narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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Planes y Alianzas Peligrosas
El amanecer en Seúl traía consigo una ligera neblina, difuminando el horizonte con un aire de misterio. Jinwoo observaba la ciudad desde el gran ventanal del refugio, su mente procesando cada detalle de lo que había descubierto la noche anterior. Gael aún dormía, pero su sueño era ligero. Ambos sabían que estaban en territorio peligroso, y confiarse no era una opción.
El día de hoy marcaría un antes y un después. Jinwoo había pasado la madrugada organizando algunos recursos y moviendo piezas en su imperio. Ahora que sabía que Seo-jun estaba detrás de la vigilancia, necesitaba protegerse y preparar su contraataque. Sin embargo, una parte de él seguía desconfiando, no tanto de Gael, sino de las circunstancias que los habían unido. ¿Podía realmente confiar en alguien que había estado jugando al mismo juego durante tanto tiempo?
Gael despertó, su cuerpo fuerte y en tensión por los eventos recientes. Al levantarse, lo primero que hizo fue observar el entorno, un reflejo automático de su vida siempre bajo amenaza. Al ver a Jinwoo de pie junto al ventanal, su mente regresó a la conversación de la noche anterior. Había hecho una promesa, una de las pocas que había dado en su vida. Confiar no era su punto fuerte, pero sabía que, para sobrevivir, no tenía otra opción más que aliarse con Jinwoo.
—No eres de los que duermen mucho, ¿verdad? —comentó Gael con una voz grave, acercándose al empresario.
Jinwoo apenas giró la cabeza, pero había una ligera sonrisa en su expresión, como si esa observación le hubiera hecho gracia.
—Demasiado por hacer y muy poco tiempo —respondió—. Especialmente ahora.
Gael se cruzó de brazos, apoyándose contra la pared mientras evaluaba al hombre frente a él. Jinwoo era un enigma para él, tan calculador y controlado, pero con un lado vulnerable que dejaba entrever en los momentos menos esperados.
—¿Tienes algún plan? —preguntó Gael, yendo al grano.
Jinwoo asintió, apartándose del ventanal.
—Vamos a enfrentar a Seo-jun, pero no lo haremos solos —dijo Jinwoo—. He estado haciendo algunas llamadas esta mañana. Hay ciertas personas que nos pueden ayudar... si jugamos bien nuestras cartas.
Gael arqueó una ceja, curioso pero también escéptico.
—¿Personas? No soy fan de involucrar a terceros. Eso solo añade complicaciones.
Jinwoo entendía la reticencia de Gael. Ambos eran hombres acostumbrados a resolver sus problemas solos, sin depender de nadie más. Sin embargo, esta vez la situación era diferente. Seo-jun no era un adversario cualquiera; había construido una red de contactos tan peligrosa como él mismo, y enfrentarlo sin aliados sería un suicidio.
—No tenemos opción —explicó Jinwoo—. Seo-jun no es un hombre que juegue limpio, y si realmente está detrás de nosotros, debemos asegurarnos de tener a las personas correctas de nuestro lado. Además, hay alguien más en el tablero.
Gael frunció el ceño, su cuerpo tensándose ante la mención de otro jugador en el juego.
—¿De qué hablas? —preguntó, su tono grave.
Jinwoo se movió hacia una pequeña mesa donde había dejado algunos documentos, fotos y notas. Extendió una fotografía frente a Gael, quien la tomó con rapidez. La imagen mostraba a una mujer elegante, de rostro astuto y ojos afilados.
—Minji —dijo Jinwoo con voz seria—. No solo es una empresaria ambiciosa, también tiene una conexión con Seo-jun. Durante años ha estado moviendo hilos, y ahora, al parecer, está interesada en nosotros.
Gael observó la foto con atención. No reconocía a Minji, pero algo en su expresión le daba mala espina. Sabía lo que personas como ella podían hacer cuando veían una oportunidad para tomar el control.
—¿Qué quiere de nosotros? —preguntó, dejando la foto en la mesa.
—Poder —respondió Jinwoo con simpleza—. Y venganza. En mi caso, tuvimos algunos roces en el pasado que no acabaron bien. En el tuyo, parece que está interesada en tu anonimato. Quiere desenmascararte, y si tiene éxito, podrías perderlo todo.
Gael apretó los dientes. El anonimato era su mayor protección. Si Minji lograba exponerlo, no solo perdería su imperio, sino también su seguridad y cualquier posibilidad de continuar su vida en las sombras.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Gael, su tono más decidido.
Jinwoo lo miró con firmeza.
—Primero, necesitamos asegurar nuestras posiciones. Nadie debe saber que estamos al tanto de sus movimientos. Jugaremos el mismo juego, pero con más inteligencia. Y segundo, quiero tenderles una trampa. Hacer que crean que tienen la ventaja para que, cuando bajen la guardia, podamos atacar.
Gael sonrió ligeramente, apreciando la astucia de Jinwoo. Era un plan arriesgado, pero si jugaban bien, podría funcionar.
—¿Y cómo piensas hacerlo? —preguntó Gael, cruzando los brazos mientras esperaba la respuesta.
—Primero, necesito que confíes en mí —dijo Jinwoo, acercándose un poco más—. Si vamos a trabajar juntos, no puede haber dudas. Ninguna.
Gael lo miró con una intensidad que pocos soportaban, pero Jinwoo no desvió la mirada. Sabía lo que estaba pidiendo, y sabía que Gael no entregaba su confianza fácilmente. Pero después de un momento de silencio, Gael asintió.
—Confianza —dijo Gael, finalmente—. Pero esto va en ambas direcciones.
Jinwoo asintió.
—Lo sé.
En ese instante, sus teléfonos vibraron simultáneamente. Ambos hombres se miraron con cautela antes de revisar los mensajes. Lo que encontraron no fue alentador: una notificación de que alguien había hackeado uno de los servidores de Jinwoo. Minji estaba más cerca de lo que pensaban, y ahora sabían que el tiempo para planear se estaba agotando.
—Tenemos que movernos más rápido —murmuró Jinwoo, guardando su teléfono.
Gael asintió. Ya no había vuelta atrás. Seo-jun y Minji estaban acercándose rápidamente, pero juntos, ellos también tenían un as bajo la manga. Ahora, el reto sería mantener la ventaja sin perderse en las sombras que los acechaban.
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