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Eros, ¿Un Dios Distraído?

Eros, ¿Un Dios Distraído?

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Malentendidos
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Esther

Existen muchas probabilidades que la muerte de cada uno de nosotros dé lugar a problemas de orden legal. El fallecimiento de una persona puede implicar el pago de una doble indemnización con cargo a una póliza de seguro. Esta misma póliza puede contener una cláusula en la que se señale que la compañía no pagará un solo centavo si el beneficiario se suicida dentro de los dos años siguientes a la fecha de entrada en vigor del documento.

NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Pongo mis intereses en sus manos.

Él podría llegar a entenderse con sobrinos y sobrinas sobre una base de tipo económico.

Esos lo quieren todo.

¿No ha dicho usted antes que una de las sobrinas se mostraba bien dispuesta?

Se trata de Perla. Ella dice que el dinero de Pancho es suyo y que debe gastarlo a su antojo, en lo que le apetezca. Alega que si quiere casarse esto es cosa suya y opina que es lo mejor que puede hacer.

¿Ha llegado usted a conocer a Perla?

Perla fue en mi busca. Me explicó que había querido averiguar si yo era una mujer que me había propuesto hacer feliz a su tío o una simple Buscadora de oro.

Un poco brusco me parece eso, ¿no?, declaró Martínez.

Si conociera a Perla no pensaría así, es una joven sincera, honesta, franca.

Háblame de la otra.

Se llama Diana, la hija del otro hermano. Viene a ser, justamente, el polo opuesto. Es arbitraria, egoísta, astuta, intrigante y tremendamente ruda. Bueni, señor Martínez... Entiendo que no debo entretenerle más. Quiero añadir que en las presentes circunstancias deseo ponerlo todo en sus manos.

¿Todo? ¿A qué se refiere usted?

Mis intereses...

Exactamente, ¿cuáles son sus intereses?, preguntó Martínez con los párpados entreabiertos.

Mi felicidad, dijo ella.

Todo parece indicar que eso es cosa suya y de Francisco Ramírez. Para asuntos de este tipo no son requeridos los servicios de un abogado.

No dispongo de tiempo para explicarle, dijo la señora Rodríguez. Usted no tiene ahora tiempo para escucharme... Sin embargo, hay cosas... hay cosas que...

Adelante, entre en detalles.

Ella suspiró profundamente.

Walter le dijo a Diana que yo andaba en busca de dinero.

Sigo, ya aludido a eso anteriormente

Le dijo también que... yo había asesinado a mi esposo con objeto de cobrar la póliza de seguro suya.

¡Ah! ¡Ah!, exclamó Martínez.

La señora Rodríguez guardó silencio mirando fijamente al abogado.

¿Asesinó usted a su esposo?, inquirió Martínez.

Por supuesto que no.

¿Cuál fue la causa de su muerte?

El certificado de defunción especificaba que una aguda gastroenteritis, debida a la ingestión de alimentos envenenados, con otros factores complicatorios.

Martínez frunció el ceño.

Walter Ortiz no paró hasta lograr echar un vistazo al certificado de defunción. Se ha portado simplemente como un canalla.

¿Hasta qué punto lo conoce usted?

He hablado con él, pero no le he dedicado jamás más de 20 minutos. Acostumbra a atacar manteniéndose en el fondo, actuando como un francotirador, envenenando la cuestión cada vez que se le depara una oportunidad.

Para entrar en más detalles, señor Martínez, habría de concederme usted un tiempo de que ahora no dispone... Quiero que proteja mis intereses. El cielo es el límite, deseo que contrate los servicios del señor Pablo para llevar a cabo una labor de investigación, la que usted estime necesaria. Pero pretendo que una persona y solo una esté en el secreto de esto. No me atreví a referirle nada al señor Ruiz.

He extendido un cheque por un millón de dólares, señor Martínez. Aquí está, no quiero entretenerle más. Y le prometo que la próxima vez que nos veamos llamaré antes para concertar nuestra entrevista. Pero es que hoy me sentía muy alterada... Sencillamente: tenía que verle, como fuera.

Un momento, contestó Martínez, el señor Saúl llegó unos minutos con retraso, no le va a pasar nada malo si espera otros tantos.

Ella sacudió la cabeza resueltamente, manifestando:

Tendría que ponerle al corriente de muchos detalles, señor Martínez. Y yo, de momento, lo que quería era que usted se ocupara de este asunto. Adelante, pues, y represénteme con toda la eficacia de que sea usted capaz.

Martínez respondió:

Voy a necesitar algunas direcciones, necesitaré las señas de Francisco Ramírez y...

¡Cielos! No pensará usted visitarle, ¿verdad?

Desde luego que no, declaró Martínez. No obstante, quiero conocer a las diversas personas implicadas en el caso. Deseo saber las señas de esos sobrinos y sobrinas. Mi recepcionista, Guti está ahí afuera... Ella tomará nota de nombres y direcciones. Hable con ella al salir. Salga por la oficina de acceso.

Martínez se volvió hacia Araceli García.

Bueno, Araceli, dijo, ¿quieres comunicar al Señor Saúl que estoy dispuesto a recibirle?

Araceli dijo:

En la oficina se encuentra F. R., le acompaña una joven. El señor Ramírez se limitó a manifestar que desea verte para tratar contigo de una cuestión muy importante.

Ramírez... Ramírez... repitió Martínez, este apellido me suena.

Es el maduro novio de Kendra Rodríguez repuso Araceli García, a mi juicio. Sin embargo, el nombre de aquel era Francisco Ramírez. ¿Tú crees que pueda tratarse, efectivamente, de la misma persona?

¡Santo Dios!, exclamó el abogado. Por supuesto que sí... Vamos a acabar transformándonos en una agencia matrimonial si no andamos con cuidado. Esto, ciertamente, complica la situación.

¿Qué es lo que tú crees que busca aquí?, inquirió Araceli García. Me dijo que su problema era tan estrictamente personal, que solo podía ocuparse de él contigo.

Martínez respondió:

Esa es la cuestión, Araceli, ¿cuál es la ética de la situación presente? Si represento a Kendra Rodríguez, no puedo representar muy bien a Ramírez al mismo tiempo... Tendría que confiarme a Kendra Rodríguez y saber cuál es su postura... No sé por qué, además, pienso que él tampoco se avendría a eso.

Por otro lado, yo no puedo decirle que Kendra Rodríguez es mi cliente... Es decir, si es que ignora el hecho. Tengo la impresión de que Kendra Rodríguez quiere que nuestra relación sea enteramente confidencial.

Y en el fondo de todo esto, manifestó Araceli García, se haya el novio de Diana, quién insiste en que Kendra Rodríguez asesinó a su marido para cobrar un seguro, para heredar su dinero.

Bueno, recibamos al señor Ramírez para ver si se trata de la misma persona... O si no, hazte con su nombre completo y señas, Araceli. Sepamos de una vez quién es.

Araceli García utilizó su teléfono interior, diciendo a Guti, la recepcionista:

Guti, procúrate las señas del señor Ramírez. Dile que el Señor Martínez dispone de unos minutos para atenderle, pero que esta mañana andamos muy, muy ocupados... ¡Oh! ¿Las tienes? Ya... perfectamente. Dile que aguarde unos instantes.

Araceli García colgó el teléfono, haciendo un gesto expresivo al mirar a Martínez.

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