**La vida perfecta no existe, y menos cuando la creamos basándonos en otras personas. Soy Elena Hernández, una mujer común que se enamoró del hombre perfecto. Juntos soñabamos con salir adelante y poder emprender nuestro propio negocio. Pero, para que esto pudiera ocurrir, uno de los dos debía sacrificar sus sueños. ¿Y adivinen quién se sacrificó?**
**Vivía en una burbuja que pronto me reventaría en la cara, haciéndome caer en el más profundo abismo. ¿Seré capaz de salir adelante? ¿Podré alcanzar mis propias metas? Acompáñame en este nuevo inicio y descubramos juntos de qué estoy hecha.**
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Capítulo XVII Reunión familiar
Punto de vista de Leonardo
Fui temprano por Elena a su apartamento, como me gustaría que ella se mudara conmigo, así no estaría preocupado de que ella subiera y bajara esas escaleras. Toque a su puerta y ella salió con una gran sonrisa y a su lado estaba Lucía: su mejor amiga.
"Más te vale que cuides de mi hermana, si algo le pasa te la verás conmigo", manifestó Lucía haciendo caras.
"Lucía compórtate, ¿qué me puede pasar si estoy con el padre de mi hijo?", regaño Elena apenada.
"Puede ser muy el padre de mi sobrino, pero ustedes son mi familia y los voy a defender de quien sea", continuo, Lucía a la defensiva.
"Buenos días, Lucía. A mí también me da gusto verte", respondí con una gran sonrisa. "Déjame decirte que cuidaré de tu familia, pues también son la mía".
Lucía era todo un personaje, y me daba gusto que Elena contará de con ella. Nos despedimos de Lucía y salimos de aquel edificio, al subir en el auto le dije a Elena que iríamos con mi familia, al instante note que ella se puso tensa.
"Sabes que no le caigo bien a tu mamá, preferiría no ir a esa comida", sugirió decidida a no ir.
"No solo estará mi mamá, también ira mi papá y abuela, ellos son diferentes y estoy seguro de que les caerás bien". Insinsistíra que Elena aceptara ir conmigo hasta que finalmente acepto mi propuesta.Conduje hasta el club: un lugar a las afueras de la ciudad donde se puede respirar aire fresco y despejar la mente. "Este es mi lugar favorito, aquí te olvidas de cualquier problema.
"Parece un lugar acogedor; sin embargo, estoy nerviosa, no me siento preparada para conocer al resto de tu familia.
Tome la mano de Elena dándole un suave beso en el dorso. "No tienes de que preocuparte, yo estoy aquí para protegerte de ellos si es necesario".
Elena sonrió forzadamente, y no la culpo sabia muy bien que ella no era del agrado de Ágata, solo esperaba que mi madre no le hiciera alguna grosería. Bajamos del auto y entramos al área del restaurante, vi que Elena se quedó mirando frente a un espejo en la entrada. "Tranquila te ves hermosa", susurre a su oído.
Ella me miró con ternura mostrando su hermosa sonrisa, sabía cuando era genuina, pues sus ojos brillaban al mismo tiempo.
"Gracias, no quiero estar fuera de lugar", respondió con timidez.
Caminamos hasta donde se encontraba mi familia, ellos se encontraban hablando entre ellos y no se habían percatado de nuestra presencia. "Buenos días, familia", interrumpí su conversación.
Ellos voltearon a verme, pero la reacción más expresiva fue la de mi madre que al ver a Elena a mi lado borro su sonrisa al instante.
"Hijo, al fin llegas. Bienvenido", mi papá fue muy efusivo al darme la bienvenida, después miro a Elena y con amabilidad se dirigió a ella. "Un gusto conocerla", extendió su mano y Elena la estrecho mostrando una sonrisa.
"El gusto es mío señor", respondió ella relajando un poco su cuerpo.
Mi abuela se quedó mirando a Elena fijamente, ella era así primero analizaba la actitud de las personas para luego dar su opinión. "Por favor tomen asiento. Soy Miranda Leal De Villalobos: la abuela de este muchacho".
Elena extendió su mano para saludar a mi abuela, las personas que conocían a Miranda sabían que ella no tocaba a nadie, me sentí culpable por no advertirle a Elena. Sin embargo, la reacción de mi abuela dejó a todos con la boca abierta, ya que tomó la mano de Elena. "Un gusto conocerla señora Miranda". Dijo Elena más relajada.
"Ven hija siéntate a mi lado, tengo muchas preguntas que hacerte". La abuela miró a mi madre y sonrió con satisfacción, ella estaba disfrutando el hecho de que Ágata estaba que explotaba ante la presencia de mi acompañante.
"Gracias, señora", contesto Elena sentándose al lado de Miranda.
Empezamos a platicar entre nosotros, aunque mi mamá se mantuvo en silencio todo el tiempo, era obvio que no soportaba la presencia de Elena en la mesa.
"¿Qué tiempo tienes de embarazo?", pregunto mi abuela llamando la atención de los presentes.
Elena sonrió y acaricio su vientre contestando con dulzura. "Entre al cuarto mes". Sus ojos se iluminaron al hablar de nuestro bebé.
"¿Ya saben si es niño o niña?", volvió a preguntar la abuela.
Elena me miró y sonrió antes de contestar. "Es un niño, precisamente ayer tuve mi control prenatal y vimos a nuestro bebé creciendo sano y fuerte", ver los ojos de Elena iluminarse al contar que vimos al bebé me hizo sentir feliz, el saber que ella amaba a ese pequeñito que crecía dentro de ella me hizo dichoso de que ella fuera la madre de mi hijo.
"Eso hay que celebrarlo, tendré un nieto varón", comentó mi papá alzando su taza de café.
El ambiente había cambiado favorablemente para Elena hasta que Ágata intervino. "¿Quién garantiza que ese niño es de Leonardo?". El lugar quedó en un silencio incómodo.
"No te voy a permitir que hables más de la mamá de mi hijo, o es que acaso me crees tan idiota de no saber si el bebé es mío o no". Mi voz sonaba firme y sin posibilidad de que lo que estaba diciendo fuera mentira.
"Ágata mejor cierra la boca, no te das cuenta de que humillas y avergüenzan a tu hijo con ese tipo de comentarios", intervino nuevamente mi padre molesto.
"No le hagas caso a mi Ágata ella es una amargada que no puede ver a los demás felices", la abuela sonaba indignada y molesta, le lanzó una advertencia a mi abuela con la mirada haciendo que esta guardara silencio.
El mesero llegó con las órdenes del desayuno y empezó a servir los platos, inocente de la guerra campal que se había desatado antes de su entrada, los ánimos se calmaron un poco, ya que ni ganas miembro de la familia Villalobos haría una escena frente a un desconocido. Si ese muchacho supiera el favor que me había hecho, pensé darle una buena propina a penas termináramos el desayuno.
Después del incomodo momento empezamos a desayunar, la abuela seguía hablando con Elena ignorando la presencia de mi madre. Todo iba mejor hasta que escuche a una mujer hablar. "Familia Villalobos que sorpresa encontrarlos aqui". Voltee a ver quien era con la esperanza de que no fuera quien yo creía que era; sin embargo, toda esperanza se esfumó cuando en la puerta de nuestro privado se encontraba Amanda...