Acron Griffindoh y Cory Freud eran vecinos y fueron compañeros de escuela hasta que un meteorito oscureció el cielo y destruyó su mundo. Obligados a reclutarse a las fuerzas sobrevivientes, fueron asignados a diferentes bases y, a pesar de ser de géneros opuestos, uno alfa y otro omega, entrenaron hasta convertirse en líderes: Acron, un Alfa despiadado, y Cory, un Omega inteligente y ágil.
Cuando sus caminos se cruzan nuevamente en un mundo devastado, lo que empieza como un enfrentamiento se convierte en una lucha por sobrevivir, donde ambos se salvan y, en el proceso, se enamoran. Entre el deber y el peligro, deberán decidir si su amor puede sobrevivir en un planeta que ya no tiene lugar para los sueños, sino que está lleno de escasez y muertes.
NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Excusas
La rutina de Cory en la base sigue siendo tan pesada como siempre. El aislamiento lo consume lentamente, pero lo peor de todo es la soledad. Aunque está rodeado de soldados, nada de eso lo hace sentir menos apartado. Su vientre ya está bastante visible, y la incomodidad es constante, pero lo peor es la espera. Espera para reunirse con Acron, espera a que el entrenamiento termine, espera que el futuro finalmente llegue.
Ese día, mientras estaba en la sala de descanso, el comandante Xion aparece frente a él. Cory no se lo esperaba, pero lo sabe de inmediato: Xion no es solo el comandante de su unidad, es alguien con poder. Poder suficiente para hacerle una propuesta que nunca imaginó.
—Cory —comienza Xion, con su voz grave y firme—. He estado observando tu desempeño, y sé lo difícil que debe ser para ti, estando en este estado. Sin embargo, no puedo ignorar que eres un Omega valioso. Tu fortaleza es indiscutible, pero también entiendo que tu embarazo puede ser una carga.
Cory lo mira con desconfianza. Ha aprendido a no confiar en las palabras bonitas de los superiores. Nadie en la base lo mira con compasión. Todo se trata de fuerza, de seguir adelante sin importar lo que pase.
—¿Qué quieres decir con eso? —responde Cory, manteniendo la calma, aunque sus nervios empiezan a ser evidentes.
Xion sonríe ligeramente, como si ya supiera cómo iba a reaccionar. Da un paso hacia él, más cerca de lo que Cory se siente cómodo.
—Te ofrezco un trato, Cory —dice con tono persuasivo—. Sé que tu situación no es fácil, y la verdad es que la base no es el lugar ideal para alguien en tu estado. Podrías tener ciertos... privilegios, si decides ser mi Omega. Podríamos asignarte una habitación privada, cuidados especiales, incluso una posición que te permita estar más cómodo mientras llevas a cabo tus responsabilidades. No tendrías que entrenar en condiciones tan extremas para sobrevivir, y podrías descansar cuando lo necesites.
El aire en el cuarto se vuelve pesado. Cory siente el golpe de las palabras de Xion como una bofetada. Privilegios. Cuidados especiales. Todo eso son solo palabras vacías para él. Aunque el trato suena tentador, Cory no puede dejar que se lo ofrezcan. No puede traicionar lo que siente. No puede olvidar a Acron.
Cory se pone en pie de un salto, el peso de su vientre casi lo hace tambalear, pero se mantiene firme. Fija la mirada en Xion, sus ojos llenos de una determinación inquebrantable.
—No quiero tus privilegios —dice, su voz tranquila pero tajante—. Ya tengo a mi Alfa. Y voy a estar con él algún día. No me importa cuánto tiempo pase, pero eso no va a cambiar.
Xion lo observa, una mezcla de sorpresa y desdén en su rostro. Sabe que Cory no es alguien fácil de manipular, pero esperaba que las palabras sobre el poder y los beneficios fueran suficientes para convencerlo.
—Cory, lo que estás diciendo no tiene sentido —responde, casi con una sonrisa burlona—. Acron no está aquí. Tú estás aquí, en mi base. Y no hay garantía de que él vuelva a ti.
Cory da un paso hacia Xion, con su mirada aún más firme.
—Eso no me importa. Acron es mi Alfa, y lo seré para él, igual que él lo es para mí. No importa lo que digas, yo lo esperaré, y algún día estaremos juntos. Nada de lo que ofrezcas cambiará eso.
Xion lo observa en silencio por unos segundos, claramente frustrado. Pero no dice nada más. No puede, porque sabe que no hay nada que pueda decir para hacer que Cory cambie de opinión. Finalmente, da media vuelta y se aleja.
—Como desees, Cory —responde sin entusiasmo, ya dando la conversación por terminada.
Cuando el comandante se aleja, Cory se queda en silencio, mirando hacia el suelo. Por un momento, se siente un poco abrumado, pero algo dentro de él se mantiene fuerte. Sabe que Acron es su Alfa, y eso es lo único que necesita recordar. No importa lo que pase en la base, no importa cuánto lo intenten aislar o presionar. Su futuro está en sus manos, y nadie lo apartará de Acron.
Cory respira hondo, con sus manos rozando su vientre. Él y el bebé. Y Acron, al final. Ese es su destino. Y ningún trato, por más tentador que sea, cambiará eso.
Los días en aislamiento se estiran como un hilo interminable. Cory se encuentra en una pequeña habitación, más parecida a un cuarto de hospital que a un espacio de descanso. Las paredes blancas, el mobiliario minimalista, y el silencio que lo rodea lo hacen sentirse aún más apartado de todo lo que conocía. Está separado del resto de los soldados, alejado de los entrenamientos y, lo que es peor, de las visitas. No puede ver a nadie, no puede hablar con nadie, excepto por los informes y la comunicación oficial.
Pero Cory no es de los que se quedan quietos. A pesar de todo, sigue buscando maneras de ocupar su mente. Se dedica al estudio, algo que había dejado de lado mientras entrenaba junto a los demás. Libros, manuales de táctica, archivos de supervivencia… Los devora. Es la única manera de mantener la mente ocupada, de sentirse útil en un mundo que se desmorona alrededor de él. Si no puede estar con Acron, si no puede entrenar como antes, al menos puede prepararse para cuando el día llegue. Y ese día, cuando Acron lo vea otra vez, debe estar listo para cualquier cosa.
Mientras estudia, a menudo se encuentra pensando en su madre, Lisbeth. La mujer que lo había criado con tanto amor, que siempre había sido su refugio. Lisbeth no estaba en la base de Cory. Había sido trasladada a una unidad diferente hace ya días.
Aunque Cory la veía de vez en cuando en los pasillos, ahora estaba totalmente aislada de él. No podía soportar el no saber cómo estaba ella, si seguía con vida o si las condiciones le habían afectado de alguna manera. La incertidumbre lo carcomía, pero tenía que concentrarse. No podía distraerse con eso.