Ecos De Eos

Axel y su grupo se desplazaron en silencio hacia el territorio Psíquico, el ambiente a su alrededor cargado de incertidumbre y peligro. Mientras se adentraban en la zona, las calles parecían más vacías de lo normal. Las sombras de los edificios altos se extendían como garras, y la brisa llevaba consigo un murmullo que hacía eco de advertencias.

"Recuerden, tenemos que ser cautelosos," dijo Axel, manteniendo la voz baja. "Los Psíquicos están en alerta máxima."

Camila ajustó su cabello y miró a su alrededor. "¿Cómo vamos a encontrar esas marcas? Este lugar es un laberinto."

"Podríamos intentar buscar en el lugar del ataque," sugirió Kai. "Si encontramos los símbolos, tal vez podamos descubrir lo que significan y cómo están conectados con los Apátridas."

Lucas asintió, pero su rostro mostraba preocupación. "El problema es que no sabemos cuánto tiempo ha pasado desde el ataque. Si ya han limpiado la zona, será difícil encontrar alguna pista."

Axel sintió el nudo en su estómago. Necesitaban respuestas, pero cada paso que daban los acercaba a un peligro desconocido. "Vamos hacia la plaza central. Allí suelen reunirse, y puede que aún queden restos del ataque."

Mientras se movían, la tensión era palpable. Axel podía sentir la energía de su nuevo poder vibrar dentro de él, como si la tierra misma le susurrara secretos. A medida que se acercaban a la plaza, el aire se volvía más pesado.

De repente, un grito resonó desde un callejón cercano. Axel y sus amigos se detuvieron en seco, intercambiando miradas de alarma. "¿Qué fue eso?" preguntó Camila, su voz apenas un susurro.

"No lo sé, pero parece que alguien está en problemas," respondió Axel, su instinto de protector saliendo a la superficie. Sin pensarlo dos veces, avanzó hacia la fuente del sonido, guiado por una mezcla de curiosidad y preocupación.

Al girar la esquina, encontraron a un grupo de Psíquicos rodeando a un joven, que parecía estar siendo interrogado. "¡Dímelo! ¿Quién te envió?" gritó uno de ellos, su voz llena de furia. El joven, visiblemente asustado, temblaba mientras trataba de explicar su situación.

Axel sintió una punzada de compasión. El chico no era una amenaza; parecía ser un simple civil atrapado en medio del caos. "Debemos ayudarlo," murmuró Axel a sus compañeros.

"Pero, ¿cómo?" preguntó Lucas, viendo cómo el grupo de Psíquicos se volvía más agresivo.

Axel se concentró, sintiendo el poder de la tierra en su interior. Sabía que podría usarlo para crear una distracción. "Voy a hacer que la tierra tiemble. Eso los distraerá lo suficiente para que podamos sacar a ese chico de allí."

"Es arriesgado," dijo Kai, pero vio la determinación en los ojos de Axel. "Está bien. Hazlo."

Axel se centró, extendiendo su mano hacia el suelo. La tierra comenzó a vibrar bajo sus pies, y, en un instante, un pequeño temblor sacudió el área. Los Psíquicos se dieron vuelta, confundidos por lo que estaba sucediendo.

"¡Ahora!" gritó Axel.

Juntos, corrieron hacia el joven, mientras el grupo de Psíquicos se distraía. Axel tomó al chico de la mano y lo arrastró con ellos. "¡Corre! ¡Ve hacia el refugio más cercano!" le dijo, empujándolo en la dirección opuesta a los Psíquicos.

El joven no dudó. Corrió tan rápido como pudo, y Axel se sintió aliviado de haberlo sacado de allí. Pero en ese momento, un Psíquico, al darse cuenta de la fuga, gritó: "¡Deténganlos!"

"¡Vamos!" Gritó Camila, empujando a Axel y a Lucas hacia adelante. El grupo se apresuró a escapar, pero a medida que se alejaban, el sonido de los pasos pesados y las voces enojadas se acercaban rápidamente.

"No podemos quedarnos aquí," dijo Kai, su rostro empapado de sudor. "Debemos llegar a la plaza."

Cuando finalmente llegaron a la plaza central, Axel sintió un aire de desesperación. Las calles estaban desiertas, pero los restos del ataque eran evidentes. Pequeñas marcas en el suelo formaban un patrón extraño, y Axel se agachó para observarlas más de cerca.

"Estos son los símbolos de los que hablaban," dijo, señalando las marcas. "Pero no sé qué significan."

Lucas se acercó, examinando los símbolos con detenimiento. "Parece que estos son más que solo marcas. Hay algo rítmico en ellos, como si fueran parte de un ritual."

"¿Un ritual?" preguntó Camila, sorprendida. "¿Qué tipo de ritual?"

"Quizás uno para invocar o canalizar poder," sugirió Kai. "Pero necesitaríamos más información para entenderlo."

De repente, un estruendo resonó en la plaza, y un grupo de Psíquicos apareció al final de la calle. "¡Ahí están!" gritó uno de ellos, señalando al grupo de Axel.

"No podemos quedarnos aquí," dijo Axel, sintiendo la adrenalina fluir. "¡A la salida del este! ¡Rápido!"

Corrieron hacia la salida, pero justo cuando estaban a punto de escapar, una figura oscura emergió de las sombras. Era un hombre alto con una presencia que imponía respeto y temor. "Deténganse," dijo, su voz profunda resonando en la plaza. "No pueden escapar tan fácilmente."

Axel sintió una oleada de energía proveniente de este desconocido. No era un Psíquico; su aura era diferente, más poderosa. "¿Quién eres?" preguntó Axel, su voz firme a pesar de la inquietud que lo invadía.

"Soy Zarkoc, un Apátrida," respondió el hombre, con una sonrisa que no reflejaba calidez. "Y he estado esperando que ustedes llegaran."

El corazón de Axel se hundió. Este era el encuentro que temía. Había llegado el momento de enfrentar lo desconocido.