Nicolina, una sexi y curvilínea Italiana regresa luego de 10 años, para abrir un Bar que promete subir el calor en los Ángeles.
Bruno Altamirano un seductor, frio y sumamente organizado, se abre paso en el mundo de la arquitectura, ajeno a que la jovencita de la que se enamoro perdidamente en su juventud, regresó a su vida ordenada tan solo para desmantelarla con un documento que podría cambiarlo todo.
Esta obra es de mi autoría, esta protegida y la amo como todas mis historias.
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La mujeres y los Greco
El italiano camino sin parpadear, no perdía de vista las manos del rubio que subían y bajaban por los delegados brazos de Cleo que sonría con dulzura.
Estaban muy cerca, susurrando palabras que él no podía descifrar. Luka sentía su estómago revolverse, sin saber que era lo mismo que provoco en Cleo tantas veces, cuando lo encontraba de cazador.
Lo cierto es que nunca lo hizo de manera intencional, siempre trato de no cruzarse con la bailarina, pero este último tiempo fue imposible controlar el avasallamiento de Lis, y de eso si era culpable.
La rubia estaba entretenida con ese jueguito de seducción, su vecinito era sexi, no era Luka, pero tenía que dejarlo ir o se sería una situación insostenible con el tiempo.
-Entonces vas a darme una oportunidad, no digo algo serio, lo entiendo, pero al menos deja que me acerque un poco más- la mirada seductora y el aroma de una suave colonia le gustaba. Aun así, en su cabeza cada segundo aparecía esos picaros y radiante ojos verdes
-Te lo dije- rio bajito al sentir el toque de un besito en su nariz- no quiero nada serio, dejemos que fluya.
-Eres cruel pero esta bien, con que me dejes estar cerca de ti es un buen comienzo- sonrió y se aproximó para plantar otro beso
-Hola- interrumpió el ambiente, un tono poco amable que hizo que la parejita se alejara- lamento interrumpir en su despedida- una indirecta bien directa, esa que por todos lados decía “LARGATE”.
El italiano observó al hombre que lo miro como si el que sobrara fuera él y sostuvo a Cleo por los hombros
Decir que tenía ganas de borrarle la cara de un trompadon, era poco, pero se aguantó porque estaba allí por la bailarina, que seguía pegadita al intruso.
-¿Qué haces aquí Luka?- el gesto desprovisto de emoción fue el claro mensaje que esa charla no sería fácil.
Luka aclaro la garganta y levanto las manos mostrando lo que trajo
- Podemos hablar\, traje para compartir.
La sonrisa dulce, esa tan alejada del chico seductor, era la que podría derrumbar las paredes que la bailarina quiso imponer.
-No tengo tiem…- antes de que terminara, Luka abrió la puerta, que se encontraba a medio abrir e ingreso al apartamento.
-Despídete de tu galán, pondré las cervezas en el refri.- se movió como dueño y señor del lugar, estaba más que decidido en demostrarle al vecinito que él siempre estuvo primero.
El rubio frunció el ceño y quiso seguirlo, pero Cleo no tenía ganas de escándalos. Llevaba poco tiempo en el lugar para estar en boca de todos.
-Eliot, nos vemos en unos días- hablo con calma apoyando su mano en los pectorales del rubio que la miraba fijamente.
-¿Estas segura, es tipo no me gusta?- indico con el mentón viendo como el italiano se arrojaba muy cómodo en el sofá turquesa de la sala.
-Sí, espero tengas un buen viaje- se puso de puntillas y beso la mejilla.
-Cuídate, te llamare, no vemos en unos días, bonita- dejo un beso en la frente y se retiró.
La rubia agito su manito parada en el umbral de puerta y cuando la cerro su rostro de transformó a uno menos amable.
Luka estaba observando el lugar, no era grande, pero estaba todo bien ordenado. En las paredes blancas había cuadros de fotografías artísticas de Cleo, en una llevaba sus lindas puntas, y eso le recordó a cuando la conoció.
Las esquinas de la sala, estaban adornadas con plantas verdes, de hojas grandes, que daban un aspecto fresco y el ambiente abierto era liberador.
También pudo notar un par de cajas juntos a modular vacío.
Era comprensible, la rubia no hacía mucho que se había mudado.
-¿Se puede saber quién te autorizo a ingresar a mi casa así?- La rubia estaba de pie junto al otro sillón en tono rosa pastel, y es que la composición entre los colores suaves y eléctricos del mueble eran una buena combinación.
El italiano no puedo evitar recorrerla de pies a cabeza, Cleo traía una camiseta de algodón gigante hasta la mitad de los muslos, su largo cabello rubio se levantaba en una coleta desorganizada, y el solo hecho de imaginarse que debajo solo traía una braga lo puso a mil, sin contar los celos verdes que crecieron al pensar que ese rubio pudo tocar ese cuerpito.
-¿Te molesta mi presencia, o a tu noviecito?- se inclinó sobre sus piernas y al apoyar sus antebrazos en estas, los musculo se marcaron.
La rubia trato de desviar sus ojos de ese monumento, no quería que notara el deseo que crecía por tocarlo.
-Me molesta que pienses que puedes hacer y deshacer a tu gusto ¿Qué quieres? -camino hasta la cocina que estaba a pocos metros, donde la única división con la sala era una especie de barra en un tono tiza.
Luka se puso de pie y la siguió. - Necesitamos hablar de lo que paso en el bar y sobre tu renuncia- se ubicó en una banqueta alta esperando que la rubia terminara de servir en una copa un jugo fresco.
-¿Quieres?, elevo la jarra y este asintió- No voy a declinar mi renuncia, tengo mucho trabajo con los niños –llenaba otra copa buscando controlar sus manos que temblaban al sentir la mirada clavada en su espalda, por no decir en su elevado trasero.
-Es mentira- dejo salir molesto- entiendo, lo arruiné, ok, debí frenar las cosas con tiempo, y tienes razón en estar enojada, no renuncies, eres importante para…- sus ojos se encontraron con los de Cleo- para todos- concluyo, y pudo jurar que por un segundo vio la desilusión en ese precioso verde cristalino.
-Aja- ella extendió la copa- como sea, no vuelvo- se sentó frente a él, esperando algo que jamás llegaría.
-Por favor- rogo y se puso de pie- por favor, bailarina- unió sus manos y se aproximó a ella- vamos di que si- armo un pucherito y sostuvo la banqueta para girarla como si no pesara nada
Cleo sintió paralizar cada una de sus extremidades al tenerlo tan cerca, tanto que podía sentir el aliento cálido y dulce. - Te lo ruego, hare lo que pidas- finalizo tomando las mejillas rosadas- pero no me dejes.
Se imaginaba besándola y ella lo imaginaba haciéndolo, pero de allí a la triste realidad, había un trecho.
-¿Harías los que fuera?- interrogó con el alma en la mano, cuando esos ojos verdes la miraron sin pestañear.
-Lo que quieras, solo pídelo-
-Se mío y de nadie mas - pensó\, pero solo sonrió ante el gesto perplejo de Luka que no comprendía que pasaba por esa cabecita
-En ese caso si organizas esas cajas- señalo el lugar del otro lado de la sala - y los libros por orden alfabético quizás- Luka sonrió gustoso- solo quizás, lo piense.
-Hecho, con eso me basta – expreso emocionado, alejándose.
La distancia casi tortuosa dio de lleno en la rubia que lo observo arremangarse y comenzar con la tarea. Como podría decirle que no, si esa palabra no existía en su vocabulario cuando se trataba de él.
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No muy lejos de allí se libraba otro enfrentamiento, bueno estaba por comenzar.
Dante ingreso a las oficinas de la constructora con ese estilo casual y sexi.
Camiseta ceñida en gris topo marcaba su imponente espalda, jean negro y zapatillas de vestir, relajado, pero coqueto. Su cabello húmedo caía desprolijo sobre su rostro y esa sonrisita de todo lo puedo, hacia suspirar a las empleadas administrativas del lugar.
-Buenas tardes chicas, ya tendrían que juntar sus cosas pronto será la hora de salida- esa manera seductora de hablar sin esfuerzo hacía que las mujeres caigan a sus pies. Estaba en el lugar porque tenia que retirar uno documentos para Alessandro.
-Sí, señor Greco- respondieron coquetas y el sonrió acostumbrado.
Dante no estaba interesado en ninguna mujer en particular, bueno eso duro hasta que abrió la puerta de su oficina, justo ese día, su secretaria pidió parte de enfermo.
-Al fin llegas, crees que tengo todo el día. - el tono arrogante llamo la atención del italiano, que asombrado miro el rinconcito de su oficina, ese que estaba preparado para sentarse con los clientes, algo sencillo pero bonito.
Sillas estilo matera de madera con tapizado negro y una mesa rústica en el centro.
Y sentada de piernas cruzadas estaba Camila. Un seductor vestido verde ajustaba su figura y los tacones al tono hacían sus piernas blancas más largas y hermosas.
-¿Quién te dejo entrar?? – interrogó entre enojado y aturdido por la belleza de esa mujer. Camila tenía unos ojos azules de ensueño, cabello negro y piel blanca con un rubor natural en sus mejillas.
Era hipnótica de pies a cabezas.
Ella curvo sus labios con disgusto al oírlo- Es un chiste, hable con tu secretaria, le dije que vendría hoy con las modificaciones en los planos y ella dijo que estarías esperando, pero otra vez aquí de plantón por culpa de un irresponsable.
El italiano maldijo en su interior esa mujer había olvidado una vez más infórmale de la reunión, ya pensaba que lo hacía a propósito.
-Oye cálmate, no es para tanto, deberías relajearte te hace falta- hablo calmado y camino hasta ella.
-Que me calme... Una hora he estado aquí. - dejo salir sin pensar, hasta que lo vio sonreír y quiso que la tierra se la tragara.
-¿Una hora? Wow sí que morías por verme- sonó seductor y Camila se puso de pie. Ese hombre lograba ponerla nerviosa con solo una mirada y mucho más.
-Eres… - negó sin saber que decir cuando lo vio inclinar la cabeza y mostrar sus perlados dientes en una sonrisa borra memoria- aquí están los planos- se los lanzo y él lo tomo antes de que cayeran-
-Ey, tranquila, ya estoy aquí y soy todo tuyo- su mirada se tornó picara y Camila presiono los dientes.
- Sabes, lo único que hace que soporte tu rostro- se aproximó y él se tensó al sentir esa colonia a fresas que lo ponía loco- es el hecho de que una vez que este proyecto termine no volveré a ver tu rostro.
La mano grande se enredó en la pequeña cintura y la trajo pegadita a su cuerpo, haciendo que los papeles cayeran en el suelo.
-Vas a extrañarme, preciosa- susurro y disfrutó de sentir a esa fiera estremecerse en sus brazos.
Dante roso su nariz en la mejilla y se deslizó despacito hasta hablar cerca de la orejita, haciendo que sus labios acaricien el lóbulo
- No soy rencoroso\, si después de esto lo desea puedes buscarme\, estoy dispuesto a atender tus necesidades.
Camila junto todo el coraje, aunque deseaba que esa boca la probara enterita, fue mayor sus ansias de ubicarlo en la palmera, por lo que impacto su rodilla en aquella zona sensible.
- Mierda, duele- la voz salió ahogada. Dante la soltó y se inclinó sujetando a su amigo lesionado.
Camila bajo cerca del rostro adolorido y susurro seductora
-No, pero gracias por la oferta, que tengas buena tarde Greco.
Dicho esto, busco su cartera y huyo del lugar, un segundo más y ese hombre podía hacer con ella lo que quisiera.
Jamás lo permitiría era una Altamirano.
Dante como pudo camino hasta la silla y sentó respirando hondo
- Esa mujer sí que es intensa- sonrió a pesar del dolor\, pero el teléfono comenzó a llamar y tuvo que atender.
📱📱-Greco.
-Buenas tarde señor Greco, mi nombre es Bruno Altamirano y me gustaría hablar con usted para invitarlo a participar en otro proyecto ¿podríamos reunirnos mañana?- El arquitecto no pensaba suspender su trabajo a pesar de la noticia que minutos antes sacudió su vida, necesitaba distraerse.
Dante sonrió, la revancha estaba a nada
-Bien, avisaré a mi hermano, ambos estamos a cargo de la constructora- explicó serio, pero concentrado, su entrepierna palpitaba de dolor.
-Claro, los espero a las 10hs. ¿Está bien? - Bruno espero la respuesta, ajeno a que esos hombres pronto serian familia.
-Perfecto señor Altamirano, a las 10 será.
La llamada termino y Dante se recostó en la silla📱📱
- Al parecer nos seguiremos viendo leoncita-
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Abrazos Gaby
Estoy ansiosa de seguir tus otras novelas.