Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 12
El día para Luna, comenzó de manera habitual, se despertó temprano, desayuno con su familia, y luego, se marchó a la universidad.
Siempre era la misma rutina, y eso a ella le gustaba, porque no estaba acostumbrada a que sus planes cambiaran, siempre había sido más bien, de las que tienen todo organizado, tal vez por eso le gustaba Christopher, él parecía más de los que improvisaban. Igual tenía que admitir, que eso un poco la asustaba, no sabía cómo iba a poder lidiar con una persona así, pero estaba dispuesta a intentarlo.
—¿Luna puedes pasar al pizarrón?—Preguntó su profesora, siempre era lo mismo, siempre le pedía a Luna que pasara, y la verdad es que, para ella era fácil resolver esos cálculos, pero estaba cansada de que la vieran como una niña genio, ya la miraban demasiado por ser la más chica en el lugar, no quería más exposición.
Después de sus clases, se dirigió como siempre al café, sabía que hoy lo vería nuevamente, y realmente deseaba que las cosas fueran un poco diferentes al día anterior.
—¿Cómo estás?—Preguntó su amiga apenas llegó a su lado, dándole una pequeña rosa.—La vi cuando venía para aquí, y tuve que comprarla, me hizo pensar en ti.
Los ojos de luna brillaron con emoción. —Gracias. —Soltó, mirando con amor la rosa que su amiga le había dado. —Eres la mejor, no puedo pedirle nada más al universo.
—¿Qué dices? —Camila sonrió. —Te merece mucho más, espero nunca lo olvides. — Soltó comenzando a ponerse su delantal.
—Tú igual. — Dijo luna, imitando su acción.
El día transcurrió con normalidad, clientes que entraban, clientes que se iban, clientes nuevos, clientes viejos, las chicas no paraban un segundo de atender, hasta que a la misma hora de siempre, el mismo grupo de chicos, entro una vez más en el lugar, pero esta vez, había algo diferente, Christopher no estaba.
La realidad golpeó a Luna, y se sentía como un fuerte golpe en el estómago. Era más que obvio que él no estaba ahí por culpa de ella, tal vez había dicho algo que lo había incomodado, tal vez él se había arrepentido de mostrar interés y ahora no sabía cómo evitarla, miles de escenarios pasaron por la cabeza de ella.
—Bien creo que me duró poco la felicidad. —Soltó, mirando en dirección a su amiga.
—No digas eso. —Camila miró en dirección a los chicos. —Tal vez le pasó algo, quién sabe.
—Bueno voy a ir a averiguarlo. —Luna suspiró. —de paso les tomó su pedido. —Caminó en dirección a la mesa donde ellos estaban, cuando llegó a ellos, se aclaró la garganta y comenzó a hablar. —Buenas tardes ¿puedo tomar sus pedidos?
—Sí vamos a pedir todo lo mismo esta vez, café con leche, y budín de limón. —Respondió uno de los chicos. —Gracias.
—Bien enseguida estará su pedido. —Iba a irse, pero se armó de valor y preguntó— ¿Saben si a Christopher le pasó algo?—Las manos le temblaban.
Todos en la mesa se miraron entre ellos, hasta que uno habló.
—Él no quiso venir. —Respondió sincero, elevando ambos hombros. —Dijo que pasaba por hoy.
—Bien ¿Pueden decirle que necesito hablar con él? —Preguntó. Luna quería decirle que no se preocupara por ella, que no tenía que evitarla, que no tenía que dejar de ir al lugar que le gustaba solo porque ella estuviera ahí, podían fingir que no se conocían, podían fingir que los últimos días no habían existido, sí total, no era como que tuvieran algo serio. —Y es importante. —Finalizó.
—Claro se lo diremos. —Respondió el mismo chico. Así que Luna se retiró, y comenzó a preparar su pedido.
El resto de la tarde transcurrió con normalidad, cuando todos en el café se fueron, las chicas cerraron el lugar, y se despidieron como siempre. Luna tomó el autobús, y se marchó a su casa.
No iba a mentir, estuvo todo el día y toda la noche esperando que él se comunicara, quería creer que sus amigos de verdad le habían dicho que ella lo estaba buscando, pero, tampoco podía estar tan segura de que lo fueran a hacer, así que, cuando vio que no hubo respuesta de su parte, asumió que simplemente ellos habían olvidado.
A la mañana siguiente su rutina fue la misma, y esa tarde, Christopher tampoco llegó al lugar. Ya no tenía ganas de insistir, no iba a volver a preguntarles a ellos por su amigo, así que, como la cobarde que siempre había sido, le pidió a su amiga que atendiera la mesa.
—¿Y si lo buscas en su colegio? —Preguntó Camila, mientras lavaba una pequeña taza de café.
—No voy a hacer eso. —Respondió Luna, clavándole el cuchillo a un pequeño cupcake. —Tampoco voy a darle tanta importancia.
—Pues dile eso a tu cara. —Soltó. —Porque no pareces estar muy contenta con todo lo que está pasando.
—Claro que no lo estoy, siento que jugaron un poco conmigo. —Dijo.— pero tampoco me puedo enojar demasiado, porque él nunca me prometió nada, y nunca fuimos nada, así que no hay nada que reclamar.
—Entiendo. —Después de decir esto, Camila hizo silencio y sigo con su trabajo.
Luna agradeció que ella entendiera que no tenía ganas de hablar, no quería seguir pensando en él, no quería seguir pensando en lo que había pasado, solo quería estar tranquila, trabajar, y volver a su casa.