En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo VII Vidas desastrosas
Gabriel presentó a Daphne con su abuelo, Álvaro era un hombre bastante intransigente, en él solo había desdén hacia los demás.
"Abuelo te presento a Daphne López, mi esposa", dijo Gabriel con una sonrisa hipócrita.
"Un gusto conocerte niña", respondió Álvaro sonriendo sinceramente.
El abuelo de Gabriel solo buscaba molestar a su nieto siendo amable con Daphne, él sabía quién era esa muchacha y de que la habían acusado, pero también sabía que su nieto Alberto no era un santo como todos creían y siempre pensó que si ella le había hecho algo así había sido por algo.
"El gusto es mío señor Hoffman", respondió Daphne amablemente.
"Siéntate un rato conmigo, me gustaría conocerte un poco más", pidió Álvaro dejando a Gabriel de piedra.
"Gracias, señor", Daphne se sentó al lado del abuelo de Gabriel y entablaron una conversación bastante amena, por primera vez Álvaro sintió que estaba hablando con una joven bastante instruida y estudiada.
"Me dices que estabas estudiando derecho, ¿qué tiempo te falta para terminar tu carrera?", pregunto Álvaro mostrando mucho interés.
"Dos años más y terminaría, pero bueno la terminaré después", contesto Daphne sintiendo una profunda nostalgia.
"Te voy a ayudar a terminar tu carrera, solo dame algo de tiempo para inscribirte en una universidad", dijo Álvaro dando su palabra.
"Abuelo, Daphne ahora es mi esposa y no necesitará estudiar", intervino Gabriel indignado.
"No te estoy pidiendo permiso, no puedo dejar que pierda sus estudios", Álvaro solo quería molestar a su nieto ayudando a la mujer que tanto odia, él quería darle una lección a Gabriel para que sintiera algo de humanidad y no se perdiera como lo hicieron sus padres.
Gabriel estaba de mal humor, su abuelo prefería a una mala mujer que además le quitó la vida a su otro nieto, que a él quien era su sangre, ahora tenía más razones para odiar a Daphne.
"A veces nos ciega el enojo y el dolor, esos sentimientos no nos permiten expandir nuestros horizontes, piensa en esas palabras y no dejes que la vida se te vaya odiando y dejando pasar una buena oportunidad para amar.
"No me gustan esas cursilerías, mejor vayamos a bailar mi hermosa esposa", Gabriel tomo de la mano a Daphne y la llevo al centro de la pista, una canción romántica empezó a sonar y los dos se dejaron llevar por la música.
Lidia veía a su hija tan linda, pero no había felicidad en su rostro, ella conocía muy bien a Daphne y a ella no la podía engañar.
"No quiero que aceptes la propuesta de mi abuelo", ordeno Gabriel apretando a Daphne a su cuerpo.
"Tranquilo señor no pensaba hacerlo" respondió Daphne mirando a los ojos de Gabriel.
"Eres un demonio disfrazado de ángel, quien puede imaginar que detrás de esa carita de niña buena se esconde un ser tan perverso", sino Gabriel con saña.
"Algún día sabrá la verdad y todas esas palabras se las va a tener que tragar", Daphne estaba cansada de que la juzgarán por algo que ella no había hecho.
"Eso no pasará, lo que si pasara hoy es que serás mía, te haré subir al cielo y me rogaras por más, te haré sentir como nadie en este mundo", Gabriel estaba seguro de poder conquistar a Daphne, el pensaba que con esa actitud lograría tenerla a sus pies.
"Ya me hace sentir como nadie nunca me ha hecho sentir", Daphne estaba aterrada, tenía miedo de su esposo y del odio que el sentía por ella.
La fiesta termino y los invitados se retiraron dejando a la feliz pareja solos, aunque Lidia y Tiffany aún no se iban.
"Estoy preocupada por ti hija, no te veo sonriente, en vez de tu boda pareciera que estás en un funeral", expreso Lidia.
"Vete tranquila yo estoy bien, hoy ha sido un día bastante pesado eso es todo", respondía Daphne tratando de tranquilizar a su mamá.
"Mamá Daphne está bien, quien no estaría bien casada con un hombre tan guapo y con tanto dinero", intervino Tiffany admirando la casa de Gabriel.
"Tiffany tiene razón mamá, estoy muy feliz y más sabiendo que ustedes dos estarán bien", Daphne se despidió de su familia y las vio marcharse, los empleados de la casa también tendrían el resto de la noche libre incluyendo a Gertrudis, quien también estaba preocupada por Daphne.
"Al fin se fue toda esa gente", comento Gabriel sentado en el sillón de la sala.
"¿Desea algo de tomar?", pregunto Daphne tratando de ser amable.
"Si, sirveme un vaso de whisky", respondió Gabriel con los ojos cerrados.
Daphne sirvió lo que él había pedido y con mucho cuidado se lo llevó hasta el sillón, Gabriel tenía los ojos cerrados, en esa posición no se veía tan aterrador, Daphne pudo ver las facciones de su esposo y le pareció un hombre atractivo.
"¿Quieres una foto?", pregunto Gabriel abriendo los ojos.
"No, perdón es solo que pensé que estaba dormido", respondió Daphne asustada.
"Aún no tengo sueño, sabes que no logro entender cómo te ganaste a mi abuelo, el nunca se ha sentado a hablar conmigo así como lo hizo contigo", expreso Gabriel tomando un sorbo de whisky.
"No lo sé, simplemente contestaba sus preguntas", respondió Daphne tratando de esconder sus nervios.
"¿Sabes por qué me casé contigo?", pregunto Gabriel casualmente.
"Para vengarte de mí a nombre de tu hermano", respondió Daphne encogiendo sus hombros.
"No solo fue por eso, también quería molestar a mi abuelo, quería que se retorciera de la rabia cuando supiera que me había casado contigo, pero a la final termine fastidiado yo", respondió Gabriel mirando a los ojos de Daphne.
"Estoy acostumbrada a que los Hoffman me utilicen a su antojo, no es la primera vez que pasa", respondió Daphne quitándole el vaso a Gabriel y tomándoselo ella.
"Ese era mi trago, ¿quién te dio autorización de tomar?", pregunto Gabriel sorprendido.
"¿Y quién le dio derecho a usted de montar este circo a mi nombre?", respondió Daphne sentándose al lado de Gabriel.
Los dos se quedaron sentados en el sillón pensando en sus desastrosas vidas, ninguno de los dos movía ni un solo músculo.