René y Antón, podría decirse que nacieron uno para el otro. pero por decisiones personales, se separaron por un corto periodo de tiempo, el la amo desde que ella estaba dentro del vientre de su madre, es solo que nunca lo dijo ante todos y ella lo amo y sin dudarlo se lo dijo en cuanto lo descubrió, ambos hicieron promesas, pero el fue el primero en romperla, por lo que ella decidió hacer lo mismo, ¿sera que en verdad su destino siempre fue amarse?
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CAPÍTULO 14
RENÉ
El lugar al que me llevó Juanjo a comer me encantó. Primero participé en una carrera de pequeños autos. No era la misma velocidad, pero me gustó. El objetivo era que el último que pudiera mantenerse sin chocar en ningún momento ganaba.
Éramos un total de 20 participantes y aunque casi gané, quedé en segundo lugar. Cometí un error tonto, pero igualmente me llevé una medalla. Cuando volví con Juanjo, él ya había pedido carne y papas con dos refrescos.
—Te quedó hermosa esa medalla —me halagó Juanjo.
—Me hubiera quedado mejor en primer lugar —respondí con pesar.
—No pasa nada, otro día será. Fue un pequeño error. No habías corrido en esta pista nunca y aquí todos vienen seguido. Mejor come antes de que oscurezca más y tu padre me mate por llevarte tarde —dijo Juanjo.
—Mi papá no mataría ni una mosca, así que tranquilo —comenté y comenzamos a comer. Al terminar, yo quería postre. Ya pasaban de las siete de la noche, era temprano, así que no me preocupaba llegar tarde a casa.
Después de comer mi postre, nos subimos a la moto de Juanjo. Él me llevó a casa y cuando bajé de su moto, que estaba por despedirme de él, llegó un auto. Para mi mala suerte, eran mis padres. Pero eso no era lo que me causaba molestia, sino quién conducía el auto. No era otro que el muy idiota de Antón.
—Dime que ese dios griego que se acaba de bajar del auto es Antón —exigió Juanjo y yo asentí con la cabeza y luego confirmé con mis labios.
—Sí, es él —respondí nerviosa.
—Niña, yo por un hombre así espero hasta 20 años —comentó Juanjo y yo lo miré con cara de pocos amigos.
—Oye, respétame la cara por lo menos —exigí.
—Por favor, tú también te estás muriendo por ese monumento de hombre que viene ahí —comenta Juanjo cerca de mi oído, ya que mis padres y Antón se acercan y ya no podemos hablar.
—Juanjo, no sabía que tenías moto —mi padre lo saluda con un apretón de manos.
—Sí, señor, es que casi no la uso, pero como mi auto se dañó, tengo que esperar hasta mañana para que me entreguen el nuevo —responde Juanjo.
—Sí, el incidente del auto. Bueno, ¿pasas o te vas? Él es Antón, el hermano de Grecia. Llegó hoy. Él y René fueron muy unidos de niños. Antón, él es Juanjo, el novio de René —mi apoyo los presenta y ellos se dan la mano. Y como vi que el idiota de Antón estaba apretando con demasiada fuerza la mano de Juanjo, intervengo.
—¿Y por qué lo trajo Antón? —pregunté.
—El chofer salió con el auto y no volvió, así que Antón se ofreció a traernos —responde mi mamá.
—Sí, y ya lo hice y me voy. Buenas noches —Antón se despide sin expresión en el rostro, lo que me genera curiosidad. Quiero saber qué piensa ese tonto. Y pues, sus expresiones han cambiado. Él no es el Antón lleno de alegría que siempre sonreía. Ahora es más frío y debo reconocer que se ve muy sexy.
—Hija, los dejamos para que se despidan. Te vemos adentro —mi papá.
—Sí, ya entro —mis papás se despiden de Juanjo y nos dejan a solas.
—Ese Antón sí que es fuerte. Por poco y me rompe la mano —comenta Juanjo.
—No sé qué le pasó. Él nunca fue violento ni frío. Está diferente —comento recordando al Antón que se fue hace casi tres años.
—Le pasa que está celoso y todo hombre celoso se convierte en un animal, así que si ese animal que se acaba de ir me rompe la cara, quedará en tu conciencia —Juanjo.
—Él no te hará nada, mejor ya vete en tu chaqueta, guarda la medalla. Mis papás no pueden verla —hablé un poco molesta, pues no quiero hablar con Antón por ahora. Si es verdad que está celoso, que se aguante, pues en todos estos años siempre morí de celos al pensar que él podía estar con una rusa.
Y aún lo pienso, pues no sé nada de su vida, pero estoy segura de que Blanca de seguro le sacó toda la información y ella estará en mi graduación, así que sabré todo lo que Antón hizo en Rusia sin necesidad de hablar con él.
Me despedí de Juanjo con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Él arrancó y yo entré a la mansión. Mis papás estaban en la cocina tomando algo. Los vi en plan romántico, así que mejor subía rápidamente a mi habitación, tomé una ducha y me puse mi pijama. Estaba por dormir, pero mis padres entraron y me dieron un beso de buenas noches antes de irse muy alegres. Creo que para ellos la noche recién empieza.
Esa es una de las cosas que admiro de mis padres. Ellos siempre se están conquistando, llenándose de detalles, demostrándose amor y eso es increíble. Tras casi 38 años juntos, su amor está intacto. Es como si el tiempo no pasara y de verdad yo quisiera un amor como el suyo, lleno de amor.
Luego de que mis padres se fueran, sonó mi celular. Creí que era Juanjo avisando que llegó bien a su casa, pero me quedé de piedra cuando leí el mensaje.
—Tenemos que hablar, mariposa —No tenía el contacto registrado, pero sabía muy bien que era Antón. Pero está loco si piensa que con un simple mensaje después de casi tres años voy a salir corriendo a hablar con él.
Dejé mi celular de lado, no sin antes apagarlo. Luego me acosté, quería dormir, pero en mi cabeza solamente estaba él, Antón Kuznetsov.
Di mil vueltas en la cama, pero me era imposible conciliar el sueño. Él estaba perturbando mi descanso, pero no estaba dispuesta a ceder tan rápido, no hasta saber qué hizo estos tres años en Rusia. Así que tomé nuevamente mi celular, lo encendí y le escribí a Blanca.
—Mañana iré de visita, espero que me guardes cosas deliciosas —Le escribí a Blanca y su respuesta llegó casi de inmediato.
—Te guardaré todos los ingredientes y tú haces las cosas deliciosas —Escribe la muy descarada. Que agradezca que la abuela Rocío me enseñó a cocinar.
—Jaja, eres una descarada, pero nos vemos ahí —respondí.
Luego volví a apagar mi teléfono y entonces pude conciliar el sueño, ya sabiendo que tendría toda la información al día siguiente.