Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Honestidad.
Ninguno de los dos dijo una palabra y solo hubo silencio en el lugar.
—Dado que no quieren hablar, alguien más tendrá que hacerlo— observó fijamente a Johana.
—Mi nombre es Jo..— reaccionó al instante, no podía simplemente dar su nombre.
—Bien Jo, ¿quién eres y de dónde vienes?, ¿acaso eres una espía?— ya apuntaba su espada en contra de ella.
—Mi.. mi… mi nombre ya se lo dije. No soy nadie importante, solo una transeúnte que se perdió en su camino, iba a la capital, ya que en mi hogar no queda nada para mí, me echaron— sus ojos ya contenían suficientes lágrimas, buscaban el momento para salir.
—Debo corroborar su información, además tiene que venir conmigo— era una voz más amable, ya había guardado su espada.
—Pero él dijo que se divertiría conmigo, ¿usted me asegura que no me va a lastimar?— para ese momento, sus lágrimas ya habían encontrado una salida y recorrían sus blancas mejillas, mientras señalaba al hombre que antes insinuó hacerle daño.
El hermoso rostro que mostraba el general, se deformó por completo, pareciendo que ardía en llamas, aquella queja lo dejaba más que furioso. ¿Cómo se atrevía uno de sus subordinados intentar hacer algo tan vil?
—Soldado Julio, quedas relevado de tus funciones. Regresarás al cuartel general y entregarás tu renuncia como soldado del ejército, no eres digno de llevar algo que nos representa— arrancó de su uniforme, la insignia del general.
—General, era una broma, por favor no puede creer en las palabras de esta mujerzuela— intentaba defenderse.
—Haces que sienta pena por mi mismo, no he sabido inculcar buenas enseñanzas a mis subordinados. Simon, ¡llévatelo!— ordenó y a jalones fue sacado de ahí, aquel hombre. —Usted vendrá conmigo señorita, ya no tiene nada que temer, a menos que oculte algo— le habló
Aunque no queriendo, Johana tuvo que seguirlo, sabía que pronto descubrirían quien era en realidad.
Cuando llegaron al campamento, se podía escuchar mucho ruido, lo que le sorprendió a la chica, pues hace unos minutos, no escuchaba nada.
—Es una runa, nos ayuda a mantenernos ocultos del resto, esto para no ser sorprendidos por ningún enemigo— explicó
Solo asintió a lo dicho y fue llevada a una tienda de acampar. —Aquí puede descansar, partiremos a medio día, eso le dará tiempo de dormir un poco— las palabras dichas, llenaban de calidez a Johana, jamás nadie la había tratado tan amable.
Solo pudo agradecer y recostarse, su caballo fue llevado a otro lugar, así sin pensarlo dos veces y confiando demasiado en un desconocido, se quedó dormida. Realmente era una chica muy ingenua aún, no conocía el mundo y mucho menos a las personas.
—Revisen sus pertenencias, quiero saber quién es o al menos saber de dónde viene— ordenó.
Cómo había pedido, lo hicieron muy rápido, dando a conocer el resultado. —Señor, se encontraron mudas de ropa, joyas y algo de dinero. Si me permite dar mi opinión, parece que las joyas fueron robadas, no me parecen cosas que una joven de su edad utilice— informaron.
—Así que resultó ser una ladrona—
El general era benevolente con la gente honrada y buena, pero a los maleantes, los castigaba con todo el peso que la ley estipulaba. —¿Y el caballo?— había algo más para revisar.
—Se encontró el sello del condado Chian, al parecer también se lo robó—
—Muy bien, en nuestro camino nos desviaremos un poco, debemos entregar a la ladrona. El conde es quien debe castigarla— fue lo último que dijo, aunque dio un suspiro alargado.
No pasaron más de dos horas para que Johana despertara, así que quiso ir a ver cómo estaba Stor, aunque se sorprendió cuando vio guardias afuera de la tienda.
—¿Sucede algo?— confundida preguntó.
—Señorita, vuelva adentro, tiene prohibido salir, por órdenes del general— sin moverse, ni voltear a verla, le habló uno de los guardias.
—No deberíamos ser tan considerados con ladronas de su calaña— se quejó el otro.
Johana solo entró lentamente, se habían dado cuenta de la verdad, al menos en una gran parte, ella no era una simple ladrona, era la hija del hombre a quien le robó. Sabiendo lo que le deparaba el destino, necesitaba despedirse del único amigo que tuvo desde que comenzó su adolescencia. Cómo pudo, salió por un lado de la tienda y se escabulló hasta donde tenían a los caballos.
Acarició tiernamente a Stor, la nostalgia la invadió. Jamás sintió el cariño de nadie, mucho menos el de su madre, puesto que se había casado con el conde por capricho y no quería tener hijos, aunque esa fue la única manera de que la aceptara, más adelante cuando se dio cuenta que no la amaba, solo se desquitaba con Johana, desde golpes hasta castigos, dejándola sin comer, así que cuando murió, no sintió más que alivio. Era una niña, solo había conocido el rechazo y el rencor.
—¿Ya despertó?— el general había llegado para hablar con Johana
—Si señor, quería salir, pero le pedimos que regresara— informaron
Tomando las palabras en cuenta, el general entró a la tienda y ahí se llevó una gran sorpresa, la de ojos cafés, no estaba.
—¡Búsquenla, encuéntrenla y tráiganla aquí!— estaba furioso otra vez.
El general también se movilizó para encontrar a la chica, no obstante, recordó que su caballo también estaba ahí, así que fue a ese lugar para corroborar sus sospechas. Cuando llegó, pudo ver a Johana muy tranquila, abrazando a su caballo y al parecer, despidiéndose de el.
—Sabes Stor, se supone que escapé de papá para no morir y resulta que encontré mi muerte mucho antes de lo esperado, que ironía, ¿no crees?— el caballo solo se pegaba más a ella para que lo siguiera acariciando.
—¿Quién es tu padre?— interrumpió el general, asustando a Johana y su caballo.
—Lo lamento, no quería escapar, solo necesitaba ver qué Stor estuviera bien— se disculpaba algo agitada.
—No pregunté eso— su voz era fuerte
—Soy la tercera hija del conde Chian. Me escapé de casa eso no lo niego, también robé joyas de su amada esposa y el caballo me lo regaló el cuando apenas tenía diez años— por primera vez, estaba siendo completamente honesta.
—Sabes que debo entregarte por haberle robado a un noble, no importa si es tu padre — quería saber si estaba informada
—Lo sé, no opondré resistencia. Solo le pido por favor, que cuide de Stor cuando ya no esté, no quiero que lo lleven de vuelta, puede dárselo a uno de sus soldados, no quiero que esté solo y si vuelve conmigo, será sacrificado— para ese momento, ya había hecho una reverencia, estaba suplicando
La forma de actuar de Johana, dejó pensando al general, ¿por qué razón, una hija le tendría tanto miedo a su padre?
—Regresemos, aún no vamos a partir— aunque ya era de mañana, en sus planes estaba partir más tarde.
gracias por escribir