Entre Las Garras De La Villana

Aery a la mañana siguiente se levanto como de costumbre, las criadas ingresaron con cubos de agua llenando la bañara para su señorita, Aery se desvistió y se metió al agua con tranquilidad, mientras las criadas hacían su trabajo de limpiarla, la joven princesa miro a una de las criadas y la señalo.

—Tu, te quedaras después de vestirme—

La joven se detuvo un momento siendo observada por las demás, hasta que reacciono y se inclino ante su princesa

—Como usted ordene majestad— sin mas continuo con su trabajo, mientras Aery parecía pensativa.

cuando ya estuvo vestida, las criadas salieron una por una quedando solo la joven frente a ella, esperando para saber cuales serian las siguientes ordenes de su señorita, mientras Aery se miraba al espejo con tranquilidad y admiraba la gran belleza de esa mujer, luego observo a la joven y dejo de lado su espejo para concentrarse en lo que debía hacer.

—¿Cual es tu nombre?— pregunto mirándola directamente, lo que coloco nerviosa a la joven sirvienta.

—Soy almudena majestad— contesto con su cabeza baja, esperando que la princesa no notara su nerviosismo.

—Bien, Almudena debes saber que no tengo dama de compañía, tampoco en quien confiar, por lo que quiero darte la oportunidad de ganarte este puesto— le dijo Aery con una sonrisa.

La criada en vez de parecer feliz, parecía mas bien resignada.

—Hare mi mayor esfuerzo majestad—

—Y recuerda, Almudena… no necesito amigas. Necesito lealtad. La traición… la cobro cara.

Aery le dijo que se marchara que después le daría sus instrucciones, la criada se marcho hasta llegar a la cocina donde estaban las demás criadas del palacio, entonces una de ellas le pregunto.

—¿Que quería la princesa bruja?—

La chica observo hacia todos lados para que nadie escuchara su conversación con las demás, pues donde la princesa se enterara, seguro las colgaba a todas, ya en el palacio no quedaban muchas sirvientas por razones así, todas sabían que su señorita estaba loca. si pillaba a alguna coqueteando con sus amantes sin duda morirían.

—Quiere que sea su nueva dama de compañía— todas se asombraron y preocuparon.

Algunas la veían con verdadera lastima, ser la dama de compañía de alguien como Aery era un desafío y una muerte casi segura, lo mejor era atenderla cuando estaba de buen humor, por que cuando estaba enojada, pagaba sus frustraciones con ellas.

—Que nuestro señor te proteja, aunque me parece extraño que te escogiera— dijo otra de las criadas

Las demás asintieron de acuerdo con ella, para tomas era demasiado extraño.

—Es cierto, esta no es la manera normal en que la princesa toma a su dama de compañía, normalmente haría una gran competencia de supervivencia, en donde solo una sobreviviría— Completo otra

Todas quedaron en silencio hasta que Almudena hablo

—No se por que me eligió a mi, pero ya lo hizo. Estaré a prueba, según ella para ganarme su confianza, ya que después de lo que paso, no confía en nadie, así que debo mentalizarme en apoyar a mi señorita o terminare en una hoguera o algo peor— la joven salio de la cocina.

Mientras las voces se colaban desde la cocina, Aery se mantenía en silencio tras la puerta entornada. La sonrisa en sus labios era apenas una curva helada, pero suficiente para que su reflejo en el espejo le devolviera esa mirada de satisfacción. Las palabras de las criadas, sus miedos, sus juicios, todo había llegado a sus oídos como una sinfonía dulce y conocida.

"La princesa bruja", "está loca", "una muerte casi segura"… qué melodía más deliciosa.

Volvió a sentarse con calma cerca del lugar, sus dedos jugando perezosamente con una hebilla dorada mientras Almudena se alejaba, ajena a la presencia vigilante de su señora. Aery no necesitaba gritar para infundir miedo. Bastaba con existir. Bastaba con pronunciar su nombre para ver cómo se quebraban los rostros de los débiles. Pero entonces, algo cambió.

Desde su rincón oculto, sus ojos se detuvieron en esa expresión en el rostro de Almudena. La manera en que la criada observaba a Nerys, con el ceño apenas fruncido y una mueca contenida de desprecio, encendió una chispa en la mente de la princesa. No era envidia... era odio. Uno silencioso, oculto bajo la obediencia fingida. Uno que Aery reconocía porque ella lo había sentido muchas veces. Y esa chispa bastaba para convertir a una criada insignificante en un arma útil. Una sonrisa ladeada se formó en sus labios mientras se levantaba con lentitud, como si el simple movimiento fuera parte de un ritual. Caminó hacia la ventana y observó el jardín con gesto sereno, pero su mente ya tejía las primeras puntadas del plan.

"Nerys seduciendo a Kaelion..."

"Almudena, ojos de furia contenida..."

"Yo, la villana en control."

Sí. Por ahora, usaría a Almudena. La probaría, le daría un objetivo simple. Y si fallaba, solo sería otra mosca muerta bajo su zapato. Pero si cumplía… entonces quizás por fin tendría una aliada digna en medio de ese palacio de corderos disfrazados. Después de todo, si iba a seguir siendo la villana, al menos sería una villana inteligente.