es una historia conmovedora y apasionada que explora temas como el amor, la identidad y la aceptación. La novela sigue la vida de Orange y Geovanni, dos amigos de la infancia que se reencuentran años después y reavivan una conexión profunda que evoluciona hacia un romance intenso.
La trama gira en torno al descubrimiento de la sexualidad y la lucha por la aceptación en una sociedad conservadora. Orange, un joven introvertido, se siente atraído por Geovanni, un hombre seguro de sí mismo y físicamente atractivo.
NovelToon tiene autorización de HUGO VELAZQUEZ ORTIZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Después De La Tormenta
Geovanni enfrentó las consecuencias de su enfrentamiento con Fredy, tanto físicas como emocionales. Sabía que debía ser honesto con Orange y contarle todo desde el principio. Pero temía perderlo, temía que Orange no pudiera perdonarlo.
Orange escuchó con incredulidad y decepción, interrumpiendo a Geovanni para preguntarle por qué no le había tenido confianza desde el principio. Geovanni no pudo contestar, se sintió abrumado por la culpa y la vergüenza. Comenzó a suplicar perdón, rogando que Orange lo perdonara.
Orange se levantó y se alejó, dejando a Geovanni solo y desesperado. Geovanni no sabía qué hacer, se sentía perdido y sin esperanza. Pero entonces, recordó el amor que sentía por Orange y decidió luchar por él.
Orange regresó, con lágrimas en los ojos, y le dijo a Geovanni que lo perdonaba. Pero también le dijo que necesitaba tiempo para pensar y reflexionar sobre lo sucedido. Geovanni aceptó, sabiendo que no podía pedir más.
Juntos, comenzaron a idear un plan para que Fredy los dejara en paz. Pero el destino tenía otros planes. Una noche, mientras caminaban rumbo a la iglesia para las posadas, escucharon un ruido en el viejo preescolar abandonado. Curiosos, decidieron ir a averiguar qué pasaba.
Al llegar, se encontraron con Fredy de rodillas, en una situación comprometedora con Roberto. Todo quedó en silencio hasta que Fredy se dio cuenta de que Orange estaba grabando lo sucedido con su celular. Geovanni le dijo que borrarían el video si Fredy dejaba de manipularlo. Fredy, sin más opciones, aceptó dejar de molestar a ambos.
Y así, pusieron fin al conflicto con Fredy. Pero la incertidumbre y la emoción aún persistían. ¿Podrían Geovanni y Orange superar lo sucedido y seguir adelante?
Geovanni y Orange habían superado el conflicto con Fredy, pero sabían que aún tenían un largo camino por recorrer. La confianza había sido rota y debían trabajar para reconstruirla.
Decidieron tomar las cosas con calma, pasar tiempo juntos y hablar sobre sus sentimientos y miedos. Geovanni se esforzó por ser transparente y honesto, compartiendo sus pensamientos y emociones con Orange.
Orange, por su parte, se esforzó por entender y perdonar, sabiendo que Geovanni había sido víctima de la manipulación de Fredy. Juntos, comenzaron a reconstruir su relación, poco a poco.
Pero la recuperación no fue fácil. Hubo momentos de duda y miedo, momentos en que parecía que todo estaba a punto de desmoronarse. Pero Geovanni y Orange se aferraron el uno al otro, sabiendo que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo.
Y así, con el tiempo, la confianza y el amor entre ellos crecieron. Geovanni y Orange se convirtieron en una pareja más fuerte y unida que nunca, sabiendo que habían superado juntos uno de los momentos más difíciles de sus vidas.
Un mes después Geovanni invitó a Orange a un helado en Ixcateopan. Se sentaron en un quiosco de la plaza, rodeados de la suave brisa y el canto de los pájaros. Mientras disfrutaban de sus helados, Geovanni tomó la mano de Orange y la acarició suavemente, mirándolo a los ojos con amor. Orange sonrió y se acercó a él, sintiendo el calor de su piel y el ritmo de su respiración.
Después, Geovanni se fue a jugar su partido de fútbol, y Orange se quedó a verlo. Geovanni se veía tan guapo con su uniforme, y Orange no podía dejar de admirarlo. Cuando Geovanni anotó un gol, miró hacia Orange y le dedicó un beso con la mano, un beso occidental. Orange se sonrojó, pero sonrió de oreja a oreja.
Después del partido, Geovanni se acercó a Orange, sudoroso y victorioso. Orange le ofreció una toalla y una bebida, y Geovanni aceptó, acercándose a él. Mientras se secaba el rostro y el pecho, Geovanni acarició suavemente el brazo de Orange, mirándolo a los ojos con amor. Orange sintió un escalofrío y se acercó más a Geovanni, sintiendo el calor de su piel y el ritmo de su respiración.
Al regresar al pueblo, bajo la luz de la luna y el cri-cri de los grillos, Geovanni acompañó a Orange hasta su casa. En la puerta, bajo el halo de una farola, se despidieron con un beso apasionado.
Mientras se besaban, Geovanni acarició suavemente el cabello de Orange, y Orange sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Geovanni se acercó más a él, y Orange sintió el calor de su piel y el ritmo de su respiración. El beso se profundizó, y Orange se sintió perdido en los ojos de Geovanni.
Finalmente, se separaron, y Geovanni sonrió a Orange. "Te amo", le dijo, mirándolo a los ojos con amor. Orange sonrió también, y le respondió: "Yo también te amo".
Geovanni se acercó a la puerta y la abrió. "¿Quieres entrar?", le preguntó a Orange. Orange asintió, y Geovanni lo tomó de la mano y lo llevó adentro.
En la sala, Geovanni se sentó en el sofá y Orange se sentó a su lado. Geovanni lo abrazó y lo acercó a él. "No quiero dejar de verte nunca", le dijo. Orange sonrió y se acercó más a Geovanni. "No tienes que hacerlo", le respondió.
Pasaron horas abrazados, disfrutando del calor del otro, del ritmo de la respiración del otro, del amor que compartían. Geovanni acariciaba suavemente el cabello de Orange, y Orange sentía un escalofrío recorrer su cuerpo.
De repente, Geovanni se levantó y tomó la mano de Orange. "Vamos a dar un paseo", le dijo. Orange asintió, y salieron de la casa, caminando bajo la luz de la luna.
El aire era fresco y limpio, y el cielo estaba lleno de estrellas. Geovanni y Orange caminaban en silencio, disfrutando del momento, del amor que compartían.
De repente, Geovanni se detuvo y se volvió hacia Orange. "Quiero algo más que un paseo", le dijo, mirándolo a los ojos con amor. Orange sonrió, y Geovanni lo abrazó, acercándolo a él.
Se besaron apasionadamente, bajo la luz de la luna, con el cielo lleno de estrellas.
Llegando ala casa de Geovanni con la excitación al 100, Geovanni beso a Orange.
Geovanni profundizó el beso, su lengua explorando la de Orange en un juego íntimo y sensual. Los dedos de Geovanni trazaron un camino ardiente por la espalda de Orange, cada caricia encendiendo una llama más intensa. Orange se estremeció, entregándose por completo a la embriagadora sensación.
Cuando al fin se separaron, sus respiraciones eran entrecortadas y sus miradas se cruzaron en un silencio electrizante. "Ven conmigo", susurró Geovanni, su voz ronca y llena de deseo. Orange asintió, su cuerpo respondiendo al llamado de su amante.
En la intimidad de la habitación, la atmósfera se cargó de una tensión palpable. Geovanni acercó a Orange hacia él, sus cuerpos rozándose en una danza sensual. Los dedos de Geovanni se deslizaron por la piel de Orange, despertando cada nervio, cada sensación.
Con movimientos lentos y seguros, se despojaron de la ropa, revelando sus cuerpos anhelantes. La piel de Orange, cálida y suave, invitaba a ser explorada. Geovanni la recorrió con besos y caricias, dejando una estela de fuego a su paso.
Cuando al fin se unieron, el mundo se desvaneció para ellos. Cada movimiento, cada gemido, era una expresión de su intenso deseo. El tiempo se detuvo, y solo existían ellos dos, unidos en un abrazo apasionado.
Geovanni, con una sonrisa pícara, se detuvo un instante. Sus dedos acariciaron suavemente la piel de Orange, deteniéndose en la curva de su cintura. "Orange, ¿estás listo?" Su voz era un ronroneo bajo que hizo estremecer a Orange.
Con un movimiento fluido, Geovanni se levantó y se dirigió a la mesita de noche. Sacó un pequeño paquete de seda, sus dedos deslizándose sobre el material suave. Con una delicadeza casi reverencial, lo abrió, revelando un objeto familiar. Con una sonrisa, se lo colocó, su mirada fija en los ojos de Orange.
"Siempre lo estoy, cariño", respondió Geovanni, su voz más ronca aún. "Además, tengo algo especial para ti." Y, con un movimiento rápido pero suave, deslizó el preservativo sobre su miembro. Su eficiencia contrastaba con la intensidad de la mirada que le dedicaba a Orange.
Sin perder un segundo, volvió su atención a Orange, acercándose a él con una determinación ardiente.
La habitación se transformó en un universo propio, donde solo existían ellos dos. La pálida luz de la luna, que se filtraba a través de las cortinas, bañaba sus cuerpos en un suave resplandor, creando sombras alargadas que danzaban en las paredes. Cada movimiento, cada roce, era una invitación a un mundo de sensaciones desconocidas.
Orange sentía cómo la piel de Geovanni, cálida y suave, se deslizaba por la suya, trazando constelaciones invisibles. Era como si estuvieran explorando un nuevo continente juntos, descubriendo cada centímetro de su ser. Los dedos de Geovanni acariciaban su espalda, dibujando círculos lentos y seguros que lo relajaban profundamente.
El tacto era el lenguaje secreto que compartían, un idioma universal que trascendía las palabras. Con cada caricia, cada beso, se comunicaban a un nivel más profundo, compartiendo sus miedos, sus deseos y sus sueños más íntimos. Era como si sus almas se fundieran en una sola, creando una conexión inquebrantable.
La respiración de Geovanni se entremezclaba con la suya, creando una melodía suave y envolvente. Los latidos de sus corazones resonaban en la quietud de la noche, como un eco de la pasión que los consumía. Era como si el mundo entero se hubiera detenido, dejando espacio solo para este momento, para esta conexión tan especial.
Orange cerraba los ojos, entregándose por completo a la experiencia. Cada músculo de su cuerpo respondía al toque de Geovanni, vibrando en armonía con el ritmo de su corazón. Se sentía ligero, como si estuviera flotando en una nube.
La habitación, antes un espacio familiar, ahora era un laberinto de sensaciones desconocidas. La suavidad de las sábanas, la humedad del aire, el aroma de su piel... cada detalle se agudizaba, creando una experiencia multisensorial que lo transportaba a un estado de éxtasis.
La conexión física era un reflejo de la conexión emocional que se había forjado entre ellos. A través del tacto, Orange sentía la profundidad del amor que Geovanni sentía por él. Era un amor puro y desinteresado, un amor que lo hacía sentir seguro y protegido.
La mente de Orange divagaba, conectando las sensaciones físicas con recuerdos y emociones. Pensaba en su infancia, en los momentos de felicidad y los momentos de dolor. Y se daba cuenta de que, a pesar de todo lo que había pasado, había encontrado algo verdaderamente especial en Geovanni.
El contraste entre la oscuridad y la luz era palpable. Las sombras que danzaban en las paredes representaban los misterios de la vida, mientras que la luz de la luna simbolizaba la esperanza y el futuro. Y en ese momento, en medio de la oscuridad y la luz, Orange se sentía completo.
La experiencia trascendía lo físico, llegando a lo espiritual. Era como si estuvieran explorando los confines de su ser, descubriendo nuevas facetas de sí mismos.
Geovanni y Orange estaban a punto de llegar al clímax de la pasión, sus cuerpos entrelazados, sus labios unidos en un beso apasionado, mientras yacían en la cama. Pero de repente, la puerta se abrió de golpe y una sombra obscura se proyectó en la habitación.
Ambos se quedaron congelados ante lo sucedido, sus corazones latiendo con fuerza. La sombra se acercó a la cama, y Geovanni se preparó para lo peor. Pero al acercarse, se dio cuenta de que se trataba de su hermano Ulises, borracho y con una sonrisa estúpida en el rostro.
Geovanni y Orange suspiraron de alivio al mismo tiempo. "¿Qué diablos haces aquí?", le preguntó Geovanni a su hermano, tratando de esconder su alivio.
Ulises se dejó caer en la cama, riendo. "Vine a buscar mi teléfono", dijo, con la voz pastosa. "Pensé que lo había dejado aquí".
Orange se levantó de la cama y se puso su ropa. "Creo que es hora de que me vaya", dijo Orange, tratando de mantener la calma.
Ulises asintió, todavía riendo. "Sí, sí, lo siento. No sabía que... ya sabes".
Geovanni se levantó de la cama y ayudó a su hermano a levantarse. "Vamos, te llevo a tu habitación", le dijo.
Y así, la tensión se disipó. Geovanni y Orange se miraron, aliviados de que no hubiera sido algo peor. Pero sabían que no podían relajarse, que siempre había un riesgo de ser descubiertos.
excelente historia diférente enamorada de tu trama 💯♥️♥️♥️🌹🇨🇴🤩🇨🇴🇨🇴🇨🇴🌹🌹