Mackenzie Bailey joven hermosa descendiente de una aristocrata familia, es maltrada y humillada por sus hermanos y cuñada, hasta casi llevarla a la muerte, despreciada por su fisico, tratada como el petito feo, la han quebrado de mil y una formas hasta dejarla rota, lograra unir sus pedazos y obtener venganza.
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Cap 6: El contrato
El fisioterapeuta se sorprendió por la capacidad de superación de Mackenzie ella a pesar del dolor movía sus piernas.
En ningún momento se quejó aunque si ponía rostros de dolor constantemente.
Algo preocupaba a ambos médicos, pero esa preocupación pronto terminaría.
Verla llorando tan vulnerable y temerosa con quien se supone debe protegerte y brindarte afecto les dio una idea de lo que pudo haberle pasado, más, sin embargo, era decisión de ella denunciar.
Con los poderosos padres que la joven se gasta es mejor no inmiscuirnos dijo Jacobo, pero estaré al pendiente de ella, como hasta ahora.
Darío se retiró a ver a su princesa recién nacida, ya tenía un hijo varón y estaría muy al pendiente de la educación de este y desde ya le decía que siempre debía amar y proteger a su hermanita.
El pequeño de 4 años asentía y le daba besitos a la bebe.
La nana Luisa con ayuda de otras dos empleadas recogió todas las cosas de Mackenzie antes que los monstruos llegaran de sus clases.
Sus cosas eran pocas por lo cual las junto rápidamente.
El chofer guardó todo en el auto y se marcharon.
Se cruzaron en la entrada con Mariano y Brenda quienes no traían muy buen semblante.
Mackenzie se había quedado dormida agotada luego de la sesión con el fisioterapeuta, una enfermera velaba su sueño jugando sopas de letras y crucigramas, esto por orden del doctor Jacobo de no dejarla sola en ningún momento.
Adolfo ingresó a la habitación de su hija y miro a la enfermera, preguntándole que hacía ahí perdiendo el tiempo.
Cuido a la señorita por órdenes del doctor, al parecer ha estado muy nerviosa después de la visita de dos jóvenes.
Adolfo frunció el ceño, dos jóvenes dices, Sabes quienes eran pregunto preocupado.
No señor aún no comenzaba mi turno, la enfermera se sentía intimidada ese hombre daba mucho miedo.
Ya que estará con ella me retiro señor, cuando se vaya me avisa, no puede estar sola.
Esto preocupo mucho a Adolfo y estaba más que seguro quienes la visitaron.
Molesto llamo a su chofer y mano derecha y le pidió mirar las grabaciones de las cámaras de seguridad, si su hijo y nuera se atrevieron a desobedecerlo habrían consecuencias.
Se sentó en el sofá, pensando en que se equivocó, porque sus hijos cambiaron tanto, perdido en sus pensamientos estuvo largo rato, hasta que la voz suave de Mackenzie lo saco de su letargo.
Te estaba esperando padre, porque no me despertaste.
Oh hija no quería molestar tu descanso, como te sientes cariño, se acercó y tomo la mano, miraba las pequeñas cicatrices que dejaron los vidrios y su corazón se estrujaba al recordar el estado como la encontró.
Si no fuese por Felipe quien le dio aviso, hubiera llegado tarde.
Felipe participó en lo ocurrido, pero jamás imagino lo que pensaban hacerle, el creía que solo le darían un susto, que sería una broma.
Pero cuando vio la roca impactar en la frente sabia que Mackenzie corría peligro, le pidió que se detuvieran y la ayudaran, pero Mariano y Brenda solo rieron fuerte.
Corrió a la mansión por ayuda, pero como explicaría lo ocurrido.
Al ver a Adolfo conversar con su padre, sintió terror de acercarse, pero al recordar la sonrisa inocente de Mackenzie se armó de valor y pidió ayuda.
Ambos hombres corrieron a la cabaña, a lo lejos vieron a Mariano y Brenda besarse riendo antes de alejarse del lugar.
La cabaña no tenía una sola ventana buena todas estaban rotas, incluso las del piso superior.
Papá tengo el contrato listo, mis condiciones están especificadas y algunas cláusulas, léelo y firma.
Mamá no vino contigo, Adolfo negó.
Su firma también es necesaria, pero lo resolveré luego.
Tranquila princesa, mañana temprano estará aquí y firmará.
La actitud de Adolfo había cambiado, pero porque.
Leyó el contrato, pero no le gusto la cláusula, aun así firmo en silencio, vería como hacerla cambiar de opinión luego.
Papá Mariano y Brenda vinieron, no con buenas intenciones, afortunadamente los doctores Jacobo y Darío llegaron impidiendo que me hicieran algo, quiero seguridad ya.
Adolfo tenía sus sospechas, pero Mackenzie confirmo todo.
Frente a ella hizo la llamada al jefe de seguridad y cuatro guardaespaldas estarían a su servicio.
Se rotarían, pero la orden era protegerla las 24 horas.
Estuvo acompañándola un rato, casi no hablaron pues Mackenzie termino sus tareas pendientes.
La nana Luisa llegó con la cena y saludo a su patrón con respeto.
Adolfo al ver que no estaría sola salió dando instrucciones a los guardaespaldas de no pasar a otro miembro de la familia que no fuese él o su esposa, de cuidarla con sus vidas de ser necesario.
Los dos guardaespaldas asintieron.
Mackenzie con ayuda de la nana se duchó, ceno y se acostó, había dormido un poco, pero seguía muy cansada.
Con los guardaespaldas y la nana se sentía segura.
Se durmió rápidamente.
La nana salió y fue al cafetín por café y unos emparedados para los guardaespaldas.
Les agradeció de ante mano por cuidar de su niña.
Ellos lo harían con gusto, esa chiquilla era lo mejor de esa estirada familia.
El doctor Jacobo se sorprendió al ver seguridad en la entrada de la habitación, fue sometido a varias preguntas antes de que lo dejaran pasar.
Reviso que el tratamiento fuese cumplido correctamente y hablo con la nana.
Se retiró más tranquilo, esa noche pudo descansar profundamente junto a su esposa.
A la mañana siguiente Adolfo estaba junto a Cristina quien luego de leer el contrato se reusaba a firmarlo.
Para ella era inaudito que Mackenzie se reusara a ir a las celebraciones familiares que dirían sus amistades.
Adolfo le dijo algo en el oído y con gran molestia firmo.
La noche anterior, Adolfo corto todas las tarjetas de crédito de su hijo y nuera, confisco los automóviles y dio la orden de nadie llevarlo a la universidad, si se atrevía a desobedecerlo, pues que buscara como mantenerse.
Cristina no estaba de acuerdo, pero no le llevaría la contraria a su esposo.
Mariano se enfureció muchísimo, la vergüenza que pasaría al no llegar en uno de sus autos sería mucha y todo por la culpa de la vaca su hermana, Brenda también estaba molesta ya no saldría de compras y no podía presumir delante de sus amigas.
Agradece que no los corro de la casa le grito Adolfo cuando molesto lo confronto.
Cristina abrió sus ojos e intercedió por su hijo.
Cálmate cariño no hay necesidad de llegar a ese extremo, cierto Mariano le dio una mirada fiera.
Si papá, disculpa mi comportamiento.
Agradece a tu madre, si no fuese porque no quiero verla sufrir estarías en la calle, no te eduque de esta manera, en tus 21 años jamás me viste maltratar a tu madre o a tus tías, te desconozco completamente.
Mariano agachó la cabeza, pero por dentro maldecía a Mackenzie.
Brenda había metido sus ideas retorcidas distorsionando tanto su mente, era una manipuladora experta y Mariano fue presa fácil de ella, convirtiéndose en su títere.