NovelToon NovelToon
Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Amor a primera vista / Maltrato Emocional / Amor-odio / Venganza de la protagonista / Reencarnación(época moderna)
Popularitas:17.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Roxana Fernández

Issabelle Mancini, heredera de una poderosa familia italiana, muere sola y traicionada por el hombre que amó. Pero el destino le da una segunda oportunidad: despierta en el pasado, justo después de su boda. Esta vez, no será la esposa sumisa y olvidada. Convertida en una estratega implacable, Issabelle se propone cambiar su historia, construir su propio imperio y vengar cada lágrima derramada. Sin embargo, mientras conquista el mundo que antes la aplastó, descubrirá que su mayor batalla no será contra su esposo… sino contra la mujer que una vez fue.

NovelToon tiene autorización de Roxana Fernández para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 7. Un trato justo.

CAPÍTULO 7

Un trato justo.

Issabelle cerró los ojos un instante, saboreó la victoria. Aunque tuvo que pagar demás, sabía que igualmente valdría la pena.

Abrió los ojos y contempló a Enzo: su máscara de orgullo contenía un estremecimiento de furia.

Issabelle sonrió ligeramente, recogió su abanico y se dispuso a retirarse.

—¿Qué demonios hiciste? —su voz era un reclamo contenido—. ¡Cien mil por un terreno inútil!

Issabelle lo miró con serenidad absoluta. Su respiración era tranquila, el leve aroma de su perfume de jazmín y madera de sándalo envolvía el aire.

—Mi intuición me dijo que valdría la pena —respondió—. Y considero que ese terreno, en las manos adecuadas, puede triplicar su valor en poco tiempo.

Enzo escupió con desdén:

—¡Intuición! Tonterías —comentó frunciendo los labios—. ¿O fue tu maldito orgullo?

Ella sonrió con frialdad.

—Llámalo como quieras. Yo ya no juego con las piezas de otros.

Eva se aferró al brazo de Enzo con los labios curvados en una mueca desdeñosa, sus ojos destilaban envidia al ver lo hermosa que Issabelle se veía.

—Señora Milani, ¿no cree que se ha excedido? No puede hacer que el señor Enzo pierda tanto dinero de manera irresponsable. Debería pagar usted misma lo que ha gastado.

Issabelle clavó la mirada en Eva, cada palabra contenía un filo de acero.

—Creo que algunos se quedan cortos cuando apuestan por lo seguro. Yo no necesito que un hombre pague mis deudas.

La tensión estalló. Los socios murmuraron. Ferrara observaba con curiosidad. Alonso. Cerca de la discordia contenía el aliento, sabiendo que aquel choque reconfiguraba alianzas.

Enzo apretó la mandíbula y dio media vuelta.

—Veremos quién ríe al final —gruñó—. Esto no ha terminado. Volverás a casa sola. A ver si así reflexionas por lo que has hecho.

Issabelle lo siguió con la mirada. Sus latidos todavía retumbaban en su pecho; la sangre fluía con calor renovado. Pero una sonrisa satisfecha se dibujaba en su rostro.

Pronto, se daría el lujo de ver a ese hombre besar el piso por donde ella camina. Y para eso no había prisa.

Cuando Enzo se perdió entre la multitud, ella suspendió el brazo con el abanico rojo.

Alonso, el asistente de Enzo apareció a su lado, discretamente.

—Señora —susurró—, su jugada ha sido magistral, pero peligrosa.

Issabelle cerró el abanico y lo guardó en el bolso.

—Prefiero arder en mi propia llama que consumirme en el infierno de otro —contestó con una sonrisa enigmática.

Alonso asintió, comprendiendo que ya no bastaba advertirla: debía protegerla.

Mientras la subasta avanzaba hacia otros lotes, Issabelle permaneció erguida, dueña indiscutible de su destino.

El vestido rojo, las joyas descartadas, el terreno comprado: cada elemento era una declaración de guerra y de libertad.

Porque aquella noche, Issabelle Mancini renacía de nuevo, y esta vez no habría cenizas que la detuvieran.

El martillo del subastador resonaba, un golpe tras otro, llevándose terrenos, propiedades, fortunas. Pero su triunfo recién obtenido se cernía sobre ella como una espada de Damocles: ochenta mil dólares de déficit esperaban cobrarse muy pronto.

Sus ojos recorrieron el salón envuelto en alfombras carmesí y dorados centelleos de lámparas de cristal. Las voces de los subastadores, el murmullo de los ricos inversores, el tintinear de las copas de champán… todo se confundía en un torbellino sonoro que amenazaba con hacerse insoportable.

Issabelle suspiró profundo y dejó que el aroma a sándalo y jazmín llenara sus pulmones. Debía encontrar una solución.

Su mirada giró, escrutando rostros poderosos, bolsillos más abultados que el de Enzo. Y entonces lo vio: al otro extremo del salón contra la luz cálida, estaba Giordanno Lombardi.

Giordanno, con su porte imponente, traje oscuro perfectamente entallado y reloj de oro que brillaba con cada gesto, conversaba con un grupo de banqueros.

Su presencia dominaba la estancia sin alzar la voz. Era el hombre cuya fortuna triplicaba la de Enzo e, incluso, la de los Mancini.

Issabelle apretó los dientes. Aquel hombre sería su salvavidas.

Cuando el subastador alzó la voz para anunciar un breve receso, ella se deslizó entre los invitados, como una sombra decidida.

Al llegar a Giordanno, Issabelle enderezó la espalda, esbozó una sonrisa profesional y extendió la mano.

—Señor Lombardi —saludó con voz dulce y firme.

Él inclinó ligeramente la cabeza y devolvió el apretón con un brillo de interés en los ojos.

—Señora Mancini —sonrió, acariciando su mano ligeramente con el pulgar—. Encantado de saludarla.

—He venido porque necesito... más que un favor, su colaboración. Necesito que me preste dinero. Ochenta mil dólares, para ser exactos.

Gabrielle se permitió una risita burlona.

—Vaya, la señorita Mancini presume de grandes aspiraciones. ¿Dígame por qué querría usted algo de mi jefe? —inquirió, con una atisbo de burla.

Issabelle dirigió su mirada a Gabrielle con serenidad.

—Porque, gracias a que usted decidió incrementar la apuesta, terminé comprando ese terreno a un precio mucho mas elevado.

Gabrielle arqueó una ceja.

—Eso suena más a palabrería de economista que a un motivo para pedir un préstamo —rió de nuevo—. No veo por qué debe responder él.

Giordanno guardó silencio y la alzó la mano, invitando a Gabrielle a callar. Luego, con voz grave, se dirigió a Issabelle:

—¿Cuál es su propuesta? —tomó un sorbo de su whisky, un Macallan dieciocho años, mientras la veía fijamente a sus ojos.

Issabelle sintió un hormigueo de triunfo. Se plantó con seguridad.

—Necesito ochenta mil dólares —dijo sin vacilar—. Le propongo un plazo de tres años para la devolución, con un interés del diez por ciento anual compuesto.

Su padre le había enseñado a negociar, pero nunca con una pieza de este calibre. Aun así, Issabelle mantenía la compostura. Observó cómo Giordanno fruncía ligeramente el ceño, calibrando riesgos.

Gabrielle no pudo contenerse:

—¿Interés compuesto? ¡Esto ridículo! Con ese ritmo, en tres años le habrán pagado… ¡casi ciento dieciocho mil! —exclamó, meneando la cabeza.

Issabelle alzó un dedo, pidiendo un instante de calma.

—Precisamente —asintió—. Usted gana con la diferencia, señor Lombardi. Y yo gano el tiempo para consolidar mis inversiones y generar flujo de caja suficiente.

Giordanno esbozó una leve sonrisa, casi imperceptible. Luego asintió.

—Acepto sus términos —declaró—. Ochenta mil hoy, devolución de 117,648 en tres años.

Issabelle sintió un calor recorrer su piel cuando sus mano estrechó la suya al sellar el acuerdo.

Por un instante, sus miradas se enredaron y el mundo a su alrededor pareció desvanecerse: sólo existían ellos dos, el roce de la piel, la promesa implícita en aquel apretón de manos.

Gabrielle carraspeó, recuperando la compostura.

—Bueno, felicidades, nueva jefa —dijo con sorna—. Espero que valga la pena.

Issabelle le regaló una sonrisa glacial.

—Lo valdrá —susurró—. Gracias, señor Lombardi.

Él la observó mientras ella retrocedía, y algo en su sonrisa indicó que aquel encuentro era apenas el comienzo.

Issabelle sintió el pulso acelerado. Cada latido llevaba consigo la certeza de que, contra todo pronóstico, ella controlaba ahora las piezas de un juego mucho mayor.

1
Marcela Lopez
divino
Nancy Cortes J
jajajajajajaja bueno eso también
Tatty
necesito más capítulos autora
Tatty
Giordano merece una oportunidad 👏🏼👏🏼
Tatty
ese Enzo es de lo peor ahora si la va a amar
Tatty
excelente capítulo. me gusta que este tomando la decisión de atender su salud
Tatty
yo pensé que Gabrielle era una mujer 😣
Tatty
esta suegra se parece a la mía. esta más de mi parte que departe de su propio hijo
Tatty
ese Giordano esta enamorado. Isabel debería confiar en él, él la puede ayudar
Tatty
espectacular ne gusto mucho este capítulo
Ivette
jajaja esas palabras lo dicen todo
Ivette
jJaja parece que no, es tan imprudente como Gabriel
Ivette
el es demasiado atento, se da cuenta de todo muy rápido. lo que sucede a su alrededor
Ivette
este hombre es demasiado 😍 🤤 me enamoré
Ivette
ya quisiera él llenar la casa de bebés junto a ella
Ivette
debe sentirse feliz su madre y la mujer que ama se la llevan bien
Ivette
cortó la emoción del momento, estaban a punto de besarse
Ivette
ay que lindo quiero más fotos de los dos
Ivette
mientras más se meta, más sigo deseando que se hunda en su propia desgracia
Ivette
jaja eso creíste pero siento que a ti te duele mas
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play