La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo XV Vuelve conmigo
Catalina y Enzo se encontraban en la habitación de Isabel, él solo miraba como Catalina se desvivía por su pequeña, aún Enzo no podía creer lo de la hija de Catalina.
Isabel estaba dormida, así que Enzo aprovecho para poder hablar con Catalina.
— Entonces tienes una hija. — comento Enzo mirando a la niña.
— Ya lo sabe, Isabel es mi hija y mi vida entera. — respondió Catalina con sinceridad.
— Por qué no lo dijiste antes?. — volvió a preguntar Enzo volteando a ver a Catalina.
— No tenía por qué hablar de mi hija. — respondió Catalina.
— Aún estás con el papá de tu hija?. — Enzo siempre había sido directo con lo que le interesaba.
— No. — respondió Catalina sin rodeos.
— Se puede saber por qué se separaron?. — volvió a preguntar Enzo.
— No, no se puede saber, quiero agradecerle por todo lo que ha hecho, pero debería irse su empresa lo necesita. — dijo Catalina volviendo a su frialdad de siempre.
— La empresa no se va a caer solo porque falte un día, además aún no me has dicho que sí. — respondió Enzo mirando a Catalina fijamente a los ojos.
— Si a qué?, no le entiendo. — pregunto Catalina.
— A si volverías conmigo. — respondió Enzo mirando a Catalina sin apartar su vista de ella.
Catalina no tuvo tiempo de responder, ya que Isabel despertó.
— Mami, mami!. — llamo la niña.
— Aquí estoy mi amor, todavía te duele?. — pregunto Catalina preocupada.
— Ya no tanto, solo que pensé te habías ido. — respondió la niña con su carita tierna.
— Te dije que no volvería a dejarte sola. — respondió Catalina.
— Quién es ese señor?. — pregunto la pequeña mirando a Enzo.
— Hola pequeña, soy Enzo el jefe de tu mami. — se presentó Enzo cortésmente.
— Hola señor Enzo un gusto en conocerlo, gracias por darle trabajo a mi mamá, sin eso nos hubiéramos muerto de hambre. — respondió la niña inocentemente.
— Isabel por qué dices eso?. — pregunto Catalina sorprendida.
— Es que como nos mudamos y cambie de colegio, pensé que se estaba acabando nuestro dinero. — respondió la niña muy consentida.
— Amor te expliqué que ese apartamento lo teníamos al cuido, pero que con mucho sacrificio pude reunir para comprar la casa en la que vivimos, no es por estar quedando pobres. — explico Catalina, ella no quería engañar a su hija, pero no sabía cómo explicar lo que realmente hacía, Isabel era solo una niña y no tenía por qué saber esas cosas.
— Ah, ya!, entonces no viviríamos en la calle y pediríamos dinero?. — pregunto Isabel cerrando sus ojos nuevamente.
La niña se quedó dormida de nuevo, era normal pues el medicamento la mantendría así por un par de horas hasta que la hinchazón bajará.
— Vamos para que comas algo. — dijo Enzo preocupado, pues en todo el día Catalina no había probado alimentos.
— Estoy bien, no quiero dejar a mi hija sola. — respondió Catalina mirando a su hija.
— No la dejarás sola, Alicia está afuera esperando poder compartir un rato con la niña. — contesto Enzo, a Catalina se le había olvidado que Alicia estaba esperando afuera de la habitación, se sintió mal por ser tan mala amiga.
— Tiene razón, como pude ser tan desconsiderada con ella. — respondió Catalina apenada.
Catalina y Enzo salieron de la habitación encontrándose con Alicia sentada en la sala de espera, apenas la muchacha vio a Catalina camino hasta ella para saber cómo seguía la niña.
— Disculpa por no salir antes, Isabel está mejor, en este momento está dormida, ve con ella mientras yo como algo. — explico Catalina dándole un abrazo a Alicia.
— Quiere algo de cenar?. — le pregunto Enzo a Alicia.
— No se preocupe señor, estoy bien. — respondió Alicia sonrojada.
— Al parecer ustedes son iguales, bueno ahora te traemos algo para que puedas comer. — respondió Enzo.
Catalina y Enzo fueron a la cafetería de la clínica, hasta ese momento ella no se había dado cuenta de lo costoso que saldría estar en ese lugar, si ella tenía dinero, pero no tanto como para permitirse estar en un lugar así, seguramente le tocaría pagar a plazos está deuda.
— En que piensas?. — pregunto Enzo curioso.
— Este lugar debe ser muy caro, pasaré la vida pagándolo. — respondió Catalina preocupada.
— No te preocupes por eso, la empresa está corriendo con los gastos. — dijo Enzo despreocupado.
— Eso no lo aceptaré, yo ya no trabajo en su empresa, así que pediré el traslado de mi hija a un hospital. — respondió Catalina.
— Quién dijo que no trabajas para mí, yo no acepte tu renuncia. — contesto Enzo seriamente. — además, lo hago por la niña no por ti.
— Cuál sería el fin de tenerme trabajando para usted, ya quedó claro que no soy buena asistente, además ni siquiera para decir que me quiere llevar a la cama, ya que le parezco insípida. — Catalina era muy directa al decir las cosas y no se andaba por las ramas.
Enzo quedó asombrado ante las palabras de Catalina, a él le encantaba su sinceridad y de dónde había sacado la idea de que a él ella le parecía insípida, si desde que la conoció le pareció interesante.
— De donde sacas la idea de que no eres buena asistente, sé que he sido muy exigente contigo, pero entiende que así es este trabajo. — respondió Enzo sinceramente.
— Usted quiere a alguien que siempre le siga que si y lamentablemente esa no soy yo, creo que ese es el problema y es que no puedo quedarme callada ante la injusticia. — explico Catalina llevando algo de comida a su boca.
— Yo te quiero a ti, no importa si eres contestona o defensora de los desvalidos, lo que me importa es que haces un buen trabajo. — respondió Enzo honestamente.
— Está seguro de eso?. — pregunto Catalina antes de aceptar seguir trabajando con él.
— Si lo estoy!. — afirmó Enzo con seriedad.
Catalina termino aceptando volver a trabajar con Enzo, el también entendía que ella debía quedarse en casa para cuidar de Isabel, al día siguiente la niña fue dada de alta y llevada a casa por Catalina y Alicia, y tal y como Enzo dijo la empresa cubrió todos los gastos, ahora el trabajo de Catalina era pagar esa deuda a la empresa de Enzo.