"Susurros en la Noche" es una novela de romance y misterio que sigue a clara y Alex, dos jóvenes unidos por la trágica desaparición de sus madres, mientras desentrañan oscuros secretos en un antiguo faro que conectan sus destinos.
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Enfrentando el Pasado
El faro se alzaba majestuosamente contra el cielo despejado, su luz apagada pero su presencia aún imponente. Clara y Alex se acercaron con determinación, sintiendo que cada paso los guiaba hacia una verdad oculta. La brisa marina acariciaba sus rostros, como si el mar mismo les diera ánimo.
“¿Estás listo?” preguntó Clara, su voz llena de nerviosismo.
“Listo,” respondió Alex, aunque su mirada reflejaba una mezcla de ansiedad y emoción. “Debemos encontrar ese objeto que puede liberar al guardián.”
Entraron en el faro, el aire interior era fresco y lleno de un silencio reverente. La luz de la luna se filtraba a través de las ventanas rotas, creando patrones de sombras que danzaban en las paredes. Clara sintió que el lugar estaba impregnado de recuerdos, como si cada rincón guardara ecos del pasado.
“Comencemos en la habitación donde encontramos el altar,” sugirió Clara. “Quizás haya algo más que se nos pasó por alto.”
Mientras exploraban, cada objeto parecía contar una historia. Clara se detuvo ante un viejo espejo cubierto de polvo. “Mira esto,” dijo, limpiando la superficie con la mano. La imagen reflejada mostraba no solo a ellos, sino también destellos de figuras etéreas en el fondo.
“Es como si el espejo guardara recuerdos,” murmuró Alex, acercándose. “Quizás podamos ver algo más.”
Clara sintió un escalofrío mientras miraba fijamente al espejo. “¿Y si podemos ver al guardián o a su amada?”
Con un gesto decidido, Clara tocó el espejo. De repente, una imagen comenzó a formarse: el guardián, un hombre de mirada intensa y melancólica, estaba de pie en la orilla del mar, buscando desesperadamente. A su lado, una figura femenina con un vestido blanco ondeante, su rostro oculto por el viento.
“¡Es él!” exclamó Clara, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “Debemos ayudarlo.”
“Pero, ¿cómo?” preguntó Alex, observando atentamente la imagen. “¿Qué necesitamos hacer?”
“Quizás el espejo sea la clave. Si podemos conectarlo con el amor verdadero, podría guiarnos hacia el objeto que buscamos,” sugirió Clara, sintiendo que la energía del lugar comenzaba a resonar con su intención.
“¿Qué deberíamos hacer?” preguntó Alex, su voz llena de determinación.
“Debemos recitar las palabras del ritual de amor verdadero,” respondió Clara. “Si el amor puede romper la maldición, tal vez también pueda guiarnos hacia lo que necesitamos.”
Ambos se tomaron de las manos y comenzaron a recitar las palabras que habían encontrado en el libro de hechizos, sintiendo cómo la energía del faro comenzaba a vibrar a su alrededor. La luz del espejo brilló intensamente, proyectando imágenes de recuerdos perdidos y momentos compartidos.
“Con este amor, invoco la conexión eterna,” dijeron juntos, sintiendo que el aire se llenaba de una energía palpable. “Que el pasado y el presente se unan en un solo destino.”
A medida que recitaban, el espejo comenzó a temblar, y una luz brillante emanó de su superficie. Clara sintió que el tiempo se distorsionaba, y de repente, una visión se formó ante ellos: el guardián y su amada, juntos en un momento de felicidad, riendo y abrazándose.
“¡Mira!” gritó Alex, señalando la escena. “Es hermoso.”
Clara sintió que las lágrimas le brotaban de los ojos. “Debemos encontrar lo que les pertenecía. Eso es lo que necesitamos para ayudarles.”
De repente, el espejo se oscureció y una voz resonó en el aire. “Para liberar a un alma atrapada, deben encontrar el símbolo de su amor. Busquen en el corazón del faro, donde la luz nunca se apaga.”
Ambos se miraron, sintiendo que la respuesta estaba cerca. “¿Dónde podría estar eso?” preguntó Alex, su mente trabajando a mil por hora.
“Quizás en el faro, en la luz misma,” sugirió Clara, recordando las historias sobre el guardián. “Él siempre estuvo conectado con la luz.”
Con renovada determinación, se dirigieron hacia la cima del faro. Las escaleras crujían bajo sus pies mientras ascendían, cada paso resonando con el eco de sus corazones. Al llegar a la linterna del faro, la vista era impresionante. El océano se extendía ante ellos, y la luz del faro, aunque apagada, aún irradiaba una energía misteriosa.
“¿Qué ahora?” preguntó Alex, mirando a su alrededor.
“Debemos buscar en la base de la linterna. Puede que haya algo allí,” sugirió Clara, sintiendo que la respuesta estaba cerca.
Mientras exploraban, Clara notó un pequeño compartimento en la base de la linterna. Con un poco de esfuerzo, logró abrirlo, revelando un objeto brillante: un antiguo medallón, adornado con símbolos de amor y conexión.
“¡Lo encontré!” exclamó Clara, sosteniendo el medallón en sus manos. “Esto debe ser lo que necesitamos.”
Alex sonrió, su mirada llena de esperanza. “Ahora, ¿qué hacemos con él?”
“Debemos llevarlo al espejo y recitar las palabras del amor verdadero. Así podremos liberar al guardián y su amada,” explicó Clara, sintiendo que la energía del medallón resonaba con su propio corazón.
Bajaron rápidamente las escaleras, sintiendo la emoción burbujear en su interior. Al llegar al espejo, Clara colocó el medallón frente a ellos y tomaron nuevamente las manos.
“Con este medallón, invocamos el amor eterno,” comenzaron a recitar, sintiendo que la energía del lugar se intensificaba. “Que las almas perdidas encuentren su camino de regreso a la luz.”
A medida que pronunciaban las palabras, el medallón brilló intensamente, y el espejo comenzó a vibrar. Las imágenes del guardián y su amada aparecieron nuevamente, pero esta vez, había una luz cálida que los rodeaba.
“¡Es hora de liberarlos!” gritó Clara, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “¡Vamos!”
Con un último grito, ambos levantaron el medallón hacia el espejo. La luz estalló en un arco iris de colores, y una poderosa energía envolvió el faro. Las figuras del guardián y su amada comenzaron a acercarse, sus rostros llenos de gratitud.
“Gracias,” dijeron al unísono, sus voces resonando como un eco del pasado. “Su amor ha roto las cadenas que nos mantenían atrapados.”
Clara sintió que las lágrimas caían por sus mejillas mientras observaba la escena. “¡No se vayan!”
“Siempre estaremos con ustedes,” respondió el guardián, su mirada llena de amor. “Recuerden, el amor verdadero nunca muere.”
Con un destello final, las figuras se desvanecieron en una luz brillante, y el aire se llenó de una paz profunda. Clara y Alex se miraron, sintiendo que habían logrado algo monumental.
“Lo hicimos,” susurró Alex, su voz llena de asombro.
“Sí, lo hicimos,” respondió Clara, sintiendo que el peso de la tristeza se había levantado. “Hemos honrado a nuestras madres y liberado al guardián.”
Mientras salían del faro, la luz del día brillaba intensamente sobre ellos, y el océano susurraba suavemente. Clara y Alex sabían que su viaje no había terminado, pero ahora llevaban consigo la fuerza del amor y la conexión que los unía.
Continuará...