En un mundo donde el dolor y la traición se entrelazan, Gabriel ha vivido toda su vida con un solo propósito: vengar la muerte de sus padres, asesinados por una poderosa familia que se mueve en las sombras. Con un corazón marcado por la pérdida, Gabriel traza un plan meticuloso para infiltrarse en su enemigo. Pero lo que no anticipa es la conexión inesperada que formará con Valeria, una joven valiente y llena de vida, que se convierte en su cómplice involuntaria. Mientras Gabriel utiliza a Valeria como un peón en su juego de venganza, ambos se ven atrapados en una red de secretos y mentiras. La línea entre el amor y el odio se difumina, y Gabriel debe enfrentarse a la pregunta más difícil de todas: ¿puede el amor nacer del deseo de venganza? En un desenlace lleno de giros inesperados, “La mentira” te llevará a través de un viaje emocional donde la redención podría ser la única salida.
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Capítulo XVII No quiero su lastima
Valeria entabló una conversación muy amena con Salvador, no entendía por qué ese hombre la hacía sentir cómoda, era como si lo conociera de toda la vida.
“¿Y bien, que te trae por aquí?”, pregunto Salvador con profesionalismo.
Valeria le contó todo lo que estaba sintiendo, también le dijo que desde hace algunos meses había estado sintiendo fuertes dolores de cabeza y que cada vez eran más fuertes. Preocupado por la salud de Valeria, Salvador le envió a hacer algunos estudios, por ser él el director del hospital ese mismo día los resultados de su paciente estuvieron listos, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, Valeria estaba embarazada, pero eso no era lo peligroso, lo realmente preocupante era lo que había arrojado los otros estudios.
“¿Todo está bien?”, pregunto Valeria entrando nuevamente al consultorio del doctor.
“Por favor toma asiento”, la seriedad de Salvador asusto mucho a Valeria.
“¿Por qué estás tan serio, es algo malo lo que me está pasando?”, pregunto ella preocupada.
“Llama a tu esposo y dile que venga, debo hablar con los dos”, dijo Salvador mirando fijamente a su paciente.
Valeria agarró el teléfono y llamo a Gabriel, la llamada tardo en conectarse, después de varios intentos finalmente este contestó. “¿Qué quieres?, estoy ocupado en este momento”, la voz fría de Gabriel resonó al otro lado de la línea.
Valeria estaba por contestar, pero al fondo escucho una voz femenina que llamaba a su esposo, “Gabriel, cariño necesito tu ayuda, el broche se me atoro”.
Con lágrimas en los ojos Valeria le contestó a Gabriel “no pasa nada, ve con tu mejor amiga y ayúdala a abrocharse el vestido”, sin decir una palabra más Valeria colgó la llamada, secando una lagrima fugitiva, se armó de valor y miró directamente a Salvador.
“No tengo a nadie, así que puede decirme a mi lo que está pasando conmigo”, las palabras de Valeria sonaron frías, tenia que ser fuerte, ya que su mundo se estaba viniendo abajo.
“Está bien Valeria, de igual manera me tienes a mi y aunque no me conoces, mi palabra de aquel día sigue en pie, puedes contar conmigo para lo que necesites, estoy aquí para cuidar de ti y ahora también de tu hijo y de tu salud”, Valeria abrió los ojos como platos ante la mención de la palabra hijo. “Si Valeria, estás embarazada”, esas aplanarás llenaron el corazón de la perturbada Valeria de felicidad, un hijo era su mayor regalo, pues así no volvería a estar sola en la vida; sin embargo, las palabras de Salvador no fueron tan alentadoras después de la buena noticia.
Valeria mostró una sonrisa algo extraña al escuchar lo segundo que le había dicho Salvador, era lógico que eso sucediera, la vida se había ensañado contra ella y los momentos de felicidad, eran solo instantes fugaces que se iban cuan estrella fugaz en el cielo. El eco de la palabra rumor seguía resonando en su cabeza impidiéndole seguir escuchando a su doctor.
“Lo siento mucho Valeria, pero no todo está perdido, si intervenimos en este momento podremos salvar tu vida, el tumor aún no es lo suficientemente grande y lo podemos extraer”, explicó Salvador optimista.
“¿Dañaría a mi hijo si me sometía a esa cirugía?”, pregunto Valeria temerosa de la respuesta.
“Si te sometes a esta cirugía existe el riesgo de que pierdas el embarazo”, dijo Salvador notablemente afectado por la situación de su paciente.
“Entonces no me someteré a ninguna cirugía”, respondió con firmeza Valeria.
“Piensa bien las cosas, eres joven y podrás tener más hijos en un futuro”, explicó Salvador con preocupación.
“Lo siento, pero mi hijo no tiene la culpa, me dices que aún no ha crecido el tumor, entonces podemos esperar un tiempo más, estoy segura de que mi bebé estará bien y una vez nazca me puedes operar”, Valeria estaba decidida a mantener la vida de su hijo a toda costa, ese pequeñito era el producto del amor que sentía por Gabriel y aunque él no sentía lo mismo por ella, su hijo sería un recuerdo de los hermosos momentos que vivió junto a él amor de su vida.
Valeria se despidió de Salvador y fue al apartamento, Gabriel ya se encontraba en este, esperándola. “¿Donde te metiste todo el día?”, pregunto Gabriel molesto.
“Tenía cosas que hacer”, respondió una Valeria cansada.
“Veo que últimamente andas haciendo lo que te da la gana, soy tu esposo y me debes decir a donde vas”, gritó Gabriel con frustración.
“Le recuerdo señor Linares que lo llame y usted estaba muy ocupado con su mejor amiga, así que no venga ahora a reclamarme cosas sin sentido”, Valeria trato de mantenerse en pie, ya que todo le daba vueltas.
“Entonces como yo andaba con Aurora tú ya me andas buscando repuesto, ¿dime quien es el hombre con el que te estás viendo?”, las palabras de Gabriel hirieron aún más el frágil corazón de Valeria.
“No soy como tú, no ando buscando en la calle lo que tengo en casa, pero como no confías en mí pienso que lo mejor es separarnos, ve con tu amada Aurora y terminemos con esto”, las palabras de Valeria le dolían en el alma, pero tampoco podía amarrar a Gabriel en una relación que no daba para mas.
“Si es lo que quieres, entonces mañana mismo empiezo los trámites del divorcio”, Gabriel salió del apartamento tras decirl aquellas palabras. Las lágrimas de Valeria corrían por sus mejillas dejando una sombra de dolor y desesperanza tras su paso, sentía que el mundo se le venía abajo, Irene quien había vuelto de viaje escuchó la discusión que ambos habían tenido, salió de la cocina y encontró a Valeria en el piso llorando sin consuelo, sintió pena por la muchacha así que la ayudo a ponerse de pie, para descubrir que estaba sangrando por la nariz y la palidez de su rostro se había hecho mucho más visible. Asustada y con las pocas fuerzas que tenía, ayudó a Valeria a ir a la clínica, en el camino intento varias veces ponerse en contacto con Gabriel, pero este nunca le contestó, al llegar a la clínica Valeria recobró la conciencia y le pidió a Irene que no le dijera nada a Gabriel, ella no quería su lastima.
Obligada por la situación Irene le prometió a Valeria no decirle nada a Gabriel, apagó su teléfono y se mantuvo al lado de Valeria mientras que los doctores la atendían.