Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO #8 : PARÍS
≪James Starling≫
Mike y Noah estaban en mi oficina, sus rostros reflejaban una mezcla de curiosidad y preocupación. Mike fue el primero en romper el silencio.
—¿Y? —preguntó, con su voz cargada de expectativa.
—¿Y? —repetí, sintiendo la frustración burbujear dentro de mí—. Pues me pidió el divorcio y se fue de la casa.
Mike dejó escapar un suspiro de exasperación.
—¡Maldita sea, James! —dijo, frotándose las sienes.
Noah, que había estado en silencio, volteó su rostro a un lado y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Mi enojo se hizo notar.
—¿Qué es tan gracioso? —le espeté, con irritación.
—Nada —respondió Noah, tratando de contener la risa.
Me levanté de mi silla, sintiendo la rabia crecer dentro de mí.
—Les cuento que Ana me acaba de pedir el divorcio y tú solo bromeas en mi cara —dije, mirando a Noah con furia.
Él me miró con ironía y dijo:
—Pues, ¿Qué querías, James? ¿Que después de verte metiendo tus manos bajo la falda de otra mujer se quedara a esperarte? Jajaja, por favor, amigo. Muy merecido te lo tienes, ¿eh?
Lo miré mientras revolvía mi cabello, tratando de encontrar una respuesta.
—No pensé que Débora se aparecería en mi oficina, mucho menos que Ana vendría, como casi nunca viene —dije, sintiendo la desesperación en mi voz.
Mike me miró con una mezcla de lástima y frustración.
—Ese es el problema, James. Nunca piensas. Lo siento, pero ahora sí le tengo que dar la razón a Noah. Además, ¿Qué haces tú con Débora? No se suponía que no estaba ella aquí. Además, si no te acuerdas, ella te dejó por otro tipo y se fue. Ahora regresa con la intención de destruir tu matrimonio y tú, como idiota, caes. Amigo, por favor, reacciona.
Sentí que las palabras de Mike me golpeaban como una bofetada. Sabía que tenía razón, pero no quería admitirlo.
—No pensé que esto llegaría tan lejos —dije, apenas en un susurro.
Noah se cruzó de brazos y me miró con burla.
—¿Y ahora qué piensas hacer? —preguntó Mike, su tono se hacía más serio.
—Nada. Solo esperar a que vuelva. Sé que lo hará —respondí, tratando de sonar seguro.
Noah soltó una carcajada sarcástica.
—Pues sigue esperando, ¿Eh? Cuando eso pase, me llamas. Sabes que tu mujer, o bueno, ahora exmujer, tiene un carácter muy fuerte. Ana no es de las que se retracta, ¿Lo sabías?
Sentí que la desesperación me consumía. Sabía que Noah tenía razón, pero no quería aceptarlo.
—No puedo creer que esto esté pasando —dije, hundiéndome en mi silla.
Mike se acercó y puso una mano en mi hombro.
—James, tienes que enfrentar la realidad. Ana no va a volver solo porque tú lo desees. Tienes que hacer algo para arreglar esto, si es que aún quieres salvar tu matrimonio.
Asentí, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía por dónde empezar.
—¿Qué sugieres que haga? —pregunté, con desesperación.
—Primero, tienes que hablar con Ana. Pedirle disculpas sinceras y demostrarle que estás dispuesto a cambiar. Y segundo, tienes que alejarte de Débora. Ella solo está aquí para causar problemas —dijo Mike, con su tono firme.
Noah asintió, por primera vez mostrando un poco de seriedad.
—Mike tiene razón. Tienes que demostrarle a Ana que realmente te importa y que estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglar las cosas —dijo, su voz más suave.
⪻ ⪻ Ana Sinclair ⪼⪼
Conduciendo por la carretera, sentía el viento en mi rostro y una sensación de libertad que no había experimentado en mucho tiempo. Mi teléfono sonó y vi que era Sara. Sonreí mientras contestaba la llamada.
—¡Hola, Sara! —dije, tratando de contener mi emoción.
—¡Hola, Ana! ¿Cómo va todo? —preguntó, llena de curiosidad.
—Sabes, lo pensé bien —dije con una sonrisa—. Viajaré a París.
Hubo un momento de silencio antes de que Sara respondiera.
—¿O sea, cómo? —preguntó, claramente sorprendida.
—Sí, siempre quise conocer París. ¿Qué mejor momento para ello? Voy de camino al aeropuerto. Cuando llegue, te aviso, ¿sí? —respondí, sintiendo la emoción burbujear dentro de mí.
—Está bien, amiga. Ten un buen viaje y vete con cuidado. Te quiero —dijo Sara, llena de cariño.
—También te quiero —respondí.
Colgué el teléfono y me concentré en la carretera. El aeropuerto no estaba muy lejos y cada kilómetro que recorría me acercaba más a mi sueño. París siempre había sido un destino que anhelaba visitar, y ahora, finalmente, tenía la oportunidad de hacerlo.
Llegué al aeropuerto y aparqué el auto. Tomé mi maleta y me dirigí al mostrador de la aerolínea para hacer el check-in. Mientras esperaba en la fila, sentí una mezcla de nerviosismo y emoción. Este viaje no solo era una escapada, sino también una oportunidad para redescubrirme.
Después de pasar por seguridad, me dirigí a la puerta de embarque. Me senté en una de las sillas y saqué mi teléfono para enviarle un mensaje a Sara.
"Ya estoy en el aeropuerto. ¡No puedo creer que realmente voy a París! Gracias por todo tu apoyo. Te mantendré informada. Besos."
Poco después, anunciaron el embarque de mi vuelo. Me levanté y me dirigí a la fila, sintiendo que cada paso me acercaba más a una nueva aventura. Subí al avión y encontré mi asiento junto a la ventana. Me acomodé y miré por la ventana, viendo cómo el aeropuerto se alejaba mientras el avión despegaba.
Durante el vuelo, mis pensamientos se arremolinaban. Pensé en todo lo que había dejado atrás y en lo que me esperaba en París. Sabía que este viaje sería un punto de inflexión en mi vida, una oportunidad para empezar de nuevo.
Cuando el avión aterrizó en París, sentí una oleada de emoción. Bajé del avión y me dirigí a recoger mi equipaje. El aeropuerto de Charles de Gaulle era enorme y bullicioso, pero me sentí extrañamente tranquila. Sabía que estaba en el lugar correcto.
Tomé un taxi hacia la vivienda que había adquirido. Durante el trayecto, observé a través de la ventana, impresionada por la belleza de la ciudad. Las calles empedradas, los edificios históricos y la torre Eiffel a lo lejos me hicieron sentir como si estuviera en un sueño.
Al llegar a la casa, el vendedor me aguardaba para entregarme las llaves.
—Bienvenue à paris —me comentó en un francés impecable, entregándome las llaves con una amable sonrisa.
—Merci beaucoup —repliqué.
—Si necesita algo, no dude en contactarme. Que disfrute de su estadía aquí —agregó antes de despedirse.
—Muchas gracias, así será—le respondí, agradecida por su cordialidad.
Al ingresar a la casa, dejé mi maleta en el suelo. La habitación principal ofrecía una vista espectacular del jardín. Me acerqué al balcón, disfrutando del aire fresco de París. Experimenté una sensación de paz que no había experimentado en mucho tiempo.
Saqué mi teléfono y llamé a Sara.
—¡Hola, Sara! Ya llegué a París. Es aún más hermoso de lo que imaginaba —dije, con mi voz llena de emoción.
—¡Ana! Me alegra tanto escuchar eso. Disfruta cada momento y no olvides enviarme fotos —respondió Sara con alegría.
—Lo haré. Gracias por todo, Sara. Te quiero —dije.
—También te quiero, Ana. Cuídate y disfruta —respondió Sara.
Colgué el teléfono y me senté en el balcón, mirando la ciudad. Sabía que este viaje sería el comienzo de algo nuevo y emocionante. Estaba lista para descubrir todo lo que París tenía para ofrecer y, más importante aún, para descubrirme a mí misma.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭