Novela de fantasía que relata las discriminaciones, el renacer. Las intrigas por la supremacía del poder. El triunfo del bien sobre el mal. Pero, sobre todo, la aceptación de uno mismo. ¿Encontrará Irina, la felicidad en su segunda oportunidad de vida, con un Dragón? ¿La Diosa podrá salvar a la humanidad de los demoníacos Morlos?
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Capitulo 16
Al posarse nuevamente en tierra, Irina se transforme de Fenix a humana, pregunta sorprendida:
-¡Maestro! ¿Por qué soy una gran ave y no un dragón?- ella pensaba en lo que una vez le dijo Gareth, ella quería ser una dragona.
- ¡Eres la poderosa Ave Fénix, la transformación en Ave de la Diosa Pangea, eres la reencarnación de la Diosa! ¡Salve Diosa! - hace una reverencia el joven sacerdote, arrodillándose hasta el suelo.
-¿Qué dice maestro? ¡Por favor, no haga eso, levántese! Soy una simple mortal. No soy la Diosa ¡Eso no es posible!- responde avergonzada y estupefacta por la comparación, Irina. Eso nunca se lo podría haber imaginado.
- ¡Vamos mi Diosa, debemos hablar con el Sumo Sacerdote!-
Arrastra a Irina hasta la Torre Mágica Norte, donde se encontraba el Sumo Sacerdote, era el anciano que presidía siempre los rezos para la destrucción de los 7 sellos.
- ¡Sumo Sacerdote, Excelencia! ¡No lo va a creer!- entra gritando Andrei, empujando hacia adentro a Irina, quien está desconcertada por lo que le dijo su maestro.
-Andrei, ya te he dicho, que no grites y recuerda que debes tocar antes de entrar- dice con voz pausada y tranquilamente, mirándolo con severidad a través de sus gafas de media luna, el noble anciano.
- ¡Maestro, la Princesa, la Princesa Irina es la reencarnación de la Diosa Pangea! - dice Andrei emocionado.
-A ver Andrei, ¿Por qué dices semejante cosas absurdas?- pregunta el Sumo Sacerdote, mirándolo por encima de sus gafas de media luna, dejando a un lado el libro que lo ocupaba.
- Ella, ella, logró transformarse en, en, el gran Ave Fénix, de, de, fuego- responde tartamudeando Andrei.
-¿Qué dices? ¡Deben mostrarme, ese poder! ¡vamos de inmediato!- el anciano se levanta, tomando de la mano a Irina y transportándose los tres hasta el desierto.
Irina nuevamente, produce esferas naranjas, sus ojos se vuelven rojo naranja y al instante se transforma en una inmensa ave, con su plumaje de púrpura y oro, rojo y naranja, con su cola de largas plumas verde, escarlata y rosa, más brillante que el arcoiris. Cuando nuevamente se posa en la tierra, el Sumo Sacerdote exclama emocionado:
-¡Salve Diosa!- ambos sacerdotes se inclinan ante ella, en señal de respeto.
- ¡Por favor, no hagan eso, no soy la Diosa! ¿Cómo voy a ser la Diosa?- insiste avergonzada, Irina levanta al anciano del suelo y a su maestro Andrei.
-¡Vamos, a la Torre, solo hay una forma de demostrarlo!- con una sonrisa exclama el anciano, vuelven todos a la Torre Norte. Conduce a Irina al altar de la Diosa.
-Princesa, toque la espada de la Diosa- ordena el Sumo Sacerdote Plutarco.
-¿Puedo hacerlo?- pregunta temerosa Irina. Teme ofender a la Diosa, ellos asienten.
Irina se acerca lentamente a la Diosa, temblorosa toca la espada de la estatua. De pronto, pierde la conciencia, entra en trance, como en un sueño, donde se ve a sí misma reflejada en un espejo, pero con el cabello dorado como el trigo, y de ojos azules profundos. Escucha una voz suave pero poderosa, como en un eco:
"Eres la Diosa, la purificadora de vida. Eres el ave Fénix que vive mil años, y renace cuando muere, tu juventud es perenne. Eres mi representación en la Tierra, tu objetivo es proteger a los humanos, sanación y justicia: Te concedo mis poderes sobre los cuatro elementos, ese es mi designio." La imagen del espejo, emite un destello de luz que penetra en los ojos de Irina.
De pronto despierta, renovada, se siente con mucha energía, en una mano empuña la espada de oro de fuego y en la otra una cadena con una botellita de agua de purificación infinita, que nunca se acaba, ambos objetos solamente ella puede hacerlos aparecer, cuando los necesite. Los objetos desaparecen entre sus manos.
En la amplia habitación solamente se encontraban los dos sacerdotes, a la espera de su palabra, atónitos.
- ¡Princesa, hábla, nos estás preocupando! - exclama el Sumo Sacerdote, admirado de ver la metamorfosis de Irina, es la viva imagen de la Diosa Pangea.
Irina se sienta súbitamente, pálida y luego comienza a balbucear:
-Yo, yo, bueno, esté, si, la Diosa, ella, me habló-
- ¡Pero, bueno habla ya! ¿Qué dijo?- el anciano entra en desesperación.
- Yo, yo... soy, soy el instrumento de la Diosa, para salvaguardar a la humanidad, eso dijo - finalmente asimila la información y la expresa Irina, un tanto confundida, en su vida pasada, nada de eso había sucedido.
- ¡Eso es lo que suponía!- la mira escudriñándola el Sumo Sacerdote, debe haber algo más que ella teme decir.
-Andrei, déjame a solas con la Princesa, y no hace falta recordarte que debes mantener el secreto de confesión de este suceso que acabas de presenciar - ordena el Sumo Sacerdote, el joven Sacerdote Andrei asiente, haciendo un juramento solemne, si lo rompe morirá irremediablemente; se despide con respeto.
Una vez solo, el anciano pregunta de nuevo, -Ahora puedes hablar con confianza, ¿qué otra cosa te dijo la Diosa?-
Irina mira hacia el horizonte y suspira:
-Dijo, que soy su reencarnación, que soy inmortal, que nunca envejeceré, que mi poder es su poder. Eso me da miedo- dice finalmente Irina, nerviosa.
-Irina, eso que dice la Diosa es la verdad, no seguirás envejeciendo, pero no digas nada a nadie de estos acontecimientos, de lo contrario, tendrás otros problemas con el Imperio vecino, buscarán secuestrarte, buscarán la manera de bloquear tus poderes, querran hacer alianzas de todo tipo; es decir, te lloverán mayores dificultades, no te dejarán vivir en paz. Por eso nunca, jamás, deberás revelar este secreto- le aconseja el Sumo Sacerdote.
Ella asiente.
-Hay algo más, me dió su espada dorada de fuego y el agua de la fuente de purificación- titubea ella.
- Definitivamente, no me queda ninguna duda de tu identidad como Diosa, tienes el poder letal y el de la sanación- le ofrece sus respetos, y su disposición incondicional, para ser su instrumento en lo que ella necesite, como el mayor siervo de la Diosa en la Tierra.
Irina queda atónita, tratándo de asimilar su nueva realidad. la metamorfosis ya se produjo y no hay vuelta atrás