Yo Soy La Madre Del Heredero.

La habitación de Aura se convirtió en su refugio durante los días siguientes, mientras buscaba descanso y tranquilidad para cuidar de su salud debido a su embarazo incipiente. La noticia de su estado ya se había extendido rápidamente por el castillo, atrayendo la curiosidad y el interés de algunos de sus habitantes más prominentes.

Una tarde, mientras descansaba en su habitación, Aura recibió una visita inesperada. La antigua ama de llaves, acompañada de su nieta, presentaron sus respetos ante ella con una actitud respetuosa y humilde. La anciana, con su rostro arrugado pero amable, y su nieta, de semblante juvenil, pero con una expresión de seriedad, se inclinaron con cortesía ante Aura.

"Duquesa, hemos venido a ofrecerle nuestros respetos y buenos deseos en este momento tan especial", dijo la antigua ama de llaves con voz suave pero firme.

Aura, sorprendida por la visita, pero agradecida por el gesto, les devolvió el saludo con una sonrisa amable. "Gracias por venir. Es un placer volver a verla Sra. Thompson", respondió con sinceridad.

La anciana tomó asiento frente a Aura, mientras su nieta permanecía de pie a su lado, observando con atención cada palabra que se intercambiaba.

"Hemos escuchado sobre su estado, señora Aura, y nos gustaría ofrecerle nuestra ayuda en lo que necesite", continuó la anciana, su tono lleno de sinceridad.

Aura asintió con gratitud, conmovida por la amabilidad y la preocupación de las visitantes. "Gracias, aprecio mucho su oferta. Mi embarazo ha sido una sorpresa para mí y para todos,me siento preocupada por el futuro", dijo con un tono de sereno pero lleno de preocupación por el futuro.

La Sra. Thompson presentaría a su nieta, Charlotte Grey, con una sonrisa cálida. Se sintió reconfortada por la presencia de estas dos mujeres, especialmente de la Sra. Thompson, a quien ya conocía y respetaba profundamente le comunicaría que le recomienda a su nieta que recién llego al ducado tras haber trabajado como ama de llaves en la capital real.

"Es un placer conocerla, señorita Charlotte", dijo Aura con cortesía, "Aprecio mucho su amabilidad y disposición para ayudar".

La Sra. Thompson asintió con gratitud, apreciando el gesto de cortesía de Aura. "El placer es mío, mi lady", respondió con humildad Charlotte. "Estamos aquí para servirte en lo que necesites y para asegurarnos de que te recuperes pronto".“Estoy lista para asumir mis responsabilidades como su nueva ama de llaves y trabajar duro para mantenerte cómoda y segura durante tu embarazo si usted me lo permite".

Aura sonrió ante la actitud decidida de Charlotte. "Agradezco tu disposición, Charlotte", dijo con sinceridad. "Estoy segura de que trabajarás con diligencia y dedicación en tu nuevo rol".

Después de despedirse de la Sra. Thompson y Charlotte, Aura se quedó sola en su habitación, perdida en sus pensamientos. Con un toque de recelo, acarició suavemente su vientre, preguntándose cómo sería su vida con un bebé en ella. Un rostro de añoranza se reflejaba en su expresión mientras contemplaba la idea de ser la única familia que tendría en ese mundo tan extraño para ella.

Recordó a sus padres en el mundo moderno y se preguntó cómo reaccionarían ante la noticia. "¡Estoy embarazada!", se imaginaba diciéndoles con alegría, anticipando su sorpresa y su felicidad.

En su mente, escuchó las voces de sus padres respondiendo a su alegre revelación. "¡Eso es maravilloso, cariño!", exclamó su madre con lágrimas de emoción en los ojos. "¡Estamos tan felices por ti!".

Su padre agregó con orgullo: "Serás una madre increíble, Aura. Estamos aquí para apoyarte en todo lo que necesites".

Ese pensamiento se le haría algo muy lejano pero reconfortante, la reacción positiva de sus padres la llenó de una sensación de calidez y seguridad, recordándole que, aunque estuviera lejos de su hogar y de su época, seguía siendo amada y apoyada por aquellos que la habían criado.

Justo cuando se sumergía en estos pensamientos, Emily entró en la habitación después de haber tocado varias veces sin obtener respuesta. Con delicadeza, sacó a Aura de sus pensamientos y le ofreció la posibilidad de tomar un baño de agua tibia que había preparado previamente para la dama.

"Mi lady, he preparado un baño de agua tibia para usted", anunció Emily con su habitual de amabilidad. "Creo que le ayudará a relajarse y a descansar un poco".

Aura asintió con gratitud, agradecida por la consideración de Emily. "Gracias, Emily. Un baño suena reconfortante", respondió, permitiéndose un momento de relajación y cuidado personal en medio de sus preocupaciones y pensamientos.

Emily ayudó a Aura a levantarse de la cama con cuidado, apoyándola con gentileza mientras se dirigían hacia el baño. El agua tibia emanaba un vapor que llenaba la habitación, envolviendo a Aura en una sensación de calidez y tranquilidad.

Con la ayuda de Emily, Aura se sumergió lentamente en la bañera, dejando que el agua tibia aliviara la tensión en sus músculos y calmar su mente inquieta. Cerró los ojos y se permitió disfrutar de este breve momento de tranquilidad, apartando por un instante las preocupaciones y responsabilidades que pesaban sobre sus hombros.

Mientras tanto, Emily permaneció atenta, preparando una mezcla de hierbas aromáticas para añadir al agua del baño, creando así un ambiente aún más relajante y reconfortante para la dama.

Después de unos minutos, Aura emergió del agua, sintiéndose renovada y revitalizada. La preocupación y la incertidumbre que la habían abrumado momentos antes parecían haberse disipado, al menos temporalmente, bajo el cálido abrazo del agua tibia.

"¿Se siente mejor, mi lady?", preguntó Emily con una sonrisa tranquilizadora mientras ayudaba a Aura a salir de la bañera y envolverla en una suave toalla.

Aura asintió con una sonrisa de agradecimiento. "Sí, Emily. Gracias por tu amabilidad y cuidado", respondió sinceramente, reconociendo el esfuerzo de su fiel sirvienta por hacerla sentir mejor.

Con paso ligero y un nuevo sentido de serenidad, Aura se dirigió hacia su cama, lista para descansar y recuperar fuerzas para enfrentar los desafíos que le deparaba el futuro. Agradeció a Emily una vez más antes de dejarse llevar por el sueño, sabiendo que, pase lo que pase, no estaba sola en esta vida.

Emily la miró con cariño, pero con preocupación en sus ojos. "Mi lady, entiendo tu determinación en arreglar todos lo problemas del territorio, pero no se sobre esfuerces", advirtió con voz suave. "Has estado trabajando arduamente en los últimos meses y ahora cuentas con más manos que pueden ayudarte, así que no se preocupe demasiado, no es bueno para su salud y la de su bebé".

Aura agradeció sinceramente las palabras de Emily. "Aprecio enormemente tu preocupación y tu cariño", dijo con gratitud. "Tienes razón, debo recordar que ahora tengo ayuda y que no debo cargar con todo el peso yo sola".

Decidieron dejar atrás los apretados corsés y optar por un vestido sencillo, pero elegante, acompañado de abrigos. Los abrigos de piel de zorro blanco eran cálidos y acogedores, fueron la elección perfecta para protegerse del frío invernal que envolvía el castillo. Aura se envolvió en uno de ellos, sintiendo su suavidad y calidez, abrazarla como un reconfortante refugio contra las inclemencias del clima.

Con todo listo, se dirigieron juntas hacia la oficina de Aura, donde les esperaban las tareas del día. El trayecto por los pasillos del castillo estaba impregnado de una sensación de renovación y determinación, reflejando la actitud positiva y decidida de Aura ante los desafíos que se avecinaban.

Al llegar al despacho, Aura tomó asiento en su escritorio, dispuesta a retomar el control de las responsabilidades que le incumbían como señora del castillo. Con Emily a su lado, compartiendo su compromiso y apoyo inquebrantable.

Aura se sentó frente a su escritorio, con la luz de las velas creando destellos suaves sobre el papel y el pergamino. Emily permanecía a su lado, lista para asistirla en cualquier tarea que surgiera.

Sumergió en la revisión de los documentos, concentrada en las cifras y los detalles que requerían su atención. El tenue brillo de las velas iluminaba la habitación, creando una atmósfera tranquila y serena en la oficina del castillo.

De repente, un golpe suave en la puerta interrumpió su concentración. Aura alzó la mirada, sorprendida por la interrupción. Con un gesto de permiso, el sirviente entró con paso cuidadoso, llevando consigo una carta en sus manos.

"Señora Aura, he traído una carta del conde Grafton", anunció el sirviente con voz respetuosa, extendiendo la carta hacia ella con reverencia.

Aura tomó la carta con curiosidad, preguntándose qué podría contener. Era inusual recibir correspondencia de sus padres, y la intriga se apoderó de ella mientras rompía el sello y desplegaba el contenido.

Al leer las palabras escritas en el papel, una mezcla de sorpresa y amargura cruzó el rostro de Aura. La carta, lejos de ser un mensaje de apoyo o afecto, era una fría admonición de sus padres, cargada de desdén y desconfianza.

"Escuchamos que estás embarazada", rezaba la carta. "Esperamos que no sea un bastardo. Hemos escuchado rumores de que el duque se fue al día siguiente de la boda. No nos decepciones y, de no ser el caso, buen trabajo."

Las palabras herían como cuchillos afilados, recordándole la fría y distante relación que tenía con sus padres. Para ellos, solo parecía importarles la reputación de la familia y el estatus social que la unión matrimonial con el duque les proporcionaba.

Con un gesto de amargura, Aura hizo una bola con la carta y la arrojó a la chimenea, dejando que las llamas devoraran las desagradables palabras de sus padres. Respirando hondo, decidió dejar atrás aquel desagradable recuerdo y concentrarse en las responsabilidades que le incumbían como señora del castillo.

Decidida a no dejar que las desalentadoras palabras de sus padres empañaran su determinación, Aura retomó su tarea con renovado vigor. Con la mente enfocada en los asuntos del castillo, se sumergió en la revisión de los documentos, buscando soluciones a los problemas y desafíos que se presentaban.

Al sentir que el sol comenzaba a ponerse y que las sombras se alargaban en la habitación, Emily interrumpió su trabajo con delicadeza.

"Señora Aura, tal vez sería bueno que tomáramos un descanso", sugirió con amabilidad. "El aire esta algo frío pero ¿Qué le parece dar un paseo por los jardines antes de la cena?"

La idea resonó en Aura como un bálsamo para su alma cansada. Asintió con una sonrisa, agradecida por el gesto de Emily.

"Me parece una excelente idea, Emily. Un paseo sería reconfortante", respondió, levantándose de su asiento y estirando los músculos rígidos por las horas de trabajo.

Juntas, caminaron por los pasillos del castillo, sintiendo la suave brisa que se colaba por las ventanas entreabiertas. Las velas parpadeaban en los soportes, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra.

Al llegar a las ventanas que daban al jardín, Aura y Emily contemplaron el paisaje congelado bajo la luz dorada del atardecer. El jardín, cubierto por una fina capa de nieve, parecía un cuento de hadas, con árboles desnudos que se alzaban hacia el cielo crepuscular.

Un silencio sereno envolvía el lugar, roto solo por el crujir de la nieve bajo sus pies y el susurro del viento entre las ramas. Por un momento, Aura dejó de lado sus preocupaciones y se permitió simplemente disfrutar del momento de tranquilidad y belleza, agradecida por la compañía de Emily y por la oportunidad de desconectar del bullicio del trabajo.

Mientras Aura y Emily contemplaban el jardín desde la ventana, el jardinero James los observaba desde la distancia con una sonrisa cálida en el rostro. Con paso ligero y un ramo de crisantemos cuidadosamente envueltos en papel en una mano, se acercó al castillo con determinación.

Al notar su presencia, Aura se acercó curiosa a la ventana, preguntándose qué traía entre manos el joven jardinero.

"¿Qué tienes ahí, James?" preguntó con una sonrisa intrigada.

James se detuvo frente a la ventana, sosteniendo el ramo con orgullo y una expresión de alegría en sus ojos.

"¡Son crisantemos, señora Aura!", anunció con entusiasmo. "Las flores que tengo en el interior de mi casa han florecido, y pensé que podría alegrarle verlas en pleno invierno."

Aura no pudo evitar sentirse conmovida por el gesto amable del joven jardinero. La idea de ver flores tan hermosas en medio del frío invierno le brindaba un rayo de esperanza y alegría en medio de sus preocupaciones.

"Aprecio mucho tu gesto, James", respondió con gratitud. "Son realmente hermosas. Gracias por traerlas hasta aquí."

Con una sonrisa radiante, James entregó el ramo a Aura a través de la ventana, y ella recibió las flores con ternura, sintiendo el dulce aroma de los crisantemos llenar la habitación.

Con una sonrisa radiante, James entregó el ramo a Aura a través de la ventana, y ella recibió las flores con ternura, sintiendo el dulce aroma de los crisantemos llenar la habitación. La amabilidad del jardinero la conmovió, y sus palabras cálidas le recordaron que, a pesar de los desafíos, aún había belleza y generosidad en el mundo.

Al ver la sorprendente reacción de Aura, James se sintió abrumado por la timidez. Sus mejillas y orejas se tiñeron de un encantador tono rojizo, y con una reverencia y una sonrisa nerviosa, se despidió de la dama, deseándole una pronta recuperación.

Sin embargo, la escena no pasó desapercibida para unas sirvientas que observaban desde la distancia. Murmullos y susurros comenzaron a extenderse por el castillo, alimentando el rumor de un posible romance entre la dama y el apuesto jardinero.

En la cocina, mientras preparaban la cena, las criadas compartían el chisme con risitas emocionadas. "¿Has oído?", susurraba una. "Dicen que la señora Aura está teniendo un romance con el jardinero".

En los pasillos, los sirvientes se cruzaban miradas cómplices y murmuraban entre ellos sobre lo que habían presenciado. "Nunca pensé que la señora Aura tendría una aventura romántica", comentaba uno, mientras otro asentía con expresión intrigada.

A medida que la noticia se propagaba por todo el castillo, el rumor cobraba vida propia, tomando forma y detalle con cada susurro compartido. Y mientras tanto, en su habitación, Aura desconocía por completo el alboroto que había provocado un simple gesto de bondad por parte del jardinero.