La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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21. El Desafío de la Aceptación
El sol ya se había ocultado tras el horizonte, cuando Kattie y Alex regresaron a la casa. Caminaban juntos, con un aire de complicidad que no había existido antes.
Kattie sentía una mezcla de emociones, pero la principal era una sensación de alivio. Había pasado algo importante entre ella y Alex, y eso había cambiado la dinámica de su relación de una manera que nunca había anticipado.
En la casa Sam, Axel e Ian se giraron al unísono cuando la puerta se abrió, y por ella entraron Alex y Kattie. La expresión de sorpresa en sus rostros era evidente; Alex, usualmente serio y reservado, parecía más relajado y con una leve sonrisa en el rostro.
— ¿Qué pasó? — preguntó Sam. — Parece que te hubieras ganado la lotería.
Alex lanzó una mirada calmada a sus hermanos, con una determinación que no admitía preguntas innecesarias.
— Kattie y yo tuvimos una conversación — dijo Alex simplemente. — Aclaramos algunas cosas.
La reacción de los hermanos de Alex fue inmediata. Axel, con una sonrisa de satisfacción, mostró una calidez inesperada. Ian, con una expresión de alivio y esperanza, observaba a Kattie con una mirada que revelaba su deseo de que la situación mejorará. Sam, al ver la expresión de Alex, se relajó y una sonrisa de genuina felicidad apareció en su rostro, reflejando un rayo de esperanza en medio de la tensión.
Para todos eso solo significaba una cosa, Kattie estaba dispuesta a darles una oportunidad y ellos la aprovecharían al máximo.
El ambiente parecía cambiar para mejor, y el aire se llenó de una nueva energía positiva, hasta que la voz autoritaria de Luna Ivy, la madre de los cuatrillizos, rompió el momento de esperanza.
— ¿Qué está ocurriendo aquí? —demandó Luna Ivy, entrando en la sala con una postura imponente y mirada fulminante. Sus ojos se dirigieron a Kattie, llenos de desprecio.
Alex no se inmutó ante la dureza de su madre. Dio un paso adelante, colocándose entre Luna Ivy y Kattie, como un escudo.
— Mamá, Kattie es parte de esta familia y merece respeto — dijo Alex con voz firme. — Ella es nuestra compañera y futura Luna y como tal, se la va a respetar.
Sam frunció el ceño, sus manos se cerraron en puños a sus costados. La tensión en la sala aumentaba con cada segundo que pasaba.
—¿Respeto? ¿A ella? — espetó Luna Ivy, con una risa sarcástica — ¿Ya los acepto?, ¿la cenicienta ya se convirtió en princesa? — Dijo de forma venenosa.
Kattie, observando la escena justo detrás de Alex, sintió una oleada de humillación. El rencor que había comenzado a desvanecerse y el dolor que estaba intentando olvidar regresaron con una fuerza renovada, como el mar que se retira de la orilla solo para regresar con mayor intensidad.
Luna Ivy había llegado en el momento justo. Justo cuando ella estaba cediendo, a punto de decidir darles una oportunidad.
¿Ella merecía respeto solo por ser su compañera? Si decidiera no aceptarlos y no ser su Luna ¿Volvería a ser todo como antes o incluso aún peor?.
Sam notó el cambio en la expresión de Kattie y su angustia creciente. No podía permitir que la reacción de su madre arruinara lo poco que habían logrado avanzar. Mientras sus hermanos se preparaban para intervenir, al notar cómo Kattie se empezaba a tambalear, se acercó rápidamente y la envolvió en un abrazo cálido y protector. Su abrazo era un ancla en medio de la tormenta emocional que se desataba.
— Tranquila, Kattie —dijo Sam con voz suave, intentando transmitirle calma. — No estás sola. Vamos a hacer que esto funcione, juntos.
El gesto de Sam pareció ofrecerle a Kattie un pequeño respiro y logró apartar esos pensamientos que empezaban a gestarse en su mente. Su abrazo, le brindó el consuelo que necesitaba en ese momento de incertidumbre. Con una mirada decidida, Sam se volvió hacia su madre, su rostro reflejaba una mezcla de firmeza y resignación.
— Mamá — dijo Sam, con su voz cargada de seriedad, — Kattie aún no nos ha aceptado. No podemos forzarla a ser nuestra Luna, ni siquiera a aceptarnos como parte de su vida si no está lista. Pero eso no significa que no la vamos a respetar. Merece la misma consideración que cualquier otro miembro de la manada.
Luna Ivy frunció el ceño, pero la sinceridad en las palabras de Sam parecía golpearla de alguna manera. Su mirada se suavizó ligeramente, aunque su actitud seguía siendo desafiante. Sam se mantuvo firme, dispuesto a no permitir que Kattie fuera menospreciada.
Ian, viendo la tensión aumentar, decidió intervenir. A diferencia de Sam, Ian se aproximó a su madre con una actitud más conciliadora. Su rostro mostraba una mezcla de tristeza y determinación.
— Mamá, por favor — dijo Ian, su voz temblaba ligeramente por la emoción— Sabemos que no estás de acuerdo con esto. No estamos pidiendo que la aceptes de inmediato, pero sí que al menos lo intentes.
La voz de Ian estaba cargada de un sincero deseo de reconciliación. Su mirada buscaba la comprensión de su madre, un atisbo de la esperanza de que pudiera ver más allá de su resentimiento.
Alex, que había estado observando la interacción con creciente preocupación, se giró hacia su madre con una mirada de determinación. Su voz, aunque firme, estaba llena de un tono que buscaba mediar en la situación.
— Mamá, todos estamos intentando encontrar un equilibrio aquí. Kattie ha pasado por mucho, y el hecho de que esté aquí significa que está dispuesta a intentarlo, a pesar de las circunstancias. Si quieres que la manada funcione, que tus hijos sean felices, necesitamos que lo intentes. No podemos seguir así, si vamos a estar en conflicto constante.
— Bien — dijo aún mirando mal a Kattie, dio media vuelta y se fue, demostrando en su andar que estaba furiosa.
Kattie, aún abrazada por Sam, levantó la vista hacia Alex y sus hermanos, sintiendo una chispa de esperanza en medio de la incertidumbre. El respaldo de los cuatrillizos, le daba un impulso para seguir adelante.
— Gracias —dijo Kattie con voz temblorosa, pero firme — Quiero intentar ser parte de esto, pero necesito tiempo.
— No te preocupes cachorra, no necesitas apresurar nada. Iremos a tu propio ritmo — la tranquilizó Sam aún sin soltarla.
Alex por su parte también sentía la necesidad de abrazarla. Pero se conformó solo con acercarse y darle un beso en la mejilla y mientras le decía:
— Luna, no estás obligada a aceptarnos, ni a darnos una oportunidad — comenzó a decir con un nudo en la garganta que casi no le permitía hablar. — Pero si estás dispuesta a hacerlo no te defraudaremos.