{Publicaciones los LUNES/MIÉRCOLES/VIERNES}
Elizabeth era una mujer adulta que vivía sola y gozaba a pleno de su sexualidad, cuando muere por un accidente de tránsito, reencarna en un libro de época antigua que leyó antes de morir. Ella al saber cómo se darán las cosas, comienza a preparar y claro, a formar su propio harén, porque ¿para que conformarse solo con uno cuando se puede tener a seis?. Elizabeth tendrá que enfrentar muchas cosas y personas para lograr sus objetivos, además de enfrentarse a la diferencia de época y creencias sociales...
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Capitulo 22
Una vez que Elizabeth llega al ducado, se dirige a su habitación a descansar un rato, cuando de pronto lo recuerda.
Recuerda que según la novela que leyó, en la cual está ahora, la emperatriz tenía un secuaz, su amante y el que le hacía todo el trabajo sucio. Sabe que dar con él no será fácil, ya que también es una persona muy influyente e importante dentro del imperio. Es demasiado peligroso para ella y sus amigos.
Elizabeth hizo memoria, tratando de recordar según la línea de tiempo donde es que andaría ahora. Por suerte, luego de varias horas haciendo croquis, recordó todo, muchos detalles importantes que también había pasado por alto.
Llama a Nina, su sirvienta personal, ella ya se había ganado su confianza con él tiempo, había pasado varias pruebas de lealtad sin ella saberlo, mantenía un perfil bajo, y gracias a todo ello es que ha podido hacer varios encargos sin llamar la atención. Nina era la que le compraba cada cierto tiempo, la medicina para evitar el embarazo, y poco a poco había ido adquiriendo ciertos contactos que le harían falta en momentos como ese.
-¿Me llamó señorita? - se hizo presente Nina
-Si Nina, necesito que hables con una de las personas sombra, tengo un encargo - pidió directa Elizabeth. Las personas sombras eran como mercenarios pero unos más letales, ya que tenían la habilidad de ocultarse muy bien, como los ninjas pero de otra época.
-De acuerdo señorita, ¿tiene la nota lista? - preguntó Nina, poniéndose una bolsita lista para partir
-Sí, es solo un encargo de vigilancia a la persona que está en la nota - explicó simplemente Elizabeth, entregándole el sobre listo y una bolsita de monedas de oro.
Horas más tarde, Nina había vuelto avisando que todo estaba listo y que la sombra vendría eventualmente reportando cualquier noticia.
Los días van pasando y ella hace su día a día con normalidad, sigue yendo a repartir comida y vestimenta, ahora tiene más trabajo que antes con los locales gracias a la publicidad que se ganó con la princesa, además los negocios se fueron expandiendo por varios reinos más debido a sus negocios con el emperador. Lo cual le generaba más ganancias también. Los príncipes también habían ido a pedirle prendas exclusivas para ellos, lo que generó algunos rumores también.
Un día, en el que se encontraba sola en el ducado, llegó Gideon de visita, sin saber que no estaban los duques ni Arthur.
-¿Qué puedo hacer por usted joven Smith? - preguntó Elizabeth en broma, haciendo acto de presencia en el recibidor
-Oh, señorita Elizabeth Wilson, ¡qué gran coincidencia! - se rió Gideon siguiendo su juego.
Finalmente, ella lo llevó al jardín a beber un té mientras charlaban.
-Ahora en serio Gideon, ¿que te trae por acá? - preguntó ella curiosa
-He venido a pedir permiso para cortejarte - respondió él, visiblemente nervioso
-¿Qué vos qué? - preguntó Elizabeth sin poder creer lo que escuchaba
-Entiendo que es algo bastante precipitado y no sé si alguien más ya lo está haciendo, pero lo único que sé es que la quiero, usted me gusta mucho - se confesó Gideon tomando valor - es una señorita muy diferente y me encanta, pero también soy consciente de que no soy el único que lo ha notado. Soy consciente también de que tanto Caleb Miller, como Jasper Fitzwilliam la pretenden desde hace un tiempo, incluso me atrevo a decir que los príncipes imperiales también han sido cautivados por usted - hizo una pausa para tomarle la mano - por favor señorita Elizabeth, deme una oportunidad
-Usted también me gusta mucho joven Smith - respondió con una sonrisa Elizabeth, pero continúo antes de que Gideon sé dé más falsas esperanzas - pero no puedo darle lo que usted me pide, yo no deseo comprometerme - respondió ella, haciendo que Gideon se sorprendiera - sin embargo, el hecho de no estar comprometida, no me imposibilita la posibilidad de gozar de otros cuerpos y mis deseos carnales - finalizó ella, dándole una recorrida al cuerpo del pelirrojo, mordiendo lentamente sus labios
Gideon estaba perplejo, no podía creer lo que acababa de escuchar, hasta pensaba que no la había entendido bien, hasta que la vió mirarlo de esa manera tan lujuriosa.
-¿Usted... Ha tenido algo con el joven Caleb? - preguntó de repente bastante dudoso, ella asintió - ¿Y con el joven Jasper? - volvió a preguntar, ella volvió a asentir - ¿con los príncipes también? - ella negó con la cabeza - Pero... ¿Ellos están al tanto de que usted está con ambos? - preguntó ofuscado Gideon
-Por supuesto que lo saben, ¿por quién me toma? - respondió ella segura
-¿Y están de acuerdo con compartirla? - volvió a preguntar desconcertando
-Al parecer sí, porque siguen conmigo los dos; sin embargo, ya saben que es la única manera de poder estar conmigo, ya que no deseo casarme aún, y ellos eran libres de irse, yo no los obligué a aceptar nada, pero por lo que he notado, ambos están bastante complacidos - sonrió ella, recordando varias noches de pasión que habían compartido los tres juntos.
-No puedo creer esto - exclamó Gideon indignado imaginando a Elizabeth en brazos de ambos muchachos. Se levantó de su asiento con la intención de retirarse de allí para ordenar sus pensamientos, cuando ella lo tomó de la mano, haciéndolo olvidar de todo.
-Aún no se vaya jóven Smith, es temprano para retirarse - murmuró ella, pegando su cuerpo al de él
-¿Qué hace? - preguntó inseguro el pelirrojo
-Venga - sonrió Elizabeth, guiándolo hacia dentro del ducado, más exactamente hacía su habitación.
Una vez dentro, empujó a Gideon hacía la puerta, impidiéndole moverse, él estaba tan sorprendido que no sabía qué hacer.
Ella le puso llave a la puerta, luego fue hacía el centro de la habitación y lentamente comenzó a quitarse la ropa, haciéndole un baile sensual. Gideon estaba extasiado, sabía que no debía hacer eso, pero por alguna razón no se podía mover.
Cuando Elizabeth quedó como Dios la trajo al mundo, se acercó como una gata hacía su presa, lo tomó del cuello y lo besó apasionadamente, ahí fue cuando él reaccionó y rodeó su cintura con sus manos, sin ir más allá.
Ella comenzó a desvestirlo; sin embargo, fue él quién terminó por sacarse todo. Él la alzó y ella rodeó su cintura con sus piernas, apretándose contra la pared, ella metió varios dedos en la boca de él, untándose de su saliva para luego pasarla por su intimidad, lubricándose. Seguido de eso, tomó su miembro y se lo froto contra ella, haciendo jadear y desesperar a Gideon. Finalmente,, lo colocó en su abertura y se hundió en él.
Ambos jadearon fuertemente con esa acción. Gideon fue el primero en reaccionar y comenzó a empotrarla de forma dura y concisa contra la pared. Ella lo gozaba, pidiendo más y más mientras sonreía mirándolo a los ojos.
El pelirrojo estaba fascinado, sí antes le gustaba la albina, ahora estaba completamente perdido y no le iba a quedar más que entregarse a ella, haciendo todo lo que ella le pidiera.
Ambos estuvieron horas y horas dándose placer sin perder tiempo. Gritando y jadeando a gusto.
Sin embargo, Harriet que andaba por ahí los escuchó y pudo darse cuenta de que se trataba de Gideon, lo cual la puso mal, ya que ella creía que Elizabeth estaba solamente con su hermano Caleb, ahora no sabía que hacer.