"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo IX Tristeza
"Nos vamos a casa", dijo Sebastián tiernamente al salir del consultorio.
Aurora ni lo miro y simplemente se puso de pie, Sebastián la tomo de la mano y la condujo por el largo pasillo de aquella enorme clínica, el olor característico a desinfectante unido al de medicamentos predominaban en aquel lugar haciendo que Sebastián trajera algunos recuerdos tristes de su pasado a la mente.
"¿Te gustaría un helado?, pregunto Sebastián sonriendo.
"¿Un helado?", pregunto Aurora reflejando confusión en su rostro.
"Sí, ¿qué sabor te gusta?, pregunto Sebastián.
"Mantecado, ¿podría tener chispas de chocolate", ese pequeño gesto había hecho reaccionar levemente a Aurora, quien se veía feliz, aunque solo fue por un par de segundos, ya que cambió de repente su semblante.
"¿Pasó algo?", pregunto Sebastián al ver el cambio en la mirada de la joven.
"No, solo que ya no quiero helado, ¿puede llevarme a su casa por favor", Aurora había vuelto a ser la misma retraída de antes.
El doctor había pedido que no se le forzará a nada, ya que cualquier cosa podía desatar otro episodio y hacer que Aurora se sumergiera más profundamente en su interior.
"Si, claro volvamos a nuestro apartamento", Sebastián recalcó "nuestro", con la intención de que Aurora se sintiera en casa.
Siguieron su camino hasta el auto, Sebastián abrió la puerta para que ella subiera y luego rodeo el auto para subir él, en todo el camino de regreso a casa, Aurora solo se limitaba a ver por la ventana, ver las líneas blancas desaparecer una tras otra la llenaba de relación y le llevaba a su niñez cuando su mamá aún vivía, la nostalgia de aquellos hicieron que una lágrima saliera de aquellos ojos color miel que solo expresaban tristeza.
"Me gustaría llevarte a la playa, ¿qué te parece la idea?", pregunto Sebastián casualmente.
Aurora volteó a verlo, ella no entendía por qué él se estaba portando tan amable, en su mundo las personas siempre la veían como una cosa a la que podían desechar cuando quisieran.
"Si es su deseo, lo acompañó, señor",
Sebastián sintió tristeza en el corazón, no podía haber nadie tan sumiso en este mundo.
"Solo iremos si a ti te agrada la idea y te voy a pedir un favor", comento Sebastián.
En su interior Aurora pensó que ya iba a mostrar su verdadero rostro y que la obligaría a estar con él, pero su actuar mostró todo lo contrario.
"¡Dígame!", respondió Aurora resignada.
"No me llames más señor, solo dime Sebastián, ahora eres mi esposa y se ve feo que me digas señor", pidió Sebastián amablemente.
La cara de sorpresa de Aurora fue muy notoria, nadie le había pedido jamás nada amablemente, Lucrecia siempre le había ordenado las cosas, Camila no era muy distinta y su papá la ignoraba, los pensamientos de la joven estaban revueltos, una mezcla de paz y miedo.
"¿Por qué haces esto?, digo a ti te obligaron a casarte conmigo", Aurora se atrevió a decir lo que pensaba.
"Eres mi esposa, si no te ayudo ¿quién lo hará?", respondió Sebastián mirando la carretera frente a él.
"Nuestro matrimonio no es real, nadie querría estar con alguien como yo", expreso, Aurora con tristeza.
"Yo no soy nadie, así que deja de pensar en eso y cuando lleguemos al apartamento preparas tus cosas, mañana temprano salimos de viaje", el doctor le había recomendado a Sebastián que llevara a Aurora a relajarse y que mejor lugar que una playa donde ella pudiera olvidarse del mundo.
"Está bien, solo quiero pedirte que no te sientas presionado, no es necesario que quieras ayudarme", Aurora no quería ser una carga para nadie.
"Si te ayudo es porque quiero, no pienses que lo hago por obligación, así que cambia el ánimo y diviértete", la joven no volvió a decir nada más, ella no sabía lo que era la diversión, en casa de los Ledezma, Lucrecia y Camila eran las que siempre se divertían a costa de ella.
Al llegar al apartamento Aurora fue a su habitación, al tratar de buscar algo para llevar se dio cuenta que no tenía nada, en su equipaje solo había un par de camisetas viejas y unos jeans rotos, mirando fijamente los harapos frente a ella se llenó de nostalgia por los recuerdos.
POV
"Camila está ropa ya no la usas, tirala a la basura", dijo Lucrecia mirando el clóset de su hija
"Esta bien mamá, imagino que me comprarás algo nuevo", contesto Camila sonriendo.
"Por supuesto hija, para mí princesa lo mejor", añadió Lucrecia besando la frente de su hija de diez años.
"No boten todo, yo podría quedarme con algunas cosas", suplico Aurora con ojos brillantes.
"Eso no pasará, tú no usarás mis cosas", grito la caprichosa de Camila.
"Pediste que botaran todo esto, y como yo no tengo mucha ropa y menos tan bonita...", Aurora no había terminado de decir la oración cuando Lucrecia se acercó a ella.
"¿Estás diciendo que yo no te compro ropa?, eres una mal agradecida, pero ya verás cuál va a hacer tu castigo"
Fin del recuerdo
Sebastián entró a la habitación de Aurora y la consiguió mirando fijamente su ropa y las lágrimas brotaban de sus ojos cuál cascada sin control. Verla en ese estado lo preocupo y esa preocupación impulso que la tomara en sus brazos y la consolara, las ganas de cuidar y proteger a su esposa se instalaron su alma y un sentimiento nuevo estaba naciendo en el corazón del hombre sin saberlo.
"No llores, tus ojos son muy hermosos para que estén llenos de lágrimas", dijo Sebastián mirando los ojos color miel de Aurora.
"Lo siento", respondió Aurora sollozando.
"No lo sientas, ya verás que esos recuerdos que te atormentan pronto los superaras", aseguro Sebastián con una sonrisa.
"Pero nunca los olvidare", respondió Aurora con resignación.
"Nuestras vivencias buenas o malas son las que forjan nuestro carácter, y si lo piemsas bien a pesar de todo lo que te hicieron sigues en pie luchando por ti", las palabras de Sebastián tocaron una fibra en el corazón de la joven despertando un sentimiento de calidez en su alma.