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Encanto Mercenario

Encanto Mercenario

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Colegial dulce amor / Equilibrio De Poder / Secretos de la alta sociedad / Amor-odio / Romance
Popularitas:316
Nilai: 5
nombre de autor: AmericanWidow

Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.

​Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.

​La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.

​En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.

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Capítulo 19: La Caída Momentánea de un Imperio

...Despojo y Humillación...

El despacho de Rein Ji Won, antes un santuario de poder y decisión, se había convertido en el epicentro de la tormenta perfecta desatada por Eun Chaewon. El General Kang, Jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, permanecía impasible, un heraldo gélido de la ruina. Su voz era un bisturí que cortaba la calma de Rein.

—Señorita Ji Won, la evidencia que hemos acumulado es sustancial —dijo el General, su mirada fija en ella—. Registros bancarios, comunicaciones encriptadas, rutas de envío de armas falsificadas, todo apunta a una sofisticada red de tráfico ilegal. Estos documentos no son meras acusaciones; son el fundamento para una investigación formal.

Rein escuchó, su mente procesando cada palabra, cada implicación. La furia, fría y controlada, comenzaba a hervir bajo su piel.

—¿Y qué significa esto en términos prácticos, General? —preguntó Rein, su voz era un susurro letal que contradecía su expresión inmutable.

El General Kang abrió otra carpeta, revelando una serie de órdenes judiciales.

—Significa que usted, el Señor Dae Kim y el Señor Eujin Min Song, deberán presentarse ante la fiscalía el próximo mes para responder a estas acusaciones. Hasta entonces, la situación es crítica. Dada la gravedad de los cargos y la envergadura de los activos de Ji Won Global, el Estado ha emitido una orden de incautación.

Rein sintió un golpe en el estómago. La incautación. No se atrevería.

—¿Incautación? ¿De qué está hablando?

—Todos sus activos y propiedades en el país serán congelados y puestos bajo custodia judicial. Esto incluye sus cuentas bancarias personales, las de su empresa, la Mansión Ji Won y cualquier otra propiedad a su nombre o al de sus socios. Es un procedimiento estándar para evitar el desvío de fondos o la destrucción de pruebas.

La furia de Rein estalló, una llama gélida en sus ojos. No era solo la injusticia; era la humillación, la intención de despojarla de todo.

—¡Esto es un atropello! ¡Una farsa! ¡Es una manipulación política flagrante! —exclamó Rein, golpeando la mesa con la palma de la mano, un gesto de ira raramente visto en ella—. ¡No tienen derecho!

El General Kang mantuvo su semblante, inquebrantable.

—La ley es clara, Señorita Ji Won. Y hay más. Dada la importancia de Ji Won Global para la economía y la infraestructura de ciberseguridad del país, la empresa no puede detener sus operaciones. Sin embargo, su dirección está bajo sospecha. Por lo tanto, el tribunal ha designado un administrador temporal.

Rein sintió un presentimiento helado. Sabía quién sería. Era demasiado obvio.

—¿Un administrador? ¿Quién?

El General Kang no dudó.

—El Señor Eun Chaewon ha sido nombrado como tutor provisional de Ji Won Global y de su rama de seguridad. Su experiencia política y su compromiso con la estabilidad nacional lo hacen el candidato ideal para asegurar el funcionamiento de la empresa mientras se aclara la situación judicial.

La sangre hirvió en las venas de Rein. Quería matar a Eun Chaewon. La humillación era absoluta. No solo le quitaba su imperio, sino que se lo entregaba a su mayor enemigo, a quien la odiaba, para que lo administrara, para que la despojara de sus secretos. Era un golpe maestro, digno de un verdadero villano.

—Ahora, si me disculpa, Señorita Ji Won —dijo el General, levantándose—. Les damos veinticuatro horas para que desalojen la Mansión Ji Won. Y los auditores vendrán mañana a primera hora para iniciar el inventario y la congelación de activos.

El General Kang se fue, dejando a Rein en medio de su propio desastre, con la impotencia de la rabia ardiendo en su corazón.

...Un Imperio se Desvanece en 24 Horas...

La cena en la Mansión Ji Won esa noche fue una pesadilla silenciosa. En la mesa estaban Rein, Eujin, Dae Kim (visiblemente afectado y pálido), el asistente Han y el Señor Chae Ji Won, quien parecía haber envejecido diez años en una sola tarde. La noticia de la incautación de todos sus activos y la designación de Eun Chaewon como administrador de Ji Won Global los había golpeado como un rayo. Tenían 24 horas para abandonar la mansión que había sido el hogar de los Ji Won por generaciones.

—No puedo creer esto —dijo Dae, su voz apenas un susurro—. Mi propio padre, el Senador Kim, no me cree. Cree que he caído en una trampa y que me he vuelto un irresponsable. Me ha retirado todo su apoyo. Me dejó solo en la pelea.

Eujin apretó la mano de Rein bajo la mesa. Ella, a pesar de la furia que la consumía, mantenía una calma externa forzada.

—Esto es obra de Chaewon. Quiere destruirnos. Y lo está logrando, al menos de momento —dijo Rein, su mirada fija en el plato, como si pudiera ver la cara de su enemigo reflejada allí.

El Señor Chae, el patriarca, el hombre que había construido gran parte de ese imperio, estaba visiblemente afectado. Sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba levantar su copa de agua.

—Mi hogar... Mi legado... —murmuró Chae, con los ojos llenos de una tristeza profunda—. Veinticuatro horas. Toda una vida de trabajo, de esfuerzo, ¿y ahora un corrupto se va a sentar en mi silla?

Eujin sintió un nudo en el estómago. Ver al Señor Chae, un hombre que lo había tratado como a un hijo, tan destrozado, avivó su propia ira.

—Mantengamos la calma —dijo Eujin, su voz era firme, una ancla en la tormenta—. Esto es precisamente lo que Chaewon quiere. Que nos desesperemos, que cometamos errores. No le daremos el gusto.

Rein levantó la mirada, sus ojos, aunque más oscuros que nunca por la furia, estaban llenos de determinación.

—Eujin tiene razón. No podemos caer en el pánico. Tenemos que pensar. Han, ¿qué pudiste hacer con los códigos encriptados?

Han Kyeong-Hwan, que también estaba presente, pero con una presencia más discreta que los demás, habló con su voz nerviosa.

—Señorita, he estado trabajando sin descanso. El cifrado es complejo, pero estoy cerca. Si esto es lo que Chaewon ha hecho, la clave para desmantelarlo está en esos archivos. Es solo cuestión de tiempo.

—Tiempo que no tenemos —dijo Dae, desanimado—. Sin dinero, sin activos, sin credibilidad. ¿Cómo vamos a defendernos?

La desesperación de Dae era palpable. Eujin lo miró, y de repente, una idea audaz, descabellada pero lógica, comenzó a formarse en su mente. Tenían un santuario, un lugar donde nadie los buscaría, donde la mano de Eun Chaewon no podría alcanzarlos de inmediato.

...El Refugio en la Raíz...

Eujin respiró hondo. Tenía que ser el líder en este momento.

—Tengo un plan —dijo Eujin, la mirada de todos se fijó en él—. No tenemos dinero. No tenemos propiedades. Y no podemos quedarnos en Seúl. Nos van a cazar como perros.

Rein lo miró, una chispa de esperanza en sus ojos.

—¿Cuál es el plan, Eujin?

—Nos vamos a Busan —declaró Eujin, con firmeza —Más precisamente al campo a las afueras de Busan.

Un silencio se apoderó de la mesa. El Dae Kim lo miró, confundido.

—¿Busan? ¿Por qué Busan?

—A casa de mis abuelos —explicó Eujin—. Es el último lugar donde Chaewon esperaría encontrarnos. Es un pueblo pequeño, discreto. Allí estaremos a salvo mientras trabajamos para desmentir todo. No podrán molestarnos en el campo como lo harían aquí en Seúl.

Rein asintió, su mente analítica ya evaluando los pros y los contras.

—Es un movimiento audaz. Y estratégico. Nos sacarían del radar y de la jurisdicción directa de Chaewon por un tiempo.

—Exacto. Mis abuelos tienen una granja. La casa es modesta, pero tiene espacio. Podemos vivir allí, operar desde allí. Nadie esperaría que la CEO de Ji Won Global y el Senador Dae Kim se escondan en una granja. Seremos invisibles. Y Han, podemos configurar una estación de trabajo segura desde allí.

Han Kyeong-Hwan, el brillante asistente, ya estaba asintiendo con entusiasmo.

—¡Sí, Jefe! ¡Podemos usar tecnología satelital para la conexión! ¡Será como un búnker digital portátil!

Dae Kim, sin embargo, parecía reacio.

—Pero... mi campaña. Mi imagen. No puedo simplemente desaparecer en una granja.

—Dae, ¿qué se supone que harás aquí? —preguntó Rein, su voz era suave pero firme—. Tu padre te ha abandonado. Chaewon te va a destruir. En la granja estarás a salvo y podrás seguir colaborando con nosotros. Es tu única opción ahora.

Dae Kim miró a Eujin. El hombre que, a pesar de sus rivalidades, le había ofrecido una verdad. La verdad de la amistad, de la lealtad.

—No tengo a dónde ir —dijo Dae, su voz se quebró ligeramente—. Mi padre me ha cerrado las puertas.

Eujin se inclinó hacia él.

—Ven con nosotros, Dae. Te necesitamos. Tu conocimiento de la política de Seúl es vital. Y con nosotros, nadie te molestará. Te ayudaremos a limpiar tu nombre. Y a encontrar ese propósito que te hace falta.

Dae Kim, por primera vez en su vida, se sintió completamente vulnerable, completamente solo. Pero en la mirada de Eujin, y en la resolución de Rein, vio una mano honesta extendida.

—De acuerdo —dijo Dae, con una pizca de esperanza en su voz—. Iré a Busan. Al infierno si es necesario.

El Señor Chae, conmovido por la determinación de los jóvenes, se unió a la conversación.

—También iré con ustedes. No dejaré a mi hija sola en esto. Quizás el campo es lo que necesito para encontrar la paz.

Así, en medio de la incautación de su imperio, la humillación pública y la amenaza inminente, Rein Ji Won, Eujin Min Song, Dae Kim, Han Kyeong-Hwan y el Señor Chae Ji Won, forjaron un pacto de exiliados. Tenían menos de 10 horas para empacar lo esencial, para convertirse en fantasmas en su propia ciudad. Su destino eran las afueras de Busan, el refugio de la raíz de Eujin.

La Mansión Ji Won, antes símbolo de poder, se vaciaría al amanecer, dejando tras de sí solo el eco de una promesa y la determinación inquebrantable de una familia que, contra todo pronóstico, se había encontrado en la adversidad.

Eun Chaewon creía haber ganado.

Pero solo había forzado a sus enemigos a retroceder, a reagruparse, a desatar una fuerza que él aún no comprendía: la de un amor inquebrantable y una lealtad forjada en el juego del poder. La verdadera batalla apenas estaba por comenzar, y su corazón latía en el humilde corazón de un pueblo escondido en el mar.

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