Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
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Rechazo
Al día siguiente Katelyn me despertó temprano, me entregó una carta luego de vestirme, observé el contenido con curiosidad. La hija del conde estaría cumpliendo la mayoría de edad y yo estaba invitada a esa fiesta. Harían una especie de reunión de mujeres, no parecía mala esa idea. Así que le ordené a Katelyn que preparara mi vestido y accesorios, la fiesta sería en una semana pero me gustaba tener todo en orden. Katherine me felicitó por esa cualidad, siempre hacía todo antes del tiempo especificado.
A la novena hora fui a las clases de etiqueta, me tocaba estudiar libros sobre economía. Pasé alrededor de cinco horas leyendo y haciendo cuentas, estaba tan cansada. Después me dirigí a la cocina, Martha estaba preparando la merienda del duque, me senté en la mesa apoyando el codo sobre la superficie de esta.
—¿Está bien? —Katelyn se acercó a preguntar, incluso Ian me miraba preocupado. Seguramente mis ojeras estaban más visibles en ese momento, Katelyn hizo de todo para taparlas en la mañana. Asentí mientras bostezaba sin abrir tanto la boca.
—Algo cansada, Katherine me hizo hacer muchas cuentas. —Ellos asintieron comprendiendo. Luego el mayordomo entró en la cocina, él me saludó mientras bajaba un poco la cabeza y luego se sentó en la silla que estaba a mi lado.
—No se ve bien, debería descansar. —Él me recomendó, yo asentí sintiendo como me pesaba la cabeza un poco. Martha salió a entregar lo preparado al duque y yo me senté más cómodamente en la silla rompiendo esa postura recta.
La cocina se quedó en silencio unos segundos, pero Ian y Katelyn empezaron a conversar entre ellos, se llevaban bastante bien. Por otro lado el mayordomo permaneció en silencio, bebiendo a sorbos el té que Martha le sirvió antes de irse. La apariencia de él era joven, tal vez alrededor de los treinta y cinco años, su cabello era bastante oscuro y sus cejas estaban muy pobladas.
Después de descansar unos minutos, me levanté y fui a preparar algo para mí. Nuevamente tomé prestado el libro de recetas de Martha, luego de leer varias páginas; me decidí por lo que me sonaba más delicioso. Carne de cordero y patatas guisadas en tiras con salsa verde.
Al terminar compartí con todos, y así también aproveché para saber del mayordomo, quien era poco hablador y solamente respondía cuando se le hacía una pregunta. Luego de cuestionar supe su nombre, era Will.
El día finalizó luego de esa interacción, regresé a mi habitación, tomé medio baño y luego me fui a la cama. Estando sentado en la cama, alcancé el libro con el cuervo dorado en la portada, sonreí mientras recordaba la escena anterior, cuando el duque me lo obsequió y suspiré abrazando el libro contra mi pecho.
Me desperté temprano, ni siquiera había sol afuera, abrí las ventanas con entusiasmo y me di un baño por mi cuenta, luego me puse un vestido sencillo y recogí mi cabello oscuro en una coleta baja. Me imaginé la cara de Katelyn viendo mi apariencia, seguramente enloquecería, pero quería hacer algo distinto ese día. El plan era ir al jardín y cortar algunas flores, también cuidarlas alimentándolas con agua.
Caminé por los pasillos intentando encontrar un cubo, una pala y una canasta. No quería despertar a Ian y bueno, tampoco sabía donde quedaba su habitación. Justo en ese momento mis ojos encontraron una canasta, pero estaba encima de una alta columna, me alcé intentando alcanzarla dando pequeños saltos.
—¿Qué haces? —caí al suelo de la sorpresa doblándome el tobillo, dejé salir un pequeño quejido. —¿Estás bien?
El duque se acercó a ayudarme, me tendió la mano y luego de tomarla me jaló con cuidado, se me dificultó apoyarme sobre el pie herido.
—¿Por qué estás despierta a estas horas? —Él volvió a cuestionarme, entonces me di cuenta que no le había contestado a sus preguntas anteriores. El duque arrugó ambas cejas esperando mi respuesta.
—Quería ir al jardín, necesitaba una canasta. —Bajé la mirada al suelo. No quería molestarlo, a él no le agradaba mi compañía, no debería…
—Ayer no te vi, pero Ian dijo que estabas súper cansada debido a las clases con Katherine. Puedes tomar un descanso si no te sientes bien. —Lo observé con interés, ¿acaso él preguntó por mi? No quería imaginar de más.
—Sí, haré eso.
—Déjame llevarte a tu habitación. —¿Eh?, lo detuve mirándole fijamente.
—Permítame ir al jardín, se que está muy temprano…
—Puedes ir al jardín cuando quieras, no es necesario pedir mi permiso. Sin embargo, no recomiendo hacer tanto esfuerzo sobre esa pierna, no se ve muy bien. —El duque dijo con una expresión seria.
El vestido me llegaba por encima del tobillo, bajé la vista notando como esa zona estaba algo inflamada y rojiza, me había olvidado de eso por completo. Pero tampoco quería volver a mi habitación, sería aburrido permanecer todo el día allí.
—No pareces querer regresar, bien puedes venir conmigo; solamente por hoy. —Me entregó su brazo para que lo sostuviera, lo hice y él caminó a mi ritmo debido a mi tobillo lastimado. Llegamos a su despacho, el duque abrió la puerta y luego ingresé. El cuadro se podía observar mejor debido a los pequeños rayos de sol que comenzaban a asomarse, era el retrato de una mujer rubia, me quedé observándolo por varios segundos hasta que él me llamó. —Toma asiento, si sigues presionándolo la inflamación será peor.
—¿Quién es ella? —Me atreví a preguntar volviendo mi mirada al enorme cuadro, su respuesta tardó varios segundos. Tal vez porque era lo que yo pensaba, y si fuera de esa manera no sabía como iba a reaccionar.
—Elena, —hizo una pausa como si se estuviera arrepintiendo de algo, o simplemente era mi mente creando esperanzas falsas. —Bernade.
—Entiendo. —Bajé la mirada sintiéndome como alguien sin valor, una segunda opción; no, ni siquiera eso era. Era cierto, al duque mi padre lo engañó, el amaba a mi hermana y mi padre me entregó para calmar los deseos del duque.
Las lágrimas quisieron asomarse y recorrer mis mejillas, pero me mordí la boca desde adentro soportando ese dolor. Luego me puse de pie y poniendo mi rostro serio me dirigí hacia él.
—Duque, creo que mejor regreso a mi habitación, gracias por ayudarme hace un momento. —Y me giré saliendo con prisa del cuarto, caminé lo más rápido que pude sin importar el dolor que estaba sintiendo. En ese momento sentí como él me alcanzaba de la mano agarrándome con fuerza. —Déjeme ir, por favor. —Mi voz estaba quebrada, en cualquier momento iba a llorar.
—No te lastimes el tobillo, se hinchará bastante. —Y esas palabras fueron las que me rompieron, lloré a gritos como si fuera una niña, forcejeando en un intento de escape. Pero él me atrajo con su fuerza, permitiéndome llorar contra su pecho mientras acariciaba mi espalda. Esa muestra de consuelo, me hizo sentir más humillada. ¿Por qué tuve que amarlo tan rápido?, no, jamás debí de amarlo.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él