Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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Debes casarte
Valentina, ya no era una mujer que todos querían manipular manejarla como una marioneta, había demostrado ser más que una figura decorativa. Había aprendido a moverse entre contactos y negociaciones como si fuera toda una experta.
Los enemigos de su padre. Al contrario, se resistían, redoblaron sus esfuerzos. Y fue. Entonces cuando Valentina comprendió que no bastaba con defenderse: había que enfrentarlos directamente, exponerlos, y devolverles cada golpe con el doble de fuerza.
La ocasión llegó en una cena de gala organizada por los Dufresne, una familia de banqueros rivales que siempre habían codiciado las acciones hoteleras de los Rossi. Catherine insistió en asistir, aunque sabía que era un terreno hostil.
-- Si no vas, pensarán que huyes. -- Le dijo a Valentina mientras ajustaba el broche de diamante en su vestido.
Valentina, con un vestido negro que resaltaba soporte, entró al salón tomada del brazo de Gabriel, quién, aunque solo era su escolta, se mantenía tan cerca que parecía parte de su propia sombra.
El patriarca Dufresne se acercó con una sonrisa hipócrita.
-- Mademoiselle Rossi, qué placer tenerla entre nosotros. Lamento profundamente lo de su padre. Fue un gran hombre... aunque, claro, todos cometemos errores. --
Valentina. Lo miró con frialdad.
--Mi padre no cometía errores, monsieur. Sabía exactamente en quién confiar... y en quién no. --
El comentario, cargado de veneno sutil, hizo que el banquero apretara la mandíbula. Valentina sabía que en esa mesa no se jugaba solo a los modales, sino también al poder.
Durante la cena, los Dufresne intentaron acorralarla con comentarios sobre las deudas de la empresa, las "decisiones riesgosas" que ella estaba tomando y las supuestas ofertas que había rechazado. Valentina respondió con una calma letal, enumerando cifras, contratos vigentes y socios internacionales que los dejaban sin réplica.
Esa noche, al salir de la gala, Gabriel murmuró.
-- Les has dado una estocada. --
Valentina sonrió con cansancio. -- Era necesario. Si no los enfrento de frente, pensarán que soy débil. --
Pero los enemigos de los Rossi. No jugaban en los salones. En los días siguientes, Valentina notó que la prensa empezaba a publicar artículos que cuestionaban su liderazgo, insinuando romances con socio para desacreditar sus méritos.
En una ocasión, un automóvil negro la siguió hasta La mansión. Gabriel lo detectó y obligó al conductor a retirarse, pero el mensaje era claro: la estaban vigilando.
Valentina, lejos de intimidarse, decidió moverse con más audacia. Comenzó a indagar en los contratos que su padre había firmado en secreto, descubriendo una red de acuerdos turbios donde los nombres como Magnier, y Dufresne aparecían constantemente.
-- Si ellos jugaron sucio con mi padre. -- Le dijo a Gabriel, mostrándole los documentos. -- yo no voy a jugar limpio. Voy a exponerlos. --
Gabriel, aunque siempre prudente.
-- Eso significa Guerra. --
-- Que así sea. -- respondió Valentina.
Mientras Valentina libraba batallas empresariales, Catherine observaba con creciente preocupación. Veía su hija convertirse en una mujer de acero, sí, pero también en alguien solitaria, rodeada de enemigos y con pocos aliados de confianza.
Una tarde, mientras tomaban té en el jardín de la mansión, Catherine dejó caer el tema con suavidad calculada.
-- Valentina, ha llegado el momento de pensar en el futuro. --
-- Yo lo hago todos los días, madre. --
-- No me refiero a los negocios. me refiero a ti. A tu vida personal. --
Valentina levantó una ceja.
--¿Vida personal?. Madre, los Rossi no tenemos ese lujo. --
Catherine suspiró y dejó la tasa sobre el platillo.
-- No puedes llevar todo esto. tu padre siempre quiso que tu matrimonio aseguraran alianzas estratégicas. Hay jóvenes herederos, banqueros, empresarios que estarían dispuestos a apoyarte... si aceptas un compromiso. --
Valentina apretó los labios.
--¿Un matrimonio por conveniencia? --
-- Un matrimonio por seguridad. por supervivencia. -- corrigió Catherine. -- No puedes confiar solo en tu guardaespaldas para sostener un imperio. Necesitas un socio alguien que te garantice continuidad. --
Las palabras, calaron a Valentina, no esperaba que su madre le estuviera hablando que necesita de alguien que le garantice su continuidad. Valentina no pensaba en el romanticismo, pero tampoco entregarse como una pieza de ajedrez.
-- Yo decido con quién me caso. -- le respondió Valentina a su madre con dureza. -- Será cuando yo lo considere, no cuando los enemigos de mi padre lo dicten. O acaso tú eres una de mis enemigas. --
Valentina se levantó dándose la vuelta dejando a Catherine sola, solo la vio alejarse. En los días siguientes, Valentina recibió una invitación "amistosa" de los Magnier, una familia poderosa. la propuesta era discutir una alianza hotelera en la Riviera francesa.
Gabriel, desconfiado, advirtió. -- Esto huele a trampa. --
-- Precisamente por eso debo ir. -- le respondió Valentina.
En la reunión, los Magnier intentaron presionarla con un contrato qué implicaba ceder parte de las acciones de Costa Azul. Valentina, con calma, lo rechazó.
-- No entregaré lo que es mío. -- dijo con firmeza.
Unos de los magnier sonrió con malicia. -- Entonces me temo que las consecuencias recaerán sobre usted, señorita Rossi.
Valentina sostuvo la mirada sin pestañear. -- Llevo un año enfrentando consecuencias. No me asustan. --
Al salir, Gabriel la escoltó hasta el automóvil, pero notó como sus manos temblaban lentamente.
-- Tu valentía no significa que no tengas miedo. -- Dijo en voz baja.
-- Claro que tengo miedo. -- Susurró Valentina, mirando por la ventana. -- Pero lo uso como combustible. --
De regreso en París, Catherine intensificó sus intentos de empujar a valentina hacia un matrimonio. Organizo cenas con jóvenes herederos, reuniones privadas con empresarios solteros, incluso recepciones donde los rumores sobre un futuro compromiso eran alentado por la propia madre.
-- Cada rechazo tuyo debilita tu imagen. -- Le dice Catherine a Valentina. -- Necesitas mostrar estabilidad, da señas de que no eres una pieza suelta en el tablero. --
Valentina soportaba esas conversaciones con paciencia limitada. Sabía que su madre no hablaba solo por tradición, sino por miedo: miedo a verla caer como su padre, devorada por los lobos.
Pero cada vez que veía Gabriel de pie en la distancia, observándola con esa lealtad imperturbable, se daba cuenta de que el único apoyo real que tenía, que no era su pretendiente, sino aquel hombre que nunca la trataría como una mercancía.
Una noche, tras una reunión con con inversores en Marsella, Valentina y Gabriel fueron emboscados en el camino de regreso. Dos vehículos interceptaron el suyo, intentando forzar un accidente.
Gabriel reaccionó con precisión: maniobro el auto, esquivo los golpes y, tras una persecución breve, pero intensa, logró perderlos en un túnel.
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️