Esta es la historia de Sofía Bennet, una joven con un sueño muy grande, pero tuvo que dejarlo ir por una tragedia.
Leandro Lombardi un hombre acostumbrado a tener siempre lo que quiere con un pasado que le hizo mucho daño.
Dos personas totalmente opuestas pero con una química impresionante.
¿Podrán dejar fluir sus sentimientos o solo lucharán por evitarlos?
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PRESENTACIÓN
Mi nombre es Sofía Bennet, tengo 23 años y soy de nacionalidad argentina. Mi piel tiene un tono bronceado que resalta mi apariencia.
Mis ojos son de un color gris que a menudo despiertan la curiosidad de quienes me conocen. En cuanto a mi cabello, lo llevo castaño y corto, con un corte que llega hasta mis hombros, lo que considero que me da un toque fresco.
En lo que respecta a mi figura, me considero esbelta, aunque tengo mis preferencias en cuanto a la ropa que elijo usar.
No soy fanática de las prendas muy ajustadas ni de aquellas que son demasiado cortas.
En lugar de eso, me inclino por los vestidos sueltos, que me hacen sentir cómoda y a la vez elegante.
Asimismo, disfruto de llevar pantalones y camisas de vestir que son igualmente de corte amplio, ya que considero que reflejan mejor mi estilo personal.
Tengo una hermana mayor que se llama Fabiola.
Hace dos años, nuestras vidas cambiaron drásticamente debido a una tragedia: perdimos a nuestros padres en un accidente.
Ese acontecimiento lo marcó todo para nosotros. Fabiola, por la gravedad de la situación, quedó en silla de ruedas.
Su dolor fue tan profundo que se negó a que la lleváramos al médico para averiguar si había alguna posibilidad de que pudiera volver a caminar.
En su mente, la culpa y el remordimiento la consumían, ya que había sido ella quien había propuesto el viaje que resultó en nuestra pérdida.
Desde entonces, ha decidido vivir de esta manera, atrapada en un ciclo de sufrimiento que la mantiene alejada de la esperanza y de cualquier tratamiento que pudiera ayudarla.
Mi tía materna Estela, quien se encarga de cuidar de nosotras, le expresa su descontento por su actitud y hace todo lo posible por hacerle comprender que nadie es responsable de lo que ocurrió.
Sin embargo, ella se cierne en su negativa y no quiere escuchar, lo cual me duele profundamente debido a la conexión que tenemos.
Me veo a mí misma como una persona alegre y divertida.
No soy de las que buscan lujos ni comodidades; encuentro la felicidad en la vida sencilla y humilde.
Por otro lado, siento un profundo rechazo hacia las personas hipócritas, falsas y mentirosas. Sin embargo, debo admitir que yo misma no siempre practico la honestidad de forma absoluta.
Sé que puede sonar confuso, pero déjenme explicarles.
Desde que era niña, mi mayor sueño ha sido convertirme en cantante profesional. Sin embargo, a quién pretendo engañar; con todas las deudas que acarreamos, ese anhelo se siente cada vez más distante y casi inalcanzable.
Mi tía Estela tiene un restaurante que se llama Sabor al día. Puede que el nombre suene un poco extraño, pero fue una elección personal de ella, y así ha quedado.
A pesar de que puedo afirmar que el restaurante es una buena fuente de ingresos, no significa que la situación sea fácil.
Cada día presenta nuevos desafíos y complicaciones que hacen que el camino sea bastante complicado.
Hemos enfrentado serios problemas económicos que nos han afectado de manera significativa.
En el restaurante, nos ha resulta imposible cubrir todos los gastos, y en medio de esta situación tan complicada, tomé una decisión junto con María, mi amiga de toda la vida.
Decidimos cantar en un club nocturno.
Sé que puede sonar un poco inapropiado, pero no tenía otra opción. Sin embargo, no todo es tan negativo; tengo la oportunidad de hacer lo que siempre me ha apasionado, aunque sea bajo una identidad diferente.
Todos me conocen como Alice, una versión abreviada de mi segundo nombre, Alicia.
Nadie conoce mi rostro, ya que lo oculto detrás de una elegante máscara de encaje negro.
Solo me presento y participo en los eventos que organiza el club, los cuales se llevan a cabo en ocasiones especiales como concursos y espectáculos de karaoke en los que todos deben llevar disfraz.
Esto significa que no soy la única que se oculta tras una máscara; en este lugar todos compartimos el mismo secreto.
El club se llama Olvido, un nombre que considero perfectamente apropiado, ya que al subir al escenario, encuentro la manera de dejar atrás mis problemas y preocupaciones, aunque sea por un rato.
Al regresar a mi vida cotidiana, no puedo evitar preguntarme:
¿cuándo será el momento en el que todo esto llegue a su fin?
Anhelo que ese día llegue pronto, en el fondo de mi ser deseo con todas mis fuerzas que aparezca alguien que me rescate de esta situación.
Aunque en el fondo tengo mis dudas sobre que eso suceda, aún así guardo la esperanza de que mi deseo se convierta en realidad.
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Mi nombre es Leandro Lombardi y tengo 25 años. Soy de nacionalidad española y tengo una piel blanca que contrasta con mis ojos azules y mi cabello negro.
Me esfuerzo por mantenerme en buena forma física, ya que mi profesión como actor lo exige y me permite lucir mejor en mis actuaciones.
Además, tengo dos hermanos: Luciano, que tiene 22 años, y Federico, quien cuenta con 24 años.
La relación que tengo con ellos es muy buena y nos apoyamos mutuamente en todo lo que hacemos.
Juntos, hemos creado una sociedad en una disquera que fundamos hace tres años; decidimos llamarla Discos Star, en honor a nuestra madre, a quien queremos y valoramos profundamente.
No puedo considerarme una persona cariñosa, ya que realmente soy todo lo contrario.
Me describiría como alguien frío, posesivo, arrogante y egocéntrico.
La verdad es que no me preocupa en absoluto lo que sienten los demás.
Puedo recordar claramente un evento que marcó mi perspectiva:
Hace aproximadamente un año, mi ex prometida decidió traicionarme, y ese día sus acciones demostraron que tampoco le importaban mis sentimientos.
Desde ese momento, tomé la firme decisión de no enamorarme nunca más, y hasta ahora he cumplido esa promesa.
He cultivado una reputación de mujeriego que ha llegado a ser ampliamente reconocida; he aparecido en numerosas revistas dedicadas a escándalos, donde se habla de mis aventuras.
Todo esto resuena con lo que mi madre solía decir:
Ya ha llegado el momento de que te ocupes de tu vida y contraigas matrimonio, hijo.
Sus palabras han quedado grabadas en mi mente y sirven como un recordatorio constante de mi estilo de vida actual.
Sin embargo, ella no parece comprender que esa realidad no se va a materializar.
Al menos, eso era lo que creía hasta el día que la conocí; desde entonces, no tendré paz hasta que esté a mi lado.