Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
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Capítulo 7: Unos días en la playa
Mía y Marco estaban sentados en el tren que los llevaría a la costa. Habían decidido tomarse unos días de descanso y disfrutar de la playa. Era una escapada necesaria para ambos, especialmente después de los últimos eventos que habían sacudido sus vidas. Marco, siempre atento, había notado la tensión en Mía desde su reencuentro con Cristian, y pensó que un cambio de escenario les haría bien.Mía miraba por la ventana, observando cómo el paisaje urbano se transformaba lentamente en colinas verdes y, eventualmente, en el azul del océano. Sentía una mezcla de emoción y alivio por el viaje. Desde que había llegado a casa de su madrina, los recuerdos y las emociones habían sido abrumadores, y necesitaba un respiro."¿En qué piensas?", preguntó Marco, rompiendo el silencio.Mía se volvió hacia él con una sonrisa. "Solo estaba pensando en lo bien que nos vendrá este viaje. Necesito despejar mi mente un poco".Marco asintió. "Lo sé. También he notado que has estado un poco tensa. Este viaje es para relajarnos y disfrutar. Prometo que no hablaremos de nada estresante", dijo con una sonrisa tranquilizadora.El viaje en tren fue agradable, y antes de que se dieran cuenta, habían llegado a su destino. Bajaron del tren y se dirigieron al pequeño hotel frente a la playa donde se hospedarían. El sonido de las olas y el aire salado del mar les dieron la bienvenida, y ambos sintieron que finalmente podían dejar atrás sus preocupaciones.Mientras tanto, en casa de Victoria, Cristian estaba tratando de concentrarse en su trabajo, pero su mente seguía volviendo a Mía y Marco. Desde que había oído que se iban juntos a la playa, no había podido sacudirse una sensación de incomodidad. Se decía a sí mismo que solo quería lo mejor para Mía, pero no podía negar que la idea de ella pasando tiempo a solas con Marco le provocaba una punzada de celos.Victoria, siempre perceptiva, notó la inquietud de su hijo. "Cris, ¿qué te pasa? Estás más distraído de lo normal", comentó mientras preparaba la cena."Es... es solo que Mía y Marco se han ido a la playa por unos días. No puedo evitar preocuparme", admitió Cris, tratando de sonar casual.Victoria sonrió con comprensión. "¿Preocuparte? ¿O estás celoso?"Cris bufó. "No es celos, ma. Solo... no sé. Me parece que todo ha sido tan repentino".Victoria se acercó y le dio un suave golpe en el hombro. "Hijo, es normal sentir celos cuando te importa alguien. Pero también es importante confiar en esa persona. Mía sabe lo que hace. Y Marco es un buen hombre".Cristian suspiró, sabiendo que su madre tenía razón. Pero la lógica no siempre ayuda a apaciguar el corazón.En la playa, Mía y Marco habían instalado sus cosas en el hotel y estaban caminando descalzos por la orilla, dejando que las olas les mojaban los pies. Mía respiró profundamente, disfrutando de la sensación de libertad que el mar siempre le daba."Esto es justo lo que necesitaba", dijo, sonriendo a Marco."Me alegra escucharlo", respondió él. "Me preocupaba que estuvieras demasiado estresada. Todos esos comentarios de Cris, tu exposición... Has pasado por mucho".Mía asintió. "Sí, ha sido intenso. Pero aquí, todo parece más simple".Pasaron el día explorando, nadando y tomando el sol. Por la noche, cenaron en un pequeño restaurante junto a la playa, riendo y hablando de sus recuerdos de infancia y de sus sueños para el futuro. Marco era un conversador nato, y Mía siempre se sentía cómoda a su lado.A la mañana siguiente, Mía se despertó temprano y decidió dar un paseo por la playa antes de que el sol estuviera demasiado alto. Mientras caminaba, no pudo evitar pensar en Cristian. A pesar de la distancia y el tiempo, sus sentimientos por él seguían siendo complicados. Había momentos en que pensaba que podría haber algo más entre ellos, pero luego recordaba cómo la había tratado en el pasado.De vuelta en casa, Cristian había decidido que necesitaba aclarar sus propios sentimientos. Sabía que no podía seguir así, con esta mezcla de celos y confusión. Decidió llamarla, aunque sabía que no podría contestar. Le dejó un mensaje de voz: "Hola, Mía. Espero que estés disfrutando de la playa. Solo quería decirte que he estado pensando mucho en nosotros. Me gustaría hablar contigo cuando regreses. Cuídate".El mensaje de Cristian quedó sin respuesta durante varias horas, hasta que Mía lo escuchó mientras descansaba en la habitación del hotel. Sintió una mezcla de emociones al oír su voz. Parte de ella quería llamarlo de inmediato, pero otra parte sabía que necesitaba tiempo para ordenar sus propios pensamientos."¿Todo bien?", preguntó Marco al verla con el teléfono en la mano y una expresión pensativa en el rostro."Sí, solo es un mensaje de Cris", respondió Mía. "Quiere hablar cuando regrese".Marco asintió, entendiendo la situación sin necesidad de más explicaciones. "Sabes, Mía, siempre he pensado que tú y Cris tienen algo especial. Solo necesitan aclarar las cosas entre ustedes".Mía sonrió tristemente. "Sí, lo sé. Pero a veces, aclarar las cosas es lo más difícil".Pasaron el resto del día disfrutando de la playa, tratando de no pensar demasiado en lo que les esperaba al regresar. Marco se aseguró de que Mía se divirtiera, llevándola a hacer surf, a explorar tiendas locales y a probar la deliciosa comida del lugar.En una de las tardes, mientras Mía y Marco estaban sentados en la arena viendo la puesta de sol, ella se volvió hacia él y dijo: "Gracias, Marco. Por todo. Eres un amigo increíble".Marco sonrió y la abrazó. "Siempre estaré aquí para ti, Mía. No importa lo que pase".Mientras el sol se ponía, Mía sintió una oleada de gratitud por tener a Marco en su vida, pero también supo que no podía seguir ignorando sus sentimientos por Cristian. Sabía que la conversación que tendrían al regresar sería crucial para ambos.De vuelta en casa, Cristian pasaba los días con una mezcla de ansiedad y esperanza. Sabía que tenía que ser honesto con Mía sobre sus sentimientos y que debía aceptar cualquier decisión que ella tomara.El último día en la playa, Mía y Marco aprovecharon al máximo, sabiendo que pronto regresarían a la realidad. Al llegar la noche, mientras empacaban sus cosas, Mía se sintió más tranquila, lista para enfrentar lo que viniera.Al día siguiente, tomaron el tren de regreso, y Mía sabía que era el momento de enfrentar sus sentimientos y hablar con Cristian. Sabía que fuera cual fuera el resultado, era un paso necesario para ambos.