Amargo Adiós

A diferencia de lo que pensaba Massimiliano, Isabella se retiró por su cuenta, sin usar la limusina en la que llegó, solo salió y camino por la calle hasta encontrar la Avenida, para tomar un Taxi que la llevara a casa.

Sus padres se fueron después de ella, pero no quiso ser acompañada por sus padres o Philen.

Tenía que comenzar a organizar todo para su partida, decidió que no se llevaría nada de su actual residencial, llevarse esas cosas solo sería llevar cargas emocionales.

Solo tomaría algunas joyas, las menos valiosas, afortunadamente tenía una buena cantidad en su cuenta de banco, pero no tomaría el dinero hasta que se estableciera en su nuevo destino.

Se iría para vivir sin lujos y sin estar bajo la lupa de la sociedad, lo que vio esa noche le hizo pensar que estaría mejor sola que con un hombre compartido, además su corazón ya no podía vivir con un tímido amor no correspondido. Deseaba ser amada, que el hombre a su lado la mirara como si ella fuera la joya más valiosa del mundo, no como un reemplazo en un lugar equivocado.

Los días de esperar con ansias la hora de la cena para ver el rostro frío e insensible de su amado, la falta de amor y la carencia de apoyo que había necesitado en sus momentos más difíciles, todo eso que una pareja enamorada tiene y ella nunca tuvo, su madre tenía razón “Es mejor vivir solo que en desamor".

Mientras pensaba en todo lo tendría que hacer al día siguiente sonó su teléfono celular.

—Hola Phil, me acabo de ir y ya me extrañas.

— Por la interrupción de Massimiliano ya no te pude decir, el abogado te espera mañana por la mañana en su oficina.

— Claro, dame la dirección y yo estaré ahí.

Philen le dio la dirección y en ese momento ella mentalmente pensaba que ruta tomar, hasta que recordó que su auto lo dejó en el parque de diversiones.

— Phill, hay un problemita, mi auto no está disponible y no quiero que el chófer me lleve, ya sabes, le puede decir a Massimilano.

— Está bien yo paso por ti a las 10 de la mañana y después vamos por tu auto.

— Me parece perfecto.

Phillen estaba por terminar la llamada pero Isabella lo llamó.

— Phill ...

— Dime, Bella

— Gracias por todo y gracias por lo de hoy, no se que hubiera pasado si tú no me hubieras sostenido antes de desplomarme.

— No tienes que dar las gracias, sabes que siempre puedes contar conmigo.

— Gracias, eres el mejor...

Phillen terminó la llamada, sabía que la última palabra que saldría de la boca de Isabella era "amigo", una palabra que en si no tenía nada de malo pero para él era extremadamente dolorosas.

Isabella llegó a su casa agotada, pensó en esperar a Massimiliano, pero después reflexionó, no tenía caso saber nada de él, solo se sentiría más humillada.

Se fue a la cama y se quedó profundamente dormida, al día siguiente tendría que dejar todos los documentos importantes de su oficina en orden y presentar su renuncia.

Era temprano cuando Isabella abrió los ojos, por alguna extraña razón se sentía muy bien, muy viva y con energía.

Tenía hambre así que aún en pijama bajo a comer algo ligero, por su estado no podía comer demasiado por la mañana o todo terminaría en el retrete.

Mientras ella preparaba una ensalada ligera se escucharon los pasos de Massimiliano, pero ella no presto atención a eso.

Él escuchó el sonido proveniente de la cocina y solo miró por la pequeña ventana redonda que había en la puerta de separación.

Miro a una mujer hermosa, vestida de forma despreocupada, guisando alegremente con una sonrisa en los labios.

“ Ella realmente es así, por qué apenas me doy cuenta de eso” – pensó, mientras intentaba tranquilizar sus deseos de ir en su dirección y abrazarla por la cintura.

Era una imagen que se dibujo en su mente, el a su espalda y ella girando el rostro con una sonrisa.

— Buenos días Señor ¿desea que le preparé algo de desayunar? – Pregunto una sirvienta, era raro ver a Massimiliano en ese lugar así que en cuanto lo vio se sorprendió.

La sorpresiva pregunta le sorprendió a Massimiliano, que dejó de mirar a Isabella y se giró en dirección de la sirvienta.

— No, no deseo nada, sal a comprar pan recién hecho para la señora.

— ¿Pan recién horneado? – repitió la sirvienta, era una orden tan inusual, que le sorprendió.

— Si, ¡no entendiste!

— Si, disculpe, ahora mismo salgo.

La sirvienta dejó lo que tenía en las manos y se apresuró a salir de la casa, había un vehículo que se ocupaba para todos los servicios de la casa, así que aún cuando la panadería estaba lejos no tardaría demasiado en regresar.

Massimiliano echó un último vistazo a Isabella, algo en su corazón comenzó a pesar. El remordimiento comenzó a inundaron, por qué ella había dejado de sonreír de esa forma tan natural cuando él estaba cerca, realmente fue duramente azotada con su desamor.

Isabella tenía unos auriculares en las orejas, escuchaba música y mientras preparaba un jugo y la ensalada bailaba por toda la cocina.

Massimiliano río un poco, era divertido ver a esa linda mujer hacer pasos de baile un poco ridículos.

Isabella sintió la mirada de alguien y levantó la cara, Massimiliano se sorprendió y rápidamente evitó ser visto.

Isabella salió de la cocina para ver de quién era la sombra que acababa de ver, pero no encontró a nadie, Massimiliano se escondió detrás de algunos muebles.

Isabella, apagó la música y se sentó en la barra de la cocina, y comenzó a comer con gusto sus alimentos.

“ Mi querido bebé, te prometo que no te haré sufrir por el tonto y estúpido amor de tu madre, aún eres del tamaño de un dedal pero te cuidaré y alimentate muy bien" – Susurro Isabella mientras colocaba las manos en su vientre aún plano.

Después comenzó a comer con satisfacción.

Massimiliano no quería arruinar el desayuno de Isabella, así que no se aproximó nuevamente a la cocina, salió directamente por la puerta, la sirvienta ya estaba de regreso con el pan.

En cuanto Massimiliano la vio, la riño.

— Te haz tardado demasiado, corre a llevarlo a la señora, está en la cocina.

— Si señor, ahora mismo voy.

Ya estaban a cortar cantidad de distancia cuando Massimiliano le llamo nuevamente a la sirvienta que caminaba apresurada.

— No le digas que lo compraste por mis órdenes.

La sirvienta se sorprendió pero no dijo nada y solo asintió.