Cuando José Luis conoció a Violeta, no sabía a lo que se dedicaba.
Ella intentó cambiar de vida, pero las circunstancias no la dejaron.
Su vida siempre fue muy dura. El amor, la pasión, el sexo, hicieron presa de ella...
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Fuera de esta casa
Ernesto dejó de recordar la historia de Violeta para concentrarse en esa casa donde se celebraba la subasta
Ernesto seguía inspeccionando esa casa que estaba en subasta.
En una esquinera muy hermosa había grandes objetos de oro y de plata acomodados satisfactoriamente. Pero esa colección no había sido de solo un hombre el que se lo había dado, sino de todos los hombres que pasaban por su vida.
Ernesto no dejaba de mirar todas esas cosas y se dio cuenta de que cada objeto tenía unas iniciales diferentes.
Cada cosa que allí había representaba las veces que Violeta se había prostituido.
Pero aún así, Dios fue benévolo con ella, ya que murió joven, ella no llegó a la vejez. Creo que murió a los 45 años.
Cualquiera hubiera pensado que era lo que se merecía, pero en realidad nadie supo en sí lo que Violeta guardaba en su alma.
Ella no logró arrepentirse del todo. Aunque hizo lo posible para ya no seguir en ese camino.
Aquí lo triste es que puedes entrar muy fácilmente, lo difícil será salir.
De todas las mujeres galantes que Ernesto ha conocido el caso de Violeta ha sido el más triste. Ella aún teniendo unos padres sumamente estrictos los perdió por su profesión. Y ahora ella vagaba por las calles, porque el antiguo novio que tenía nunca se quiso hacer cargo de ella. En la casa de citas donde ella estaba la corrieron al saber que sus padres la habían declarado muerta.
Ahí ayudaban a todas las muchachas, pero esta en particular no les apetecía ayudarla dada la gravedad de sus problemas.
Varias chicas que he conocido que son de la vida galante han muerto a manos de sus propios padres. Quienes estaban avergonzados de que sus hijas fueran la vergüenza de toda la familia.
Pero muchas veces los padres tienen la culpa de que sus hijas sean así.
Muchas veces se topaba con una niña, todos los días la veía a la misma hora. Ella lloraba mucho porque decía que no tenía dónde vivir.
Algunos hombres le pagaban la comida y la ropa con tal de que le regalara sus favores.
Y ella, acostumbrada a esa vida de miseria no dudaba en hacer lo que el hombre le pedía.
Y así como esa niña hay muchas otras historias que no han sido contadas. Y nadie las contará.
Ernesto conoció a una chica que se dedicaba a la vida galante su madre la obligaba a hacer esas cosas.
En medio de tanto dolor la chica tuvo un momento de luz. Se dio cuenta de que estaba embarazada. Su cara se iluminó de la alegría.
Cuando esta chica le contó esto a su madre, ella le dijo que ya de por sí la situación era precaria con dos, con tres iba a ser un tormento, así que sin dejarla hablar siquiera contrató a una partera para que le provocara el aborto.
En ese momento los ojos de la chica ya no brillaron como antes, se veía toda decaída y enferma.
Por fortuna conoció a un hombre que la sacó de ese estado deplorable en el que se encontraba.
Pero no le duró mucho el gusto, murió poco después a causa del aborto.
Y casos como ese se dan a diario en la vida cotidiana.
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La casa cerró después de que saliera el último cliente.
La subasta había sido un éxito, por lo menos se habían vendido el 80% de los objetos.
Ernesto decidió irse a su casa. Ahí ya no había nada qué hacer.
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Regresemos a lo de Violeta. Ella estaba trepada en la barda del puente, y sin pensarlo mucho, se lanzó al vacío. Ernesto (que en ese tiempo era mucho más joven), la alcanzó a pescar por la cintura, evitando de esa manera que cometiera el peor error de su vida.
La gente ahogó un grito de susto. Violeta había sido salvada.
Tranquila, ya pasó. Ernesto trataba de tranquilizarla. ¿Por qué una niña como tú, trató de suicidarse?
¿Por qué me salvó de morir?, le preguntó a su vez, Violeta. Yo no valgo nada.
No digas eso, niña, vales mucho, mereces una oportunidad de ser feliz.
Es que usted no comprende, mi novio no me perdonará que haya perdido al cliente, además, era mi padre.
No te preocupes, yo estoy dispuesto a apoyarte en todo lo que necesites.
No soy rico pero te puedo apoyar de todos modos.
Gracias, pero yo voy a salir adelante por mis propios medios, de todos modos ya no puedo cambiar lo que he sido.
No lo puedes cambiar, pero sí puedes dejarlo y empezar una nueva vida.
Está bien, no se preocupe, lo tendré en cuenta, pero primero tengo que ir a la casa a ver qué puedo arreglar.
¿A la de sus padres o a la de citas?, preguntó él sin emoción alguna.
A la casa donde trabajo por supuesto, mis padres me han dicho que ya estoy muerta para ellos, no se han puesto a pensar que justamente por ellos hice todo esto.
Bueno, ya no es hora de lamentarse, te ofrezco mi casa de todo corazón, te prometo que te respetaré. Me llamo Ernesto.
Gracias, yo me llamo Violeta.
Lo sé, tu nombre sale en todos lados como la mejor cortesana que hay en esa casa.
Pues es la verdad, eso soy y no lo voy a negar.
No te preocupes, yo no te juzgo deseo de todo corazón que algún día puedas dejar todo esto y seas feliz. Si decides quedarte en mi casa yo te recibo con los brazos abiertos. Aquí está mi dirección.
Gracias, Ernesto, con permiso.
Violeta entró a la casa y para su desgracia ya la estaban esperando.
Hola, mi amor, ya me di cuenta que fallaste en tu cometido.
Perdón, es que se trataba de mi padre.
Y a mí me importa un reverendo rábano si era tu padre, tu tío, o tu abuelo. Tu misión era ganarte la confianza de ese cliente. Lo has echado todo a perder. Estás fuera de esta casa no quiero volver a verte por aquí.
¿Qué va a pasar con lo nuestro?
Hablas de un "nuestro" como si fuera tan importante, no existe lo "nuestro".
Pero Jairo, ¿y qué pasó con todo ese amor que decías tenerme?
Pero de verdad que estás tonta, niña, era solamente un gancho para que entraras a esta casa pero ya no me sirves para nada. Anda recoge tus cosas y lárgate.
¿Y a dónde voy a ir?, no tengo a un lugar fijo.
Pues vete a España, Argentina, la Patagonia, yo que sé.
Jairo, no conforme con correrla de esa casa la jaló de un brazo y la echó afuera de muy mala manera.
Y ahí quedó Violeta, desconsolada, llorando humillada por el trato que le acababan de dar tanto sus padres como Jairo.
A todas estas, ¿y la anticoncepción?