Años después de ser vendido a piratas por su mejor amigo, y que el padre este se case con Catalina, su prometida, Raúl regresa al río de la plata en busca de venganza y se reencuentra con su hermana, Esperanza, quien con su adorable carácter tratará por todos los medios que no efectúe su cometido, aunque todo plan de venganza puede caer al reencontrarse con Margarita, la hermana rebelde de su ex prometida.
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capitulo 22: "LA EMBOSCADA”
Por la noche, Raúl entro a su alcoba y encuentro a su bella esposa parada junto a la cama, con una bata muy fina que le dejaba traslucir su hermoso y redondeado cuerpo. En cuanto la vio sonrió.
-Creí que no vEndrías...- le dijo mientras le estiraba la mano en firma de llamado para que se acerque.
Él fue lo más rápido que pudo, la tomo entre sus brazos y la beso.
-¿Cómo me podría perder de dormir entre tus brazos?- dijo Raúl algo agitado, ya que ella recorría su cuello con los labios, pero la tomo de los brazos y la alejo con sutileza -Creo que hoy solo deberíamos dormir.- y Margarita lo miro sería.
-Acaso ¿He hecho algo mal anoche?- pregunto en tono de preocupación.
-No cariño, si solo deseo volver a estar contigo.- respondió apresurado -Es solo que pienso que sufriste un gran cambio y hoy debas descansar.-
-Pero yo no quiero descansar...- dijo ella en tono provocativo, desatando su bata y dejándola caer al piso.
Raúl se quedó mirando su perfecto cuerpo en forma de reloj de arena ¡Lo volvía loco! No pudo resistirse y lo beso apasionado, así la llevo hacia la cama y ambos cayeron sobre ella.
En la mañana siguiente, Raúl despertó y automáticamente miro a su bella esposa durmiendo junto a él, boca abajo y desnuda. Se enderezó un poco para contemplarla bien mientras se mordía el labio inferior, que belleza incomparable. Con la punta de los dedos corrió sus risos con suavidad, dejando al descubierto su espalda por completo. Comenzó a besarla desde la nuca hacia abajo, mientras ella se movía tratando de despertar muy risueña.
-Raúl...- le pareció escucharla decir y levanto la cabeza seria.
-¿Qué?- pregunto preocupado ¿Sería posible que lo haya descubierto? -Margarita.- la llamo.
-Mmm, que bellos despertar...- musitó apenas ella con una sonrisa, entonces, se convenció de que había oído mal así que continuo besándola, provocando las pequeñas carcajadas de la joven.
Magui trato de voltear, pero Raúl no la dejo.
-¿Qué?- pregunto Extrañada -Quiero que me vuelvas a hacer lo que me hiciste anoche con la boca.-
Pero en su lugar se inclinó y le susurro en el oído.
-Hay tantas cosas que quiero enseñarte.- dijo mientras mordisqueaba el lóbulo de la oreja de su esposa, bajando hacia el cuello, mientras escuchaba los gemidos que la morena no podía contener.
-Quiero aprender todo...- dijo muy agitaba, casi sin aliento.
Raúl había estado con algunas mujeres luego de Catalina, pero ninguna había logrado borrar la huella que está había dejado en su piel y en su alma. Solo Margarita había conseguido levantar en él una pasión desenfrenada, imposible controlar. Solo lo había conseguido la muchacha que, su desgracia, era hermana de su primer amor.
Habían pasado unos días y todo estaba en paz. Nadie había mencionado nada al respecto de los últimos acontecimientos. Raúl estaba en el jardín, viendo cómo lo arreglaban, cuando Henry salió a su encuentro.
-Traigo noticias...- dijo -Vuestro amigo italiano parte hoy...-
-¿Vuestro amigo?- replicó Raúl -Entonces, hoy es el día.- continuo y ambos se dirigieron había la casa.
Margarita y Esperanza estaban tomando el té con Jane, quien estaba de visitas. Hablaban de como crecía el bebé en su vientre y que se había sentido bien en ese último tiempo, cuando Raúl y Henry entraron.
-¿Están divertidas?- pregunto tomando la mano de su esposa -Cariño, tenemos pendiente afuera.-
Esperanza se levantó de su asiento, sabía que algo habían planeado, pero en esos últimos días, ella no había sido parte de nada. Tomo la mano de su esposo y lo miro fijo, sin pronunciar palabra.
-¿Ya partiremos?- pregunto Henry besando la mejilla de su esposa y luego a su hermana.
Raúl también beso la mano de Margarita.
-Señoras...- se despidió en general y se marcharon.
Esperanza se quedó de pie, viéndolos partir y no pudo evitar preocuparse. Tenía un mal presentimiento y no le gustaba nada.
Alfredo se encontraba en la posada, en el cuarto de su amante, luego de su encuentro. Victoria había bajado para atender unos huéspedes. Vio como alguien pasaba una nota por debajo de la puerta, la tomo y salió para ver quién era, pero no había nadie. No pudo con su curiosidad, la abrió y comenzó a leer.
"Amada mía:
el cargamento ya está embarcando u preparado para nuestra huida.
Siempre tuyo.
Benicio”.
Estaba claro que sus sospechas eran ciertas, había sido traicionado por su amante y el viajero.
El señor Benicio estaba listo para partir. Justo en el momento de embarcar, se exaltó al ver llegar a Alfredo trayendo muy bruscamente del brazo a Victoria.
-¿De verdad pensáis partir?- pregunto Uriarte Soler enfadado.
-¿Qué es esto? ¿Alfredo?- pregunto también Benicio muy confundido.
Victoria no dejaba de llorar.
-¡YA SE LA VERDAD!- grito Alfredo tirando a victoria al suelo.
-No entiendo de que estáis hablando.- continuo él italiano.
-¡Cree que somos amantes! ¡Pero ya le he dicho que no es cierto!- Exclamó la mujer sumergida en un mar de lágrimas.
-¡Claro que no!- exclamó también el señor Rossini.
-¡Tengo pruebas!- dijo Uriarte Soler empuñando su espada -¡Ibais a escapar con el cargamento que nos habéis robado! Mandé a averiguar y ya está embarcando aquí.-
-¡NADIE ME LLAMA TRAIDOR!- grito Rossini y tomo su espada también.
Comenzó una fuerte lucha, victoria se movió para ponerse a salvo, gritaba para que dejen de pelear, pero los hombres no la escuchaban.
Ambos eran buenos, pero claramente, Alfredo era mejor e hizo que la espada de Benicio cayera lejos. Alfredo creyó que ya había vencido y se fue hacia él, pero el italiano busco de entre sus ropas un arma y le apuntó.
Al ver esto, Uriarte Soler paro sus pasos, para luego continuar su marcha.
-¡NO!- grito victoria poniéndose delante de su verdadero amante, justo en el momento en que Benicio disparó, haciendo que ella, malherida, cayera sobre Alfredo.
Victoria solo lo miraba mientras agonizaba, él le tomo la mano hasta que murió.
-Yo no quería...- estaba diciendo Benicio, pero Alfredo se paró, solo camino hacia él y lo atravesó con su espada.
En ese momento llegaron muchos guardias de la ley y lo rodearon. Todas las pruebas estaban en su contra. Por más que intento excusarse y resistirse, no pudo explicar por qué estaba junto a dos cuerpos sin vida.
Lo arrestaron y subieron a un carruaje. Antes de cerrar la puerta subió otro hombre y se sentó frente a él.
-¿señor Buffont?- pregunto -Esto es un grave error...-
-No lo creo.- respondió Raúl -Todas las pruebas lo inculpan.-
-¿Quién es usted en realidad?- pregunto él hombre con desconfianza.
-¿En verdad no sabéis?, porque yo creo que siempre lo supo.- respondió Raúl.
Ambos se miraron con soberbia.
-Yo no lo envíe a la cárcel...- dijo, al fin, Alfredo.
-Claro que no...- dijo Raúl con ironía -Solo obligo a su hijo que me venda a piratas.-
-En realidad, mí deseo era que lo asesine.- dijo el hombre con una sonrisa sobradora -Pero ese inútil es una decepción.-
Raúl lo miro y sonrió, no respondió a eso, solo decidió bajar.
-Él tiene suficiente castigo siendo vuestro hijo y usted tendrá el suyo, al fin.- respondió Raúl, aún con una sonrisa e hizo una seña con la cabeza para que cierren la puerta con traba y candado.
Se quedó viendo el carruaje mientras se alejaba, junto a su fiel compañero, Henry, pensando en que la mitad de su venganza ya estaba hecha... Pero había algo que le perturbaba. Pensaba en su esposa y en como todo esto podría afectarle a ella.