Bajo La Máscara Del Placer

La cabaña se sumió en el silencio mientras Valeria y Jihoon asimilaban la gravedad de su situación. Ahora entendían que no estaban solos en esta cruzada, sino que eran piezas pequeñas en un juego mortal manipulado por una red poderosa e implacable. El Círculo de la Sangre no solo protegía secretos, sino que eliminaba a quienes se interponían en su camino.

—Si tenemos esta información —comenzó Jihoon, mirándola fijamente—, y si ellos saben que la tenemos… estamos en su lista. No dejarán de buscar hasta que eliminen cualquier rastro de estas pruebas.

Valeria asintió, dándose cuenta de que cada segundo que pasaba, la amenaza se hacía más inminente. Miró el cuaderno de su madre y recordó su determinación. No podía darse el lujo de dejar que el sacrificio de Sofía fuera en vano.

—Debemos actuar rápido. Tal vez sea hora de dejar de huir y enfrentarlos —dijo Valeria, intentando que su voz sonara firme, aunque el miedo la invadía.

Jihoon sonrió con una mezcla de sorpresa y admiración. —¿Tienes algún plan?

Valeria respiró hondo. —Primero, necesitamos revelar lo que sabemos. Si hacemos pública esta información, el Círculo ya no podrá actuar tan libremente. Pero debemos ser cuidadosos con a quién se la entregamos.

Jihoon asintió, y juntos comenzaron a analizar su situación. Sabían que la única manera de ponerle fin a esta pesadilla era exponer la verdad, pero también que en el proceso correrían riesgos aún mayores. Necesitaban aliados, personas en quienes confiar, pero eso era una apuesta peligrosa en un mundo donde cualquiera podía ser parte de la conspiración.

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A la mañana siguiente, Valeria y Jihoon se trasladaron a una cafetería en las afueras, usando una identidad falsa para evitar llamar la atención. Ahí, Jihoon contactó a un antiguo amigo periodista, alguien con experiencia en temas de corrupción y que, a su parecer, era de fiar. Aunque arriesgado, este paso era crucial para abrir una puerta de salida antes de que los rastrearan nuevamente.

Esperaron por horas, el café en la mesa enfriándose sin ser tocado. Finalmente, un hombre de mediana edad, con aspecto cansado y una mirada perspicaz, se sentó frente a ellos. Era Daniel Ferrer, uno de los pocos periodistas independientes que quedaban en el país.

—Así que, ¿tienen algo que pueda sacudir el sistema? —preguntó Daniel en voz baja, lanzándoles una mirada evaluadora.

Valeria y Jihoon intercambiaron una mirada rápida. Jihoon deslizó la carpeta hacia Daniel, quien la abrió, inspeccionando cada documento y anotación. Su rostro fue cambiando de incredulidad a seriedad a medida que revisaba el contenido.

—Esto… esto es mucho más grande de lo que imaginaba —murmuró. Se inclinó hacia ellos y bajó la voz aún más—. Si esto es verdad, están enfrentándose a un monstruo. El Círculo de la Sangre no solo controla la política, sino que tiene tentáculos en cada rincón de la economía y la justicia. Si hacemos esto público, estarían todos sobre ustedes en un instante.

—Por eso te contactamos —respondió Jihoon con determinación—. Sabemos que esto no será fácil, pero necesitamos que esta información llegue a donde no puedan encubrirla.

Daniel los miró con seriedad. —Esto tiene que hacerse de la manera correcta. Necesitamos pruebas irrefutables, y a la persona correcta en el gobierno para que actúe sobre esto de inmediato.

Valeria, consciente de que su madre había tenido conexiones en el pasado, recordó a un antiguo amigo de la familia, alguien en quien tal vez aún pudiera confiar: el juez Pavel Suárez, un hombre que en sus años jóvenes había luchado por los derechos humanos y la justicia. Aunque hacía años que no lo veía, sabía que si había alguien que podría tener el valor de enfrentarse al Círculo, era él.

—Conozco a alguien que puede ayudarnos —dijo Valeria con determinación—. Pavel Suárez, un juez de alto rango. Si logramos que él vea estos documentos, podría iniciar una investigación formal.

Daniel asintió, aunque sus ojos mostraban dudas. —Es un buen plan, pero no te emociones demasiado. La corrupción está tan arraigada que incluso el juez Suárez podría estar comprometido.

Pero Valeria estaba decidida a correr el riesgo. Necesitaban un aliado dentro del sistema y, si existía una posibilidad de que Pavel no estuviera involucrado, tenían que intentarlo.

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Al día siguiente, Valeria y Jihoon llegaron al juzgado donde trabajaba el juez Suárez, llevando consigo una copia de los documentos. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban. Al llegar a la entrada, notaron que dos hombres en trajes oscuros los observaban detenidamente, como si esperaran cualquier movimiento en falso.

La ansiedad en el rostro de Valeria se hizo evidente, y Jihoon la tomó de la mano, intentando transmitirle seguridad. —Mantenemos la calma, entramos, y buscamos una forma de llegar a Pavel sin levantar sospechas —susurró.

Dentro del juzgado, Valeria localizó la oficina de Suárez, y al asomarse, el propio juez estaba revisando documentos en su escritorio. Recordaba su rostro amable y serio, y sintió una mezcla de alivio y temor al verlo de nuevo.

—Juez Suárez, soy Valeria Dmitriev —dijo en voz baja desde la puerta—. Necesito hablar con usted, es urgente.

El juez levantó la vista, sorprendido al escuchar su nombre. Al reconocerla, su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Valeria… ¿qué estás haciendo aquí? Esto no es seguro.

—Tengo información importante, algo que su vida misma podría depender de ver —replicó Valeria, lanzando una mirada significativa hacia la carpeta que sostenía.

Pavel los hizo pasar y cerró la puerta tras ellos. Durante la siguiente media hora, Valeria y Jihoon le explicaron la situación, mostrándole los documentos que probaban la existencia del Círculo de la Sangre y sus múltiples crímenes.

El juez Suárez miró cada página con gravedad, comprendiendo la magnitud del problema. —Esto… no puedo decir que me sorprenda, pero nunca pensé que llegaría a tener estas pruebas en mis manos. Sé bien que ponerme en contra de ellos significa una sentencia de muerte.

—Entonces, ¿nos ayudará? —preguntó Jihoon, su voz cargada de urgencia.

Pavel los miró, sopesando el riesgo. Finalmente, asintió lentamente. —Les ayudaré, pero deben entender que a partir de ahora, sus vidas están en peligro inminente. No habrá marcha atrás.

Valeria sintió el peso de sus palabras, pero también una determinación renovada. Finalmente tenían un aliado dentro del sistema, y juntos, trazaron un plan para filtrar la información de manera segura y estratégicamente programada.

Pero mientras planificaban, en las sombras, el Círculo de la Sangre ya estaba movilizando sus piezas, preparando su siguiente movimiento. Para ellos, Valeria y su pequeña red de aliados no eran más que un obstáculo que debía ser eliminado sin dejar rastro.