En la ciudad de Lunaris, donde los misterios y las sombras se entrelazan, vive Aurora Selene, una joven tímida y reservada que nunca ha sentido que pertenece al mundo ordinario. Cuando una noche de luna llena descubre un antiguo colgante en el ático de su casa, su vida cambia para siempre. El colgante la vincula a un antiguo linaje de magical girls, las “Fantomenas”, guerreras encargadas de proteger el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Aurora, ahora conocida como Fantomena Luna Night, debe aprender a dominar sus nuevos poderes mientras enfrenta a los Nocturnos, criaturas sombrías que desean sumir al mundo en una eterna oscuridad. A medida que se adapta a su nueva identidad, descubre que no está sola. Otras chicas con destinos similares comienzan a despertar, formando un grupo unido por un vínculo ancestral. Entre ellas se encuentra Cassandra, una misteriosa joven con una conexión especial con la oscuridad, que podría ser tanto una aliada como una rival. Aurora siente una atracción creciente hacia Cassandra, lo que complica aún más sus decisiones. Mientras el amor y la magia florecen, las líneas entre el bien y el mal se desdibujan, y Aurora debe decidir si seguirá el camino de la luz o se adentrará en las sombras junto a Cassandra.
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Capítulo 7: En las sombras del pasado
El cielo estaba pintado de un gris profundo, con nubes que parecían presagiar una tormenta inminente. Aurora caminaba hacia el claro donde se encontraba el santuario, con la cabeza llena de preguntas y su corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y anticipación. Había soñado con Cassandra, con la luna, y con una figura oscura que parecía observarla desde las sombras. Pero a diferencia de otras veces, esta figura no parecía ser un enemigo, sino alguien que compartía su lucha.
Al llegar al claro, encontró a Cassandra sentada sobre una roca, observando el cielo con una expresión pensativa. Aurora se aclaró la garganta para hacer notar su presencia, y la mujer se volvió hacia ella, sonriendo suavemente.
—Hoy llegas temprano, Aurora. ¿Estás impaciente por continuar? —preguntó Cassandra, su voz suave, pero con un toque de humor que siempre conseguía poner a Aurora un poco más cómoda.
Aurora esbozó una pequeña sonrisa, aunque sus ojos seguían llenos de seriedad.
—No sé si impaciente es la palabra… Tal vez, ansiosa. Siento que cada día hay más en juego y menos tiempo para prepararse. Y no puedo sacarme de la cabeza lo que está por venir.
Cassandra inclinó la cabeza, considerando sus palabras.
—Es normal sentir presión cuando la situación se intensifica. Pero recuerda, la ansiedad puede ser tu peor enemigo si la dejas apoderarse de ti. Vamos a centrarnos en lo que podemos hacer hoy, ¿de acuerdo? —dijo, sus palabras tranquilizadoras, pero con una firmeza que recordaba a la de un mentor experimentado.
Aurora asintió, sintiendo que una parte de su nerviosismo se disipaba bajo la guía de Cassandra.
—Tienes razón. Necesito concentrarme en el presente. Así que, ¿qué vamos a hacer hoy?
Cassandra se levantó y comenzó a caminar alrededor del santuario, su mano rozando las piedras que lo rodeaban como si intentara extraer su sabiduría.
—Hoy vamos a hablar del pasado, Aurora. De cómo la magia que estás aprendiendo fue utilizada antes de que llegaras aquí, y de por qué es tan importante que la entiendas en su totalidad. —Cassandra se detuvo y miró a Aurora con una intensidad que hizo que la joven tragara saliva—. Pero también quiero que te abras a mí. Quiero entender más sobre ti, sobre tus miedos, tus sueños. La magia no es solo poder, es un reflejo de quién eres.
Aurora sintió que su corazón se aceleraba. Hablar de sí misma no era algo que se le diera fácilmente, pero también sabía que no podía avanzar sin enfrentar lo que la inquietaba.
—No sé por dónde empezar… —murmuró, mirando hacia el suelo—. Supongo que siempre he sentido que hay algo más allá de lo que vemos, algo que me ha atraído hacia la luna y hacia… bueno, lo que estamos haciendo ahora. Pero siempre me he sentido sola en esto, como si nadie pudiera entenderlo.
Cassandra se acercó a ella, poniéndole una mano en el hombro.
—Ese sentimiento de soledad, de ser diferente, es algo que muchos magos y hechiceras han compartido a lo largo del tiempo. Pero también es una señal de que estás destinada para algo más grande. No estás sola, Aurora, no lo has estado nunca. La luna siempre ha estado contigo, incluso cuando no lo sabías.
Aurora levantó la mirada y vio la sinceridad en los ojos de Cassandra. Aquellas palabras, aunque simples, tenían un peso que caló hondo en ella.
—Lo sé, pero… A veces es difícil recordarlo. Es como si tuviera que luchar contra una parte de mí misma para seguir adelante. Y ahora, con los Nocturnos y todo lo que está pasando, me siento… abrumada. —Aurora se mordió el labio, tratando de mantener las lágrimas a raya.
Cassandra suspiró y la abrazó brevemente, un gesto que sorprendió a Aurora, pues no estaba acostumbrada a tanta cercanía de su mentora.
—Te estás enfrentando a cosas que la mayoría de la gente ni siquiera puede imaginar, y eso te hace increíblemente fuerte, aunque no lo sientas así. Pero también debes ser gentil contigo misma. Permítete sentir, Aurora, permítete dudar. Esas emociones también forman parte de tu poder.
Aurora respiró hondo y asintió, agradecida por el apoyo.
—Gracias, Cassandra. Haré lo mejor que pueda.
Cassandra sonrió, satisfecha con su respuesta.
—Eso es todo lo que puedes hacer, y eso es suficiente. Ahora, vamos a sumergirnos en lo que nos espera. Hoy, quiero mostrarte algo muy especial. Ven, sigue mis pasos.
La llevó hacia la parte más profunda del santuario, donde las piedras parecían más viejas y llenas de musgo. Aurora había pasado por allí antes, pero nunca se había detenido a examinarlo detenidamente.
Cassandra colocó sus manos sobre una de las piedras más grandes y cerró los ojos, murmurando un encantamiento en un idioma antiguo que Aurora apenas reconocía. Las runas talladas en la roca comenzaron a brillar con una luz azul suave, y la piedra lentamente se movió hacia un lado, revelando una entrada oculta.
—Este santuario es antiguo, mucho más antiguo de lo que parece —explicó Cassandra mientras entraban por el pasaje—. Ha sido utilizado por generaciones de magos lunares para entrenar, meditar y, en tiempos de crisis, como refugio. Pero lo más importante, guarda los secretos de aquellos que nos precedieron.
Aurora siguió a Cassandra por el oscuro pasaje, sus pasos resonando suavemente en las paredes de piedra. Finalmente, llegaron a una sala amplia, iluminada por una luz suave que parecía emanar de las paredes mismas. El centro de la sala estaba ocupado por un círculo de piedras, similar al que habían usado en los rituales, pero mucho más grande y complejo.
—Este es el corazón del santuario —dijo Cassandra, su voz reverberando ligeramente en el espacio—. Aquí es donde la magia de la luna es más fuerte, donde puedes conectarte con el pasado y aprender de los que vinieron antes que nosotros.
Aurora sintió un escalofrío de emoción y respeto mientras observaba la sala. Había algo solemne y poderoso en el ambiente, como si las mismas paredes estuvieran llenas de recuerdos y conocimientos antiguos.
—Es… increíble —murmuró, sin saber exactamente cómo describir lo que sentía.
Cassandra sonrió, complacida con su reacción.
—Lo es, pero no es solo para admirar. Quiero que te sientes en el centro del círculo y cierres los ojos. Hoy, vamos a invocar las memorias de los que estuvieron aquí antes que tú.
Aurora asintió y se dirigió al centro del círculo, sentándose en la posición que Cassandra le indicó. Cerró los ojos y respiró profundamente, intentando calmar su mente.
Cassandra comenzó a recitar otro encantamiento, esta vez en un tono más bajo y rítmico. La luz en la sala pareció intensificarse, y Aurora sintió que la temperatura bajaba ligeramente. A medida que la voz de Cassandra se hacía más y más envolvente, Aurora comenzó a percibir imágenes borrosas en su mente, como si estuviera viendo recuerdos ajenos.
—Aurora, quiero que te concentres en lo que tus ojos ven y tu alma sienta —dijo Cassandra, su voz sonando como un eco en la mente de Aurora—. Estas son las memorias de aquellos que usaron esta magia antes que tú. Aprende de ellas, siente su poder, pero también su humanidad.
Aurora se concentró en las imágenes que aparecían ante ella. Vio a una joven de cabello largo y oscuro, que luchaba con un grupo de criaturas que se parecían a los Nocturnos. La chica estaba agotada, pero en sus ojos había una determinación feroz. Aurora podía sentir su miedo, pero también su valentía. Esta joven no era tan diferente de ella misma.
La visión cambió, y Aurora vio a un hombre mayor, con la espalda encorvada y el cabello gris, sentado en un lugar similar al santuario. Sus ojos estaban cerrados, y sus labios se movían en un murmullo constante, como si estuviera rezando o lanzando un hechizo. La sensación de sabiduría y tristeza que emanaba de él era casi abrumadora.
—Cada uno de ellos tuvo que enfrentar su propia oscuridad —continuó Cassandra, su voz ahora suave y consoladora—. Algunos de ellos triunfaron, otros no. Pero cada uno de ellos dejó una huella, un rastro de su lucha, que ahora tú puedes seguir. No estás sola en esto, Aurora. Ellos están contigo, su conocimiento, sus errores y sus éxitos, todos están aquí para guiarte.
Aurora dejó que las imágenes la envolvieran, sintiendo la conexión profunda con aquellos que habían caminado este camino antes que ella. Por primera vez, sintió que no solo estaba luchando por ella misma, sino que formaba parte de algo mucho más grande, una tradición, una línea de magos lunares que habían defendido la luz contra la oscuridad.
Las imágenes comenzaron a desvanecerse, y la luz en la sala volvió a su brillo suave y constante. Cassandra dejó de recitar el encantamiento, y el silencio envolvió la sala una vez más.
Aurora abrió los ojos, sintiendo que algo dentro de ella había cambiado. No podía describirlo con exactitud, pero era como si una parte de la carga que llevaba sobre sus hombros hubiera sido compartida con aquellos que vinieron antes.
Cassandra se acercó a ella y le ofreció una mano para ayudarla a levantarse.
—Lo hiciste bien, Aurora. Estas memorias no son fáciles de manejar, pero son una fuente de fuerza. Ahora sabes que no estás sola, y que tienes una rica historia a la cual recurrir cuando lo necesites.
Aurora tomó la mano de Cassandra y se puso de pie, sintiéndose un poco mareada, pero también más firme que antes.
—Gracias, Cassandra. Siento que… he aprendido algo invaluable hoy. Y no hablo solo sobre la magia, sino sobre mí misma y que pieza juego en todo esto.
Cassandra asintió, sonriendo.
—Ese es el primer paso hacia la verdadera maestría, Aurora. No se trata solo de lanzar hechizos poderosos, sino de comprender quién eres y cómo encajas en este mundo. Ahora, vámonos. El sol ya casi se pone, y la luna está esperando por ti.
Aurora siguió a Cassandra fuera de la sala, sus pensamientos zumbando con todo lo que había experimentado. Sabía que todavía había mucho por aprender, muchos desafíos por delante, pero también sentía que ahora tenía un propósito más claro, una conexión más profunda con la magia y con aquellos que la habían precedido.
Al salir del santuario y ver la luna asomándose en el cielo, Aurora sintió una nueva resolución formándose en su corazón. No importa cuán difícil fuera el camino por delante, no lo recorrería sola. Y con esa certeza, se sintió más preparada que nunca para enfrentar la oscuridad que se avecinaba.
Me recuerda a un título de Touhou