En un mundo donde el dolor y la traición se entrelazan, Gabriel ha vivido toda su vida con un solo propósito: vengar la muerte de sus padres, asesinados por una poderosa familia que se mueve en las sombras. Con un corazón marcado por la pérdida, Gabriel traza un plan meticuloso para infiltrarse en su enemigo. Pero lo que no anticipa es la conexión inesperada que formará con Valeria, una joven valiente y llena de vida, que se convierte en su cómplice involuntaria. Mientras Gabriel utiliza a Valeria como un peón en su juego de venganza, ambos se ven atrapados en una red de secretos y mentiras. La línea entre el amor y el odio se difumina, y Gabriel debe enfrentarse a la pregunta más difícil de todas: ¿puede el amor nacer del deseo de venganza? En un desenlace lleno de giros inesperados, “La mentira” te llevará a través de un viaje emocional donde la redención podría ser la única salida.
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Capítulo IX Cambios de humor
La mañana llego con el sonido de los pájaros y un sol radiante entrando por la ventana. Valeria abrió los ojos y al darse cuenta que no estaba en un sueño y que por primera vez no fue despertada por los gritos de su abuelo: sonrió.
“Bienvenida a mi nueva vida”, comentó para si misma. Con optimismo se levantó de la cama y buscó entre sus cosas algo decente que ponerse, igual no tenía mucho, ya que los Arismendi pocas veces le compraban algo. Nunca entendió el rechazo de su familia hacia ella, si no hubiera sido por su primo Alfredo en este momento ella ya no existiera. Al pensar en su primo una oleada de tristeza se adueñó de ella, pues no pudo ni siquiera despedirse de él.
El sonido de la puerta al ser golpeada la sacó de sus pensamientos, sabiendo que era Gabriel ella caminó hasta esta y la abrió con una sonrisa, pero en cambio Gabriel tenía una expresión muy seria, “hora del desayuno, por favor no te demores”, sus palabras eran frías como el hielo, dejando una sensación de confusión en la inexperta Valeria.
“Gracias, ya estoy lista para bajar a desayunar”, respondió Valeria.
Bajaron las escaleras y llegaron al comedor, Gabriel indicó a las personas del servicio que sirvieran el desayuno, Valeria estaba sorprendida por la presencia de esas personas, ya que la noche anterior el castillo parecía estar inhabilitado.
“Señores, en un momento se les servirá el desayuno”, dijo una de las mujeres de servicio, quien miró a Valeria con envidia.
“Gracias, dile a la nana que venga, quiero que conozca a mi esposa“, Gabriel dijo con firmeza.
“Si, Sr. en un momento estará frente a ustede”, la mujer salió del comedor dejando a Gabriel solo con Valeria.
“Pensé que no había nadie viviendo en este lugar”, comentó Valeria rompiendo el incómodo silencio.
“Alguien debe hacerse cargo del castillo”, respondió Gabriel distante.
Valeria decidió no seguir diciendo nada, Gabriel era muy extraño y en realidad ella no quería perder el tiempo con una persona tan extraña, “no tengo hambre, mejor regreso a mi habitación”, Valeria no espero respuesta de Gabriel, ella simple se puso de pie y se fue a su habitación. Gabriel se puso furioso ante la actitud de Valeria, ella era una insolente y él no se lo permitiría.
“¿A donde vas hijo?”, pregunto la nana entrando al comedor.
“Tengo que resolver algo, ahora vengo”, dijo Gabriel saliendo a toda prisa del comedor.
Mientras tanto Valeria se encontraba en su habitación mirando por la gran ventana, el día estaba radiante, el sol brillaba en plenitud, era tan diferente a cómo ella se sentía en ese momento, ya que mientras él día transmitía alegria, ella estaba que moría por dentro.
Con sus lágrimas amenazando por salir, Valeria cerró sus ojos y pensó en la libertad de las aves que veía volando a través del cristal de las ventanas del castillo. No se percató de que Gabriel había entrado a su habitación, estaba tan sumida en sus pensamientos que ignoraba por completo que su esposo la estaba observando.
“No voy a aguantar tus malcriadeses”, dijo Gabriel en un tono frío haciendo que Valeria volviera a la realidad.
Ella se giró para ver la expresión fría de Gabriel quien no mostraba un ápice de paciencia. “Lo siento señor Linares, es solo que no me siento bien”, respondió la joven aturdida.
“¿Qué tienes?, porque hasta hace un momento estabas muy bien”, dijo Gabriel de mal humor.
“Debe ser el clima”, respondió Valeria inexpresiva.
“Déjate de tonterías y vamos para que conozcas a mi nana”, señaló Gabriel impaciente.
Sin más que hacer, Valeria siguió a su esposo de regreso al comedor, donde los estaba esperando una señora algo mayor, pero con calidez en su sonrisa.
“¿Ella es tu esposa?”, pregunto la nana yendo hasta donde estaba Valeria.
“Un gusto señora, soy Valeria Arismendi”, respondió Valeria muy amablemente.
“Eres una joven muy hermosa, mi niño al fin consiguió una muchacha que vale la pena”, comentó la señora mirando con complicidad a Valeria.
“Bueno, basta de plática. Sentémonos a comer en paz”, Valeria se sentó al lado de la señora Irene, ella no entendía, pero esa mujer le transmitía mucha confianza, era como si la conociera de toda la vida.
“Espero que este muchacho te esté tratando bien; porque si no lo hace, yo misma le halo las orejas”, comentó Irene logrando sacarle una sonrisa a Valeria.
“Su niño me trata bien señora no se preocupe por nada”, dijo Valeria guiñándole el ojo a Irene. “Igual yo me sé defender”, susurro muy bajito solo para que la nana la escuchara.
“Se que eres muy valiente para aceptar casarte con este muchacho malgeniado”, comentó entre risas Irene.
Por otro lado, Gabriel estaba sorprendido por la complicidad de ellas, ya que Irene nunca había congeniado con ninguna de las novias que le había presentado,
“Veo que se llevan bien”
“Sí, parece que sí”, respondió Valeria con una sonrisa, sintiéndose más cómoda en la conversación. “La verdad es que me cae muy bien la señora Irene. Tiene una forma de hacerte sentir como en casa.”
Irene sonrió, orgullosa de haber hecho sentir a Valeria tan bien. “Es que tienes un buen corazón, chica. Y si tienes un buen corazón, siempre encontrarás la manera de llevarte bien con los demás.”
Gabriel observó a las dos mujeres y sintió una mezcla de irritabilidad y sorpresa. “Nunca pensé que esto sucedería”, comentó, mirando a Valeria y luego a su nana. “Normalmente, no le cae bien ninguna de mis ex novias”
Valeria rió suavemente. “Tal vez porque soy diferebte a las demás, Gabriel.”
“Eso suena prometedor”, dijo Irene, mirando a Gabriel con complicidad. “A veces hay que darle una oportunidad a las personas para ver lo maravillosas que pueden ser.”
Gabriel miró a Irene con sospechas. “Definitivamente has traído algo especial, Valeria.”
La cena continuó entre risas y anécdotas por parte de las dos mujeres, mientras que Gabriel estaba serio y distante, para él no tenía lógica que Irene con el carácter que tiene se dejara manipular de una niña como Valeria.