Soyla Mujer Valiente

El señor me miró con compasión y me ofreció un poco de consuelo. Me dio algunas indicaciones de lugares donde podría acudir en busca de ayuda, pero ninguno de ellos parecía ser la solución a mi problema.

Regresé a casa desanimada, sin saber qué más hacer por mi hermano. Lo encontré en la cama, todavía débil y enfermo, y mi corazón se rompió al verlo en ese estado. Me senté a su lado y tomé su mano, sintiendo impotencia y desesperación.

— Chente, no puedo hacer nada más por ti. No sé cómo ayudarte, y me siento tan perdida.

Él me miró con tristeza y me acarició el rostro con ternura.

— Viviana, no te preocupes tanto. Sabes que siempre salimos adelante juntos, encontraremos una manera de salir de esta situación. Pero por favor, no te pongas en peligro por cuidar de mí. Eres lo más importante para mí, y no quiero perderte.

Sus palabras me reconfortaron un poco, pero seguía sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Estábamos solos en el mundo, enfrentando una crisis que parecía insuperable.

Decidí que al día siguiente buscaría ayuda en alguna organización benéfica, alguien tenía que ayudarnos. No podía permitir que mi hermano siguiera sufriendo sin recibir la atención médica que necesitaba.

La noche seria larga y angustiosa, me quedaría despierta velando por mi hermano, rogando por un milagro que aliviara su dolor. Prometí hacer todo lo que estuviera en mis manos por sacarlo adelante, por cuidarlo y protegerlo con todas mis fuerzas.

Me prometí a mí misma que encontraría la manera de sacar a mi hermano de esa situación, de curarlo y ofrecerle el amor y la atención que se merecía. Juntos, enfrentaríamos cualquier adversidad y saldríamos triunfantes, porque éramos una sola fuerza, una sola alma unida por un lazo indestructible.

Un rato después tocaron la puerta, no entendí quién podría ser, Chente estaba dormido y no quería que lo despertarán.

— ¿Quién es?

— Soy el doctor Cárdenas, del consultorio.

¿Doctor? Era doctor ¿pero, cómo había llegado aquí? Abrí la puerta y allí estaba el hombre que había dicho que no me podía ayudar, traía un maletín y apenas le abrí dirigió su mirada a mi hermano.

— ¿Es tu hermano?

— Si, pero ud dijo que no podía ayudarnos, y tampoco dijo que fuera doctor.

— Lo siento, pero es que por seguridad toca ser muy precavido, me conmovió tu historia y no pude simplemente ignorarte, así que te seguí. Averigüe con la dueña sobre ti y la información coincidió.

Lo miré mal, así que no le creyó y tuvo que confirmar mi historia, estúpido. Pero lo importante es que estaba aquí y algo haría por mi hermano.

Lo dejé entrar y empezó a revisarlo.

— Esto se ve mal, hay que llevar a tu hermano al hospital ahora mismo. Está deshidratado y necesita líquidos urgentemente.

— Pero no puedo llevarlo...

— No te preocupes, me haré responsable.

Lo vi sacar un teléfono de su bolsillo, él llamo y pidió una ambulancia. Se veía preocupado y yo pensé que mi hermano moriría, por lo que inevitablemente me puse a llorar.

— Ey, no llores, tu hermano se pondrá bien ¿ok?

Asentí meneando la cabeza, pero tenía el corazón presionado. Al rato llego la ambulancia y sacaron a mi hermano en camilla, tome lo necesario y me fui con él en la ambulancia, y por el vidrio note que ese doctor se subió en un auto y manejo detrás de nosotros.

Llegamos al hospital y lo llevaron a una sala de urgencias, yo me quedé sentada esperando noticias, no vi al doctor por ninguna parte y estaba asustada.

— ¿Familiares de Vicente Alvarado?

— Soy yo, soy su hermana, ¿Cómo está?

La enfermera me miró como extrañada.

— Tu hermano está en observación, su estado es crítico, así que necesitamos que un familiar llene la documentación requerida ¿Cuántos años tienes?

Esa información y la pregunta me aturdieron.

— Jiménez, yo me ocupo de esto, los chicos están conmigo y yo me haré cargo de todo lo que tenga que ver con el joven, ya pasó por facturación y hago el proceso, espérame allá por favor.

Lo escuché, era él, allí estaba tal y como lo dijo.

— ¿Estás bien?

Me pregunto mirándome a los ojos, pero yo estaba llorando, estaba asustada por Vicente. Sacudí la cabeza diciendo que no.

— Mi hermano, ¿Se pondrá bien?

— Claro que sí, él va a estar bien, te lo prometo. Ven, necesitas calmarte y también comer algo, encargue estos para ti, por favor come y tranquilízate, estaré pendiente de todo lo que tenga que ver con tu hermano.

— Gracias.

Él se fue y yo me quedé allí devorando ese sándwich, estaba rico y eso me hizo sentir un poquito mejor.

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— ¿Y uds porque me miran así?

— Porque consideramos que todo esto es por tu culpa, si tú no fueras tan duro con ellos, tal vez no se hubieran ido así de esa manera, ahora no sabemos dónde están nuestros hermanos, y la calle está llena de peligros, Quien sabe que les puede pasar.

— ¿Uds me están culpando a mí? Les recuerdo que también han estado de acuerdo y han contribuido en ello, así que no quieran venir a lavarse las manos, Vicente y Viviana necesitan mano dirá, así como siempre la he tenido con uds, así que no veo que es lo que pretenden con esto.

— Precisamente porque hemos sufrido tu mano dura, es que entendemos a nuestros hermanos. ¿Tienes idea de cómo nos sentimos? Queríamos ir a buscarlos, pero nos casamos de dar cuenta de algo, jamás nos has dejado salir de este mugroso lugar, no conocemos más allá de esto, y aunque ya somos grandes, nos da miedo ir fuera de aquí, porque no conocemos la ciudad que sigue ni más allá, hemos sido tus prisioneros todos estos años, solo nos has hecho trabajar y trabajar como mulas y siempre nos dices lo inútiles que somos.

— ¿Uds me están reprochando a mí? El que los haya cuidado del mundo exterior, de que no sean como los demás muchachos, holgazanes y vividores, que los haya formado como hombres trabajadores, ¿eso es lo que me reprochan? Si no fuera por mi mano dura, uds no servirían para nada. Y será mejor que se calmen y se enfoquen en la búsqueda de sus hermanos, no permito que se me cuestione en mi propia casa, y mucho menos uds, porque sea como sea soy su padre y me deben respeto.

Así es como era él, nunca permitía opiniones, y siempre minimiza a las emociones nuestras, yo crecí pensando que mi padre nos odia, y que la única manera de congraciar con él, es haciendo lo que él dice, como lo dice y cuando lo dice.

Soy Ronald Alvarado, el hijo mayor de esta familia y sobre quién pesa toda la carga emocional de mi padre. Pero es quien siempre ha estado allí, porque mi madre, ella era muy buena conmigo y mis hermanos, pero un día nos abandonó por irse con otro, la odié por eso y también por ser tan frágil y tinta.

Crecí mirando como mi papá la maltrataba y ella solo lloraba y se quedaba allí sin hacer nada, por ella es que detesto a las mujeres, son frágiles y lloran por todo, por esa razón es que no quisiera que mi hermana se metiera con ningún hombre, el maldito que llegará a tocar a mi hermana de esa manera como mi papá a mi mamá, sería capaz de matarlo, de hecho, he sentido ganas de matar a mi papá cuando castiga a mi hermana, muchas veces le he definido el cinto para que ya no la golpee más, y otras muchas le he prohibido tocarla. Pero es mi papá, le debo respeto al final, aunque no se lo merezca.

Vicente se fue, y la verdad es que lo admiro por ser valiente, él no es como nosotros, siempre demostró tener más huevos y ser más inteligente, supo que hacer y como hacerlo. Estoy preocupado por ellos, porque se que afuera la vida no es fácil, pero seguramente aunque no lo sea, debe ser mejor que esté infierno que nos tocó de casa.