árboles antiguos. La luz del sol, filtrada a través de las hojas, creaba un juego de sombras que danzaban sobre el suelo. La tranquilidad del bosque contrastaba con el torbellino interno que sentía.
De repente, el ambiente comenzó a cambiar. La temperatura descendió abruptamente y una niebla densa empezó a arrastrarse entre los árboles. La niebla parecía moverse con una vida propia, envolviendo el bosque en un manto de misterio. Aurora frunció el ceño, una mezcla de inquietud y curiosidad la impulsó a seguir adelante.
La niebla se espesaba a cada paso, y Aurora sintió una presencia, una sensación de que no estaba sola. Sus sentidos se agudizaron, y en la penumbra de la bruma, distinguió una figura etérea. La figura se movía con una gracia sobrenatural, sus contornos apenas visibles en la densa niebla. Aurora avanzó con cautela, el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
“¿Quién está ahí?” preguntó, su voz resonando en el vacío que la rodeaba.
La figura emergió de la niebla, revelando a una mujer de belleza inusual. Llevaba una túnica plateada que parecía brillar con su propia luz, y su cabello flotaba alrededor de su rostro como si estuviera sumergida en agua. Sus ojos eran profundos y sabios, y sus labios se curvaban en una sonrisa suave y enigmática.
“Soy Elara, una antigua aliada de las Fantomenas,” dijo la mujer, su voz era como un susurro que se deslizaba a través de la niebla. “Te he estado esperando, Aurora.”
Aurora parpadeó, sorprendida. “¿Cómo conoces mi nombre? ¿Qué estás haciendo aquí?”
Elara dio un paso adelante, la niebla se disipaba a su alrededor como si ella la estuviera controlando. “Tu conexión con la luna ha causado alteraciones en el tejido de la realidad. Las sombras que antes estaban contenidas están comenzando a emerger, creando un desbalance que amenaza con desestabilizar todo lo que conoces.”
Aurora sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Qué puedo hacer para detenerlo?”
Elara inclinó la cabeza, mirándola con una mezcla de simpatía y determinación. “He venido a ofrecerte mi ayuda. Sin embargo, hay una condición: debes investigar el Santuario de las Sombras. Allí podrás entender el origen de este desbalance y cómo corregirlo.”
Aurora frunció el ceño, la idea de explorar un lugar tan ominoso le provocaba inquietud. “¿Y por qué debería confiar en ti? ¿Qué garantiza que tus intenciones sean las correctas?”
Elara le ofreció una sonrisa tranquilizadora. “Mi propósito siempre ha sido proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Lo que sucede ahora es una amenaza para todo lo que valoramos. Debes comprender que tus acciones son cruciales. El Santuario de las Sombras es el lugar donde todo comenzó, y solo al enfrentar tus miedos y tus dudas podrás encontrar la verdad.”
Aurora sintió una mezcla de miedo y determinación. Aceptar la oferta de Elara era un paso hacia lo desconocido, pero también era la única forma de entender su papel y cómo podía evitar el desbalance que amenazaba con devorar todo lo que conocía.
“Lo haré,” dijo Aurora, con una firmeza renovada en su voz. “Investigaré el Santuario de las Sombras. ¿Cómo llegaré allí?”
Elara extendió una mano y un mapa antiguo apareció en su palma. El pergamino estaba cubierto de símbolos arcanos y marcas que parecían moverse y cambiar a medida que lo observaba. “Este mapa te guiará. Está diseñado para mostrarte el camino cuando estés lista para partir. El Santuario de las Sombras no es un lugar que pueda encontrarse fácilmente, pero con este mapa y tu determinación, podrás llegar allí.”
Aurora tomó el mapa con cuidado. Era un pergamino envejecido, sus bordes deshilachados y la tinta desvanecida en algunos lugares, pero los símbolos aún eran claramente visibles. La energía que emanaba del mapa era palpable, casi como si el propio bosque estuviera reconociendo su importancia. Elara lo había confiado a sus manos como si fuera una reliquia sagrada, y Aurora sintió el peso de su responsabilidad aún más.
“Antes de irme, ¿hay algo más que deba saber?” preguntó Aurora, sintiéndose aún un poco insegura.
Elara asintió con seriedad. “Recuerda, Aurora, el equilibrio entre la luz y la oscuridad está en tus manos. No solo se trata de confrontar el desbalance externo, sino también de enfrentar tus propios miedos e inseguridades. Tu viaje no será fácil, pero cada paso que tomes te acercará a la verdad.”
Con una última mirada de aliento, Elara se desvaneció en la niebla, dejando a Aurora sola con el mapa en la mano. La niebla comenzó a disiparse, permitiendo que la luz del sol regresara lentamente al bosque. Aurora observó cómo la niebla se alejaba, revelando el sendero que había tomado para llegar allí. La sensación de aislamiento que había sentido antes parecía desvanecerse, reemplazada por una renovada determinación.
Mientras se dirigía hacia la salida del bosque, Aurora se encontró reflexionando sobre las palabras de Elara. La idea del Santuario de las Sombras como el origen del desbalance la llenaba de ansiedad, pero también de una sensación de urgencia. El mapa en sus manos era la clave para desentrañar el misterio que la rodeaba y encontrar una solución para restaurar el equilibrio.
Al llegar a su casa, Aurora sintió que el colgante lunar alrededor de su cuello se calentaba ligeramente, como si respondiera a su determinación. En el interior, comenzó a estudiar el mapa más de cerca, trazando líneas imaginarias y tratando de comprender los símbolos. Era un artefacto complejo, pero también fascinante, lleno de promesas y misterios.
Se preparó para el próximo paso de su viaje. Sabía que debía estar lista para enfrentar lo que fuera que el Santuario de las Sombras le deparara. Con el mapa en su poder y la promesa de Elara en mente, se sumergió en la preparación. La sensación de que su vida estaba a punto de cambiar de manera irrevocable era palpable, pero también sentía una chispa de esperanza. Entender el origen del desbalance podría ser la clave para no solo cumplir con su destino, sino también para encontrar la paz interior que tanto deseaba.
La noche comenzó a caer mientras Aurora se sentaba en su escritorio, el mapa extendido frente a ella. Con cada trazo y símbolo que descifraba, se sentía más conectada con la tarea que tenía por delante. La misión que se avecinaba no sería fácil, pero estaba decidida a enfrentarla con valentía.
Me recuerda a un título de Touhou