Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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Cercanía o estrategia
Mientras tanto, en Lyon, Valentina cerraba tratos con inversionistas. Sus gestos eran seguros, y su tono de voz firme, pero en el fondo cargaba con la nostalgia de la villa. Extrañaba el silencio de los viñedos, los atardeceres en el balcón y, especial, la presencia serena de Gabriel, siempre a su lado como un faro silencioso.
La noche concluyó, y las negociaciones, cuando recibió un mensaje de un viejo amigo de la familia. "He escuchado rumores sobre un compromiso con los Beaumont. ¿Es cierto?"
Valentina frunció el ceño, incrédula. Respondió. -- "No. Debe ser un error" --
Pero la semilla de la inquietud ya estaba sembrada.
Al volver a París, Valentina. No regresó directamente a la villa. Fue a la mansión de su madre, dispuesta a aclarar lo que había escuchado. Gabriel la acompañó en silencio, consciente de que algo grave estaba por estallar. Catherine la recibió en el salón, con la postura de siempre.
-- Hija, qué alegría de verte de regreso. --
-- Sin rodeos, madre. -- dijo Valentina, fulminándola con la mirada. --¿Qué has hecho con los Beuamont? --
Catherine se mantuvo en calma, aunque sus ojos delataban la atención.
-- He asegurado tu futuro, Valentina. He firmado un compromiso formal con adrien. --
El mundo se detuvo para Valentina, durante algunos segundos.
--¿Firmaste... un compromiso... a mi nombre? -- preguntó con voz baja, pero peligrosa.
-- Era necesario. No comprendes lo que está en juego. --
Valentina dio un paso hacia atrás, como si hubiera recibido un golpe.
-- No tenías derecho. No eres la dueña de mi vida. --
-- Soy tu madre. Y como tu madre, protegeré lo que tu padre construyó. --
-- ¡No con mis manos atadas! -- gritó Valentina, su furia rompiendo el aire del salón. -- Si crees que puedes decidir por mí. Estás muy equivocada. --
Valentina salió de la mansión. Como un huracán, con Gabriel siguiendola de cerca. En el auto, se dejó caer contra el asiento, hablando con rabia. --
-- No puedo creerlo... me ha vendido como si fuera parte del patrimonio. -- Murmuró, con los ojos ardiendo en furia.
Gabriel no respondió de inmediato. Solo la observó en silencio, hasta que ella volvió la mirada hacia él.
-- ¿Tú lo sabías? --
-- No. -- Su voz era firme, sincera. -- Pero debías saber que esto pasaría. Tu madre no se detiene ante nada cuando cree que actúa en nombre de, tu protección. --
Valentina respiro hondo, intentando calmarse.
-- No lo permitiré. Ese compromiso no significa nada. Si yo no lo acepto. --
-- Entonces tendrás que enfrentarte, no solo a tu madre, sino a toda una sociedad que ya da por hecho tu compromiso. --
Valentina. Lo miró, con una determinación nueva en sus ojos.
-- Que no lo hagan. No soy moneda de cambio. --
En los días siguientes, Valentina se convirtió en el centro de un torbellino mediático. Los periódicos de élite hablaban "la unión estratégica entre los Rossi y los Beuamont" invitaciones a cenas, felicitaciones y cartas comenzaron a llegar a la villa.
-- No voy a seguirle el juego a mi madre. -- Decía Valentina con rabia.
Pero sabía que cada papel roto significaba un nuevo enemigo, una nueva grieta en la imagen de los Rossi.
Una noche, después de recibir otra carta de felicitación por su "compromiso" Valentina explotó.
-- ¿Qué derecho tienen de opinar sobre mi vida? ¿Qué derecho tiene ella de decidir por mí? --
Gabriel se acercó, con calma.
-- El único derecho que importa es el que te des a ti misma. decide quién eres, Valentina. Y defiéndelo. --
Esas palabras se grabaron en su mente.
Por primera vez, Valentina comprendió que su lucha no era solo contra su madre, sino contra un sistema que esperaba que las mujeres como ellas se casaran por conveniencia, no por amor, ni libertad.
El compromiso con Adrien no era solo un contrato, era un símbolo de esa jaula dorada que llevaba años intentando romper.
Y mientras observaba a Gabriel. sereno, leal, firme, entendió que lo que más le enfurecía, no era el papel firmado, sí no la imposibilidad de no elegir por sí misma, lo que realmente quería.
Catherine, se reunía con Adrien a espaldas de Valentina, para dejarle en claro. Que no bastaba con contratos o rumores de prensa: tenía que hacerse presente en la vida, Valentina presentarse como un aliado, como su Salvador.
Catherine le había dejado clara las instrucciones durante un encuentro privado en la mansión Rossi.
-- No seas agresivo, Adrien. Valentina es orgullosa, y mientras más la presiones, más se alejará. Hazte indispensable, muéstrale que contigo gana libertad, no órdenes.
Adrien, astuto y acostumbrado a los juegos de la alta sociedad, excepto la estrategia con una sonrisa elegante.
-- Será un cortejo discreto, madame. Déjelo en mis manos. --
El acercamiento hacia Valentina comenzó con sutileza. Valentina ocupada en sus asuntos empresariales en la villa, recibió una invitación formal: adrien Beuamont ofrecía un cóctel en honor a los nuevos inversionistas de los viñedos. La tarjeta llevaba el sello de Catherine.
-- Un cóctel? -- Bufo Valentina, dejando caer la invitación sobre la mesa. -- No pienso asistir. --
Gabriel, que estaba a su lado, observó el papel con gesto neutro.
-- Ignorarlo no lo hará desaparecer. --
-- No voy a prestarme a su teatro. --
Sin embargo, días después, Adrien apareció en la villa. No en un auto oficial, ni acompañado de la prensa, con una caja de vino de la reserva Rossi - Beaumont en las manos.
-- Valentina. -- Dijo con tono pausado, inclinándose apenas. -- Sé que estás ocupada, pero quise venir a felicitarte personalmente por el éxito en Lyon.
Valentina, sorprendida, lo recibió en el salón. Gabriel permaneció cerca, con la mirada fija en cada movimiento de Adrien.
-- No hacía falta. -- respondió Valentina con frialdad.
-- Quizás no. -- sonrió Adrien. -- pero lo correcto, nunca está de más. --
Adrien no buscaba convencerla con discursos, sino con gestos. cada tercer día enviaba flores, no exageradas, sino discretas. mandaba libros de economía o de arte, con notas breves. "este ensayo me recordó algunas conversaciones en París"
Valentina, aunque enfadada con el compromiso, no podía ignorar cierta delicadeza en sus actos. No era un hombre arrogante; más bien parecía un caballero que sabía cuándo avanzar. Y cuándo detenerse.
Pero Gabriel veía otra cosa: precisión calculada. Cada detalle no era espontaneo, sino parte de un plan muy bien trazado.
Una tarde, Catherine llegó sin aviso a la villa, acompañada de Adrien Valentina enfureció.
-- ¿Qué significa esto? -- preguntó con vos cortante.
-- Querida. -- respondió Catherine con falsa dulzura. -- Adrián y yo veníamos de una reunión de la ciudad y pensé que sería agradable almorzar contigo. --
Adrien
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️