"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo VII Atracción
Dimitri y yo empezamos a frecuentarnos, teníamos aproximadamente un mes trabajando en la defensa de mi caso, aunque teníamos una base sólida aún no era suficiente para enfrentarnos a los Lombardi, ellos eran una familia muy astuta y siempre lograban salirse con la suya, pero esta vez no se lo permitiría, ellos pagarían por todo lo que nos hicieron.
“Pronto está pesadilla acabará y podrás ser libre de tanto dolor”. Las palabras de Dimitri eran motivadoras.
“Eso espero, quiero volver a ser feliz, y olvidar tanto dolor”. Respondí con nostalgia.
“Quiero invitarte a cenar, es fin de semana y creo que podemos relajarnos un rato”. Me propuso Dimitri emocionado.
“Acepto tu invitación, solo necesito pasar por mi casa y cambiar esta ropa tan seria”. Estábamos en la oficina de Dimitri trabajando en mi caso, acepte su invitación, ya que necesitaba urgentemente distraerme de tantos problemas.
Dimitri me llevo a la mansión que una vez fue de mis padres, el se había aseado en su oficina y hasta un cambio de ropa tenía, así que lo invite a pasar mientras yo me ponía algo más cómodo para nuestra velada. No tarde demasiado, habíamos quedado en ir a un restaurante discreto, un lugar donde los ricos y poderosos nunca irían. Salimos de mi casa después de una hora, el lugar al que me llevo era realmente cómodo y acogedor, con luces tenues y música suave que creaba un ambiente perfecto para relajarse. La decoración era sencilla, pero con un toque de elegancia que me hizo sentir en casa.
“¿Sabes? Este lugar siempre me ha parecido un refugio,” comentó Dimitri mientras nos acomodábamos en una mesa apartada. “Aquí podemos ser nosotros mismos, lejos de las miradas curiosas.”
Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y emoción. “Es verdad. A veces me siento atrapada entre las expectativas de los demás y mis propios deseos.”
La cena comenzó con una conversación ligera, compartiendo anécdotas sobre nuestras vidas antes de conocernos. Dimitri tenía un sentido del humor que me hacía reír sinceramente; sus historias sobre sus días de estudiante y las travesuras que hacía con sus amigos me hicieron olvidar, aunque sea por un momento, la carga que llevaba sobre mis hombros.
Mientras disfrutábamos de una deliciosa pasta, la conversación se tornó más profunda. “Lucia,” dijo Dimitri con seriedad, “no quiero que te sientas sola en esto. Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino.”
Sus palabras resonaron en mi corazón. “Gracias, Dimitri. Tu apoyo significa mucho para mí. A veces siento que estoy luchando contra molinos de viento, y no sé si tengo la fuerza suficiente para seguir adelante.”
“Lo tienes,” respondió él con firmeza. “Eres más fuerte de lo que crees. Y recuerda, no estás sola en esta batalla. Juntos encontraremos la manera de vencer a los Lombardi.”
Me sentí reconfortada por su presencia y su determinación. Al terminar la cena, decidimos dar un paseo por el parque cercano, iluminado por la luz de la luna y el suave murmullo del viento entre los árboles.
“¿Te gustaría hacer algo especial después de todo esto?” preguntó Dimitri mientras caminábamos.
“¿A qué te refieres?” inquirí curiosa.
“Quizás podríamos planear un viaje o simplemente pasar más tiempo juntos haciendo cosas divertidas. Creo que ambos merecemos un respiro,” sugirió con una sonrisa.
La idea me emocionó, pero también me llenó de incertidumbre. “Eso suena increíble, pero ahora mismo tengo tantas cosas en mi mente…”
“Lo sé,” interrumpió suavemente. “Pero es importante encontrar momentos para disfrutar la vida también. No podemos dejar que el pasado nos consuma.”
Asentí, sintiendo una chispa de esperanza encenderse dentro de mí. Quizás había una luz al final del túnel después de todo.
Mientras continuábamos paseando bajo las estrellas, supe que este momento era solo el comienzo de algo nuevo; algo que podría ayudarme a sanar y a luchar con más fuerza contra los Lombardi.
“Dimitri,” dije al detenerme frente a un banco bajo un gran roble, “gracias por estar aquí conmigo esta noche.”
Él sonrió y tomó mi mano suavemente. “Siempre estaré aquí para ti, Lucia”
Y en ese instante, sentí que quizás sí podría encontrar la felicidad nuevamente… si solo tenía el valor de enfrentar lo que vendría.
Punto de vista de Dimitri
Pasar esta noche al lado de Lucia era algo nuevo para mí, ella era increíble y a pesar de que todo su mundo fue destruido por los Lombardi, ella seguía siendo fuerte y decidida. Quería seguir conociéndola, algo en ella llamaba mi atención, no imaginaba mi vida sin su presencia, pero no me arriesgaba a ir más allá por temor a su rechazo y por temor a que ella se alejara de mí. Sin embargo, me arriesgue a sugerirle que al terminar este proceso nos fuéramos de viaje y ella aceptó casi de inmediato. Sabía que si tenía paciencia su corazón sería mío.
La tomé de la mano e hice que detuviera su andar. “Confía en mí, te ayudaré a demostrar que los Lombardi no son lo que parece”.
Sus ojos grises se iluminaron por un segundo demostrando que debajo de esa fachada de mujer fuerte aún se esconde una mujer con ganas de amar. “Gracias por estar conmigo en esta lucha”.
“No tienes que agradecer nada, lo hago con gusto”. Me acerqué a ella despacio, nuestras miradas se cruzaron por unos instantes, sentí mi corazón acelerarse ante la proximidad de nuestros cuerpos. Ella no me estaba rechazando, al tenerla tan cerca pude sentir su olor haciendo que mis ganas de besarla aumentará, acaricie sus mejillas suavemente con las puntas de mis dedos, mis manos se deslizaron por su hermosa cabellera, la suavidad de sus labios me invitaban a unir los míos con los de ella, era el momento perfecto.
“¡Bravo, bravo!, ya veo cómo estás pagando los servicios de tu abogaducho”. La voz de Sebastián resonó por todo el parque.
Lucia y yo volteamos a ver a Sebastián quien nos estaba mirando con sus ojos inyectados de odio; la ira se acumulaba en su ser y su cuerpo lo reflejaba empuñando sus manos como si quisiera acabar con nosotros con sus propias manos.