**"EL Eco Del Pasado"** es una novela de romance contemporáneo que sigue la historia de Dante y Emilia, dos almas marcadas por un oscuro pasado y un matrimonio forzado. A medida que enfrentan peligros, traiciones y fantasmas de su historia, descubren que el verdadero amor puede florecer incluso en los momentos más difíciles. Juntos, emprenden un viaje hacia la redención y la paz, buscando dejar atrás las sombras y construir una vida llena de esperanza y nuevos comienzos. Es una historia sobre la fuerza del amor para sanar, perdonar y renacer.
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Capítulo 7: La Fiesta de las Máscaras
La semana siguiente transcurrió en una calma tensa, una sensación de expectativa en el aire que Emilia no podía sacudirse. Dante había cumplido su promesa de protegerla de los secretos del pasado, pero eso no significaba que ella pudiera ignorarlos. Sabía que la familia Moretti tenía muchas capas, y que había cosas que aún no entendía. Pero por el momento, decidió centrarse en el presente, en las nuevas dinámicas de su vida con Dante, y en cómo adaptarse a su nuevo rol sin perder su esencia.
Una tarde, mientras Emilia paseaba por el jardín, fue interrumpida por una de las criadas, que se acercó apresuradamente con un sobre de papel fino en la mano. "Señora, esto acaba de llegar para usted," dijo, entregándole la carta con una pequeña reverencia antes de retirarse.
Emilia observó el sobre. Estaba lacrado con un sello de cera, y al abrirlo, encontró una invitación elegantemente escrita a mano:
**"La familia Rossi tiene el placer de invitar a los señores Moretti a su anual Fiesta de las Máscaras. Será una velada llena de misterio, baile y buena compañía. Se ruega asistir con máscara y atuendo acorde a la ocasión."**
La invitación la tomó por sorpresa. Había oído mencionar a la familia Rossi en algunas conversaciones; eran una de las pocas familias en la región con tanto poder y prestigio como los Moretti. Sabía que esta fiesta era una de las más importantes del año, un evento donde se cerraban acuerdos, se forjaban alianzas y se consolidaban relaciones. Pero también había rumores, susurros sobre lo que realmente ocurría detrás de las máscaras, en los salones oscuros y las habitaciones apartadas de la mansión Rossi.
Esa noche, durante la cena, Emilia decidió hablar con Dante sobre la invitación. Él había estado más distante en los últimos días, ocupado con asuntos de negocios que no compartía con ella. Pero al mencionar la fiesta, su expresión cambió, y por primera vez en días, pareció realmente interesado en lo que ella tenía que decir.
"Es una invitación importante," comentó Dante, dejando su copa de vino sobre la mesa. "Los Rossi no invitan a cualquiera. Asistir es casi una obligación para nosotros."
Emilia asintió, aunque la idea de ir no la entusiasmaba. "¿Es realmente necesario que vayamos?" preguntó, intentando ocultar su inquietud.
Dante la miró fijamente, como si estuviera evaluando su reacción. "Sí, Emilia. Es necesario. Nuestra presencia en esa fiesta es una muestra de fuerza. Las familias como la nuestra y la de los Rossi se mantienen en lo alto porque no permiten que nadie vea sus debilidades. Y nosotros, como Moretti, no podemos dar la impresión de ser menos que ellos."
Emilia entendió la implicación detrás de sus palabras. Asistir a esa fiesta no era solo un compromiso social, era un juego de poder. Un juego que Dante estaba decidido a ganar. "Entonces iremos," dijo, su voz firme, aunque por dentro sentía un nudo en el estómago.
Los días previos a la fiesta fueron un torbellino de preparativos. Emilia pasó horas eligiendo un vestido adecuado, algo que fuera elegante pero no demasiado ostentoso, y encargando una máscara que complementara el conjunto. Sabía que cada detalle contaba, que la apariencia que proyectara esa noche podría influir en cómo la veían no solo los Rossi, sino todas las demás familias presentes.
Finalmente, la noche de la fiesta llegó. Emilia se observó en el espejo, ajustando la máscara dorada que había elegido, cuyas finas plumas se extendían en delicados arabescos hacia los bordes. El vestido que llevaba era de un profundo color esmeralda, ceñido a la cintura y con una falda que se abría en suaves pliegues. Se sentía como una extraña en su propia piel, pero sabía que esa noche debía interpretar un papel, el de la perfecta esposa de un Moretti.
Dante entró en la habitación, vestido con un elegante traje negro y una máscara a juego. Al verla, sonrió ligeramente, un destello de aprobación en sus ojos. "Estás perfecta," dijo, acercándose para tomar su mano. "Esta noche, somos la pareja que todos esperan ver."
Emilia asintió, intentando encontrar consuelo en la certeza de que, al menos esa noche, no estaba sola. "Lo haré lo mejor que pueda," murmuró, ajustando su máscara una última vez antes de salir al vestíbulo.
La mansión Rossi era aún más imponente de lo que Emilia había imaginado. Sus altos muros de piedra se alzaban majestuosos bajo la luz de la luna, y una larga fila de coches de lujo aguardaba frente a la entrada. Las lámparas de araña que colgaban en el gran salón principal iluminaban la multitud de invitados, todos con sus máscaras y vestidos que desbordaban opulencia. El ambiente estaba cargado de una energía palpable, una mezcla de excitación y tensión que parecía flotar en el aire.
Dante y Emilia hicieron su entrada, saludando a varios conocidos mientras avanzaban hacia el corazón de la fiesta. Emilia se sorprendió al ver que muchas de las caras que había conocido desde que se casó con Dante estaban presentes, cada una oculta tras una máscara que, en lugar de disimular sus identidades, parecía acentuar los aspectos más intimidantes de su personalidad.
La música llenaba el salón, y las parejas se movían al compás de un vals que resonaba en las paredes doradas. Dante la guió hacia la pista de baile, y juntos se unieron al resto de los invitados. Aunque la situación la ponía nerviosa, Emilia no podía negar que había algo hipnótico en la forma en que se movían, en el delicado juego de manos y miradas que se intercambiaban mientras danzaban.
"Recuerda, Emilia," le susurró Dante al oído mientras la guiaba en un giro, "esta noche somos los Moretti. No dejes que nadie vea más allá de esa máscara."
Emilia asintió, su mirada fija en los ojos de Dante a través de su propia máscara. Pero incluso mientras seguían bailando, no podía sacudirse la sensación de que algo más estaba sucediendo. Había algo en el ambiente, una corriente subterránea de secretos y susurros que hacían que su piel se erizara.
Después de algunos bailes, Dante la condujo fuera de la pista, hacia una pequeña sala privada donde el bullicio de la fiesta se atenuaba. Al entrar, Emilia notó a varios hombres y mujeres conversando en voz baja, sus rostros parcialmente ocultos por las sombras y las máscaras. Entre ellos, reconoció a Giovanni, el abogado que la había visitado en el invernadero. Él le dedicó una pequeña inclinación de cabeza al verla, pero no dijo nada.
"Emilia," dijo Dante, rompiendo el silencio mientras la guiaba hacia un rincón apartado, "quiero presentarte a alguien."
Un hombre alto, de cabello canoso y una máscara negra con detalles dorados, se acercó a ellos. Su presencia era imponente, y Emilia sintió que todos en la sala estaban atentos a su movimiento. "Señor Rossi," dijo Dante con respeto, "permítame presentarle a mi esposa, Emilia."
El hombre la miró con ojos calculadores antes de hacer una leve reverencia. "Un placer conocerte, Emilia," dijo con una voz suave pero autoritaria. "He oído mucho sobre ti."
"El placer es mío, señor Rossi," respondió Emilia, sintiendo que las palabras salían de su boca casi por instinto. No podía apartar la sensación de que este hombre sabía más de lo que dejaba entrever.
"Espero que estés disfrutando de nuestra pequeña velada," continuó Rossi, su sonrisa enigmática. "Estas reuniones son más que simples fiestas, ¿sabes? Son una oportunidad para que nuestras familias se acerquen, para que fortalezcan sus lazos y se aseguren de que el equilibrio de poder se mantenga intacto."
Emilia asintió, intentando captar el verdadero significado detrás de sus palabras. Pero antes de que pudiera responder, Rossi dirigió su atención nuevamente a Dante. "Debo decir que has hecho un buen trabajo en mantener a tu esposa informada de su papel, Dante. Es vital que ambos comprendan lo que se espera de ustedes en los próximos meses."
Dante asintió, pero su mandíbula se tensó ligeramente. "Emilia es una mujer fuerte," dijo, casi como una defensa. "Sabe lo que se requiere de ella."
Rossi sonrió nuevamente, aunque esta vez su sonrisa parecía un poco más forzada. "Eso espero. Porque en este juego, no hay lugar para los errores."
Con esas palabras, Rossi se apartó para atender a otros invitados, dejando a Emilia con una sensación de inquietud que no podía ignorar. Dante la guió de regreso al salón principal, pero la atmósfera festiva ya no tenía el mismo brillo para ella. Sabía que detrás de esas máscaras, se estaban librando batallas silenciosas, y que su lugar en esa familia, en ese mundo, dependía de cómo jugara sus cartas.
Mientras la noche avanzaba, Emilia continuó sonriendo, bailando, y cumpliendo con las expectativas que todos tenían de ella. Pero en su interior, no podía dejar de preguntarse qué otros secretos se ocultaban en la oscuridad, qué más esperaba la familia Moretti de ella .