Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
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cap:5
El sonido de la puerta cerrándose con fuerza resonó en el apartamento vacío, dejando a Mariana inmóvil, con el corazón latiendo a un ritmo frenético. Había imaginado que las cosas con Samuel podrían complicarse en algún momento, pero nunca había previsto algo como esto. La idea de que él dudara de su honestidad la hería profundamente.
Suspiró, sintiendo el peso del silencio a su alrededor. Se dejó caer en el sofá, mirando fijamente su teléfono. Una parte de ella quería llamarlo, explicarle de nuevo que no tenía nada que ocultar, pero otra parte, más orgullosa, se negaba a ceder.
Mientras tanto, Samuel caminaba sin rumbo fijo por las calles de la ciudad. La lluvia ligera que comenzaba a caer no parecía molestarlo. Sus pensamientos eran un caos: un torbellino de celos, culpa y confusión. Sabía que había actuado impulsivamente, pero las imágenes de Mariana abrazando a otro hombre lo atormentaban.
Caminó hasta un pequeño bar que había frecuentado en el pasado. Se sentó en la barra y pidió un whisky, esperando que el alcohol silenciara sus pensamientos, aunque fuera por un rato. El lugar estaba tranquilo, apenas unas pocas personas esparcidas en las mesas. Samuel bebió en silencio, recordando los momentos recientes con Mariana: su risa, sus caricias, la manera en que lo hacía sentir vivo.
Sin embargo, no podía ignorar la inseguridad que se había alojado en su pecho. ¿Qué pasaría si ella realmente no estaba tan comprometida como él? ¿Y si era solo cuestión de tiempo antes de que alguien más entrara en su vida y lo dejara atrás?
En el apartamento, Mariana finalmente decidió dejar de lado su orgullo. Tomó su teléfono y marcó el número de Samuel. El tono de llamada sonó varias veces antes de ir al buzón de voz. Sintió un nudo en la garganta, pero no dejó un mensaje.
Los minutos pasaron, luego una hora. El teléfono seguía en silencio. La ansiedad comenzó a apoderarse de ella, pero intentó calmarse. "Si realmente vale la pena, volverá," se dijo, aunque la inseguridad le susurraba otra cosa.
Por otro lado, Samuel seguía en el bar. Su segundo whisky estaba a medio terminar cuando su teléfono vibró en la mesa. Al ver el nombre de Mariana en la pantalla, su corazón dio un vuelco. Quiso responder, pero el orgullo lo detuvo. "Ella debería entender cómo me siento. Fue ella quien ocultó cosas."
Pero mientras el tono de llamada se apagaba, una punzada de arrepentimiento lo invadió. Mariana no había hecho nada que realmente justificara su desconfianza, lo sabía en el fondo. Él era quien estaba dejando que sus propios miedos sabotearan lo que estaban construyendo juntos.
Cuando decidió que era momento de volver al apartamento y hablar con ella, recibió un mensaje. Lo abrió esperando que fuera de Mariana, pero en su lugar encontró un texto de un número desconocido:
"Samuel, necesito hablar contigo. Es importante. —Pablo"
La sorpresa y la confusión lo dejaron sin aliento. ¿Cómo tenía Pablo su número? ¿Y por qué le escribía?
Samuel salió del bar de inmediato, su mente dando vueltas. El mensaje lo llenaba de dudas. ¿Qué podía querer Pablo de él? ¿Y qué relación tenía eso con Mariana?
Cuando llegó al apartamento, encontró las luces apagadas. Entró con cuidado y vio a Mariana dormida en el sofá, envuelta en una manta. Su expresión era tranquila, pero Samuel sabía que debajo de esa calma había un mar de emociones.
Se acercó lentamente, sin querer despertarla, pero el sonido de sus pasos hizo que ella abriera los ojos. Al verlo, Mariana se incorporó de inmediato, sus ojos reflejando una mezcla de alivio y enfado.
—¿Dónde estabas? —preguntó, su voz baja pero cargada de tensión.
—Caminando. Pensando —respondió él, dejando su chaqueta sobre una silla.
—¿Y pensaste en contestarme el teléfono? —su tono era más agudo ahora.
Samuel suspiró y se sentó frente a ella.
—Lo siento. Necesitaba tiempo para aclarar mi cabeza.
Mariana lo miró fijamente, esperando una explicación más clara, pero él guardó silencio. Finalmente, ella habló.
—No sé qué te hizo pensar que puedes desconfiar de mí, pero esto... no puedo vivir con alguien que no cree en mi palabra.
Samuel bajó la mirada, sintiendo la verdad en sus palabras.
—No es que no confíe en ti. Es que... tengo miedo. Lo que siento por ti es tan fuerte que me aterra perderte.
Mariana suspiró, suavizando un poco su postura.
—No voy a traicionarte, Samuel. Pero necesitas aprender a confiar en mí, porque si no, esto no funcionará.
Samuel asintió, y justo cuando iba a responder, su teléfono vibró de nuevo. Ambos miraron la pantalla, donde apareció un nuevo mensaje:
"Podemos encontrarnos mañana. Será rápido, lo prometo. —Pablo"
El rostro de Mariana se llenó de confusión al ver el nombre.
—¿Por qué Pablo te está escribiendo?
Samuel la miró, tan desconcertado como ella.
—No lo sé, pero quiero averiguarlo.
El malentendido parecía aclararse, pero en el aire quedaba una nueva incógnita. ¿Qué pretendía Pablo al contactar a Samuel?