De un lado, Emílio D’Ângelo: un mafioso frío, calculador, con cicatrices en el rostro y en el alma. En su pasado, una niña le salvó la vida… y él jamás olvidó aquella mirada.
Del otro lado, Paola, la gemela buena: dulce, amable, ignorada por su padre y por su hermana, Pérla, su gemela egoísta y arrogante. Pérla había sido prometida al Don, pero al ver sus cicatrices huyó sin mirar atrás. Ahora, Paola deberá ocupar su lugar para salvar la vida de su familia.
¿Podrá soportar la frialdad y la crueldad del Don?
Descúbrelo en esta nueva historia, un romance dulce, sin escenas explícitas ni violencia extrema.
NovelToon tiene autorización de Edina Gonçalves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 24
La noche era silenciosa en la mansión, rota solo por el sonido distante de las cigarras en el jardín. En la sala principal, Emílio esperaba de pie frente a la chimenea, al lado de Dário. El reloj antiguo en la pared sonó una, dos veces, cuando la puerta de madera pesada se abrió.
—"Don Emílio…" —anunció uno de los guardias—. "Él llegó."
Entró Giulio Ferrari Leone. Alto, imponente, el paletó azul realzaba los hombros anchos. La barba bien arreglada y los ojos verdes intensos transmitían tanto dureza como astucia. Caminó con pasos firmes hasta Emílio y estrechó su mano con respeto, pero sin sumisión.
Giulio Ferrari Leone 29 años Dom de la Camorra
—"Emílio D'Angelo Marchetti…" —dijo Giulio, con voz grave—. "Es un placer verte de nuevo, mi amigo. Mi padre me pasó el mando de la Camorra, Lorenzo piensa que puede jugar contigo… pero ahora se mete conmigo también."
Una sonrisa casi imperceptible surgió en los labios de Emílio.
—"Bienvenido a mi casa, Giulio. Necesitaremos toda la fuerza que podamos reunir. Lorenzo no mide consecuencias… y mi familia está en el centro de esta guerra."
Mientras los dos intercambiaban palabras estratégicas, pasos ligeros resonaron en la escalera. Laura, con un vestido ligero y ondeante y el pelo suelto, bajaba distraída, sosteniendo un libro. Pero al levantar los ojos, encontró la mirada de Giulio.
El tiempo pareció detenerse.
Laura, que nunca había conocido el amor, sintió el corazón dispararse de forma casi dolorosa. El rostro se ruborizó, y ella contuvo el aliento sin darse cuenta.
Giulio, al verla, perdió la dureza del semblante por un instante. Aquella joven de mirada serena y postura delicada removió algo profundo dentro de él —una chispa que no esperaba sentir.
Emílio se dio cuenta en el acto. Un leve jadeo escapó de su garganta, seguido de una sonrisa discreta.
—"Laura…" —llamó, con la voz cargada de significado—. "Este es Giulio Ferrari Leone, nuestro nuevo aliado. Giulio, mi hermana, Laura."
Los dos se acercaron lentamente. Giulio extendió la mano, pero cuando los dedos de Laura tocaron los de él, ambos sintieron un choque caliente recorrer el cuerpo.
—"Es… un placer, señorita Laura." —dijo Giulio, intentando esconder la súbita emoción.
—"El placer es mío, señor Giulio." —respondió ella, casi en un susurro, evitando encarar los ojos verdes que la miraban intensamente.
Dário, al lado, alzó la ceja y esbozó una sonrisa maliciosa. Ya Emílio, al contrario, mantuvo el semblante firme, pero dentro de sí se alegró. Diferente de lo que muchos podrían esperar, él jamás quiso imponer un matrimonio a su hermana. Él quería que Laura tuviera el derecho de elegir por sí misma —y ahora, frente a aquella conexión evidente, sentía orgullo al verla encontrar a alguien que tal vez fuera digno de ella.
Él se acercó a Giulio y le dijo solo para que él pudiera oír, con tono firme, pero lleno de aprobación:
—"Mi hermana nunca se ha impresionado con cualquier hombre. Pero parece que su corazón ya tiene un elegido."
Laura, avergonzada, bajó los ojos. Giulio apenas asintió, el corazón acelerado como hacía mucho no sentía.
En aquel instante, bajo el techo de la mansión marcada por tantas batallas y secretos, nacía no solo una alianza de sangre y poder… sino también la promesa silenciosa de un nuevo amor.
