El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 7: Una oportunidad.
Estaba sentado comiendo unos emparedados cuando mi amiga me quitó la comida de la mano, sin que pudiera reaccionar me agarró de la muñeca y me llevó hasta afuera seria. Aunque le preguntaba no me contestaba. Por razones como estas las personas creían que ambos éramos parejas en secreto.
Ella me llevó hasta el patio trasero de la escuela y se volteó por fin a mirarme.
—¿Qué sucede Hada? ¿Por qué hiciste esto? —pregunté curioso por sus acciones.
—Solo espera.
No solucionó ninguna duda su respuesta, así que arrugué mis cejas mostrándole lo poco emocionado que estaba.
—¿Me sacaste mi comida para estar parado bajo el sol en verano? Que cruel.
—Cállate y espera aquí. Yo estaré detrás de aquel árbol, —dijo ella corriendo para ir a donde había mencionado.
Me quedé observándola y negué con la cabeza suspirando. Otro día normal con Hada, pero mientras bostezaba Edwy apareció caminando en la línea donde yo me encontraba. Entonces cuando me vio a unas distancia parado frente a él, se detuvo. Su cara se tornó roja, podía ser por el calor que hacía, pero ¿a qué se debía el ramo de flores que traía? Él se cubrió el rostro con su mano y se dio la vuelta, me quedé confundido por todo lo que estaba pasando así que también me di la media vuelta para llamar a Hada.
—No, —gritó Edwy volviendo a mirarme—, no te vayas. —Acto seguido con pasos largos se paró frente a mí de cerca y pude ver su rostro totalmente rojo.
—Ah... Hola, —dije apretando mis labios y mirando sus ojos verdes que radiaban con tanto color por el brillo del sol.
—Hola, —respondió él sonriendo y me golpeó la cara con el ramo de flores—. Oh, discúlpame. No era mi intención.
—Uh, está bien. —Toqué mis mejillas rascándome por el picor que me había dejado, al momento sentí los dedos calientes de Edwy acariciar mi mejilla. Mi cabeza empezó a sentirse muy, muy caliente.
Debe ser por el sol, estuve mucho tiempo bajo el sol.
—Yo... Tú... —balbuceó él sin terminar ninguna frase.
—¿Son para mí? —dije agarrando el ramo por la vergüenza que estaba pasando.
—Sí, son para ti. ¿Te gustan? como no sabía cuál flor te gustaba compré de todo.
Sonreí contemplando cada una de ella con admiración, eran tan bonitas y tan coloridas con tantos olores.
—Hans, ¿Te gustaría ser mi novio? —dijo él su propuesta tomándome desprevenido.
—¿Yo? —dije mirando para todas partes, ahora no podía mantener mis ojos sobre los de él por lo tímido que me había vuelto.
Hada salió detrás del árbol y aplaudió con una sonrisa que le llegaba de par en par a sus orejas. En unos segundos los alumnos y maestros empezaron a amontonarse sin entender lo que sucedía. Algunos con miradas de decepción, otros ansiosos por la respuesta y otros celosos.
—Ah, —suspiré nervioso, era la oportunidad que esperaba. Este hombre era el amor de mí vida—. Claro que sí, —contesté luego de tanto suspenso y él sonrió más feliz de lo que yo lo estaba.
Todos a nuestro alrededor aplaudieron mientras chiflaban y Hada gritaba de felicidad.
—Gracias.
—¿Qué?
—Gracias por darme una oportunidad, —dijo Edwy abrazándome.